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Helia vio a Caligo.


“… Helia, sabes que es más fácil ser presionado que elegir.”


Dijo Caligo, enfrentándose a los ojos temblorosos de Helia.


“… Si te presionó y Risse se aferra a ti, estarás a nuestro lado.”


Sí, lo sabe, pero eso no es lo que Caligo quería. Quería que ella tuviera que elegir esto, nada más.


“… Tienes que decir que quieres estar con nosotros.”


Dijo Caligo y besó sus labios muy lentamente. Es un beso piadoso dónde sólo se sentía la seriedad.


“… Entonces, ¿Quieres vivir con nosotros, Helia?”


Caligo extendió su mano. Las yemas de los dedos temblaron finamente con una expresión de saber que sería rechazado.


Helia no pudo sostener la mano. No podía tomarla.


Sin embargo, su pasado estaba atado a ella y sabía que se extendería como una enfermedad.


La mano de Caligo, que había estado flotando en el aire durante mucho tiempo, se alejó con calma pero lentamente.


***


“… Sé que es difícil tomar una decisión de inmediato. Así que, por favor, piénsalo detenidamente antes de responder.”


Ese día, Caligo le dio a Helia la posibilidad de elegir. Le dio la oportunidad de elegir.


Probablemente sea el momento de que vaya a la capital a arreglar las cosas y ser libre de nuevo.


Era largo si era largo y corto si era corto. Y la respuesta era, quizás, la última oportunidad de tomar la mano de Caligo.


Aunque ella lo sabía, estaba acostumbrada a que la presionaran.


No dice que sea difícil elegir. Si se trataba de su vida o su seguridad, Helia no dudaba mucho en su elección.


Era una cuestión natural. Para ella, la elección solía ser una cuestión de su propia seguridad.


Como su seguridad era siempre una prioridad, podía poner la seguridad de los demás o las heridas de otros en la fila de espera.


Hasta ahora no ha dudado en tomar una decisión.


La elección de abandonar a los amigos.


Un matrimonio contractual con él.


Incluso su divorcio.


Dejar a la niña atrás.


Pensaba que era mejor organizar el título y entregarlo.


Nunca ha dudado en elegir, por lo que nunca he tenido miedo de las consecuencias. La elección siempre fue fácil para ella.


Su elección en la vida era excluir todo lo que no fueran sus prioridades.


Sin embargo, ha surgido algo con lo que no lo puede hacer. Surgió algo con un peso similar a su seguridad.


Caligo y la niña que llegó tarde. 


Se dió cuenta de que alguien inevitablemente saldría lastimado si solo pensaba en su seguridad y bienestar.


Helia sabía muy bien que su vida no era tan fácil y que no era una vida de la cuál estar orgullosa.


Para ser honesta, sí.


Admitía que su vida fue una basura.


No era sólo su pasado. Es la vida que ha vivido.


Mucha de la vida que dejó atrás fue como lo que pasó. Eso es lo que le pasó a la niña herida.


‘… ¿Cómo me atrevo a vivir una vida adecuada?’


Con cada paso que daba uno de esos pensamientos llenaban su mente.


¿Se metió en un lugar donde no debería haber entrado?


“… Helia, pronto llegaremos a Lambacher. Asegúrate de llevar una máscara.”


“… Sí.”


Ante el llamado, Helia miró hacia atrás.


No importaba cómo fuera Caligo, no podía traer a su hija aquí, así que Risse está en su alojamiento.


El interior de Lambacher era desastroso. Los cuerpos estaban dispersos y había personas vivas con miembros amputados.


Todo lo que estaba a la vista fue quemado por los Caballeros, y el cielo estaba lleno de humo acre.


El cielo negro estaba lleno de color y olor acre, e hizo que le escocieran los ojos. Frunció el ceño ante el paisaje y el hedor.


Una nube de humo negro se elevó hacia el cielo y cubrió las nubes blancas.


Como si la catástrofe hubiera remitido, el cielo y las nubes que rodeaban a Lambacher eran negros y rojos.


El hermoso río estaba coloreado de negro y podrido, en el cuál sólo flotaban peces muertos y cadáveres, que desprendían un olor a pescado.


Si existía un infierno en el mundo, pensaba que sería un lugar cómo éste.


“… Voy a correr al castillo a partir de ahora, agárrate fuerte, Helia.”


“… Sí.”


Apretó la espalda y se mantuvo firme, agarrando con cuidado la crin del caballo.


Cuando el caballo partió, su visión pasó rápidamente.


Lograron entrar en el centro de la ciudad de Lambacher después de lidiar con todos los cuerpos dispersos y los muertos vivientes del exterior. En otras palabras, tardaron un día entero.


Cuando forzaron la puerta fuertemente cerrada y entraron, se desplegó una escena muy diferente a la del exterior.


A diferencia del sangriento exterior, los daños no parecían tan graves en el interior. No había muchos cadáveres, y cuanto más entraban más difícil era ver fragmentos de cadáveres.


Sin embargo, estaba claro que no había habido ninguna batalla, dadas las manchas de sangre y los rastros de algo que se arrastraba.


Helia desplazó lentamente su mirada y miró hacia otro lado. El humo acre se elevaba constantemente desde atrás de la ciudad. Daba la sensación que estaban quemando los cuerpos.


“… Entremos, Helia.”


“… Sí.”


Ella asintió con la cabeza tranquilamente.


Cuando entraron en el castillo, no había ningún olor a sangre como si estuviera bloqueado del mundo exterior.


‘… Debe haberse defendido correctamente.’


Era un truco mucho más ingenioso que el del señor de Lambacher.


*¡Bang!*


*¡Crash!*


*¡Tum!*


Parecía un temblor.


Se escuchaba una serie de sonidos sordos de algo que golpeaba la puerta de forma irregular, seguido de un sonido de traqueteo de algo que colgaba en alguna parte.


“… ¿Qué es ese sonido?”


“… Iré allí, señor.”


El Caballero de los Caballeros Templarios que estaba a lado de Caligo dio un paso adelante. Era un caballero del Duque.


“Ah…”


El caballero que tenía una espada afilada tomó la delantera, dejó de caminar y suspiró por lo bajo.


“… ¿Qué sucede?”


“… Tu mujer no debería venir”


Caligo y Helia intentaron acercarse, y el caballero sacudió su cabeza sorprendido.


Era muy raro que un caballero del Duque que estaba muy bien entrenado mostrara sus emociones.


“Ah…”


Caligo se lamentó y tardó en tapar la visión, porque Helia ya había visto la escena ante sus ojos.


“… Se ha hecho un candado.”


Era la voz del Duque de Verdi.


Helia miró a un lado y luego volvió a mirar al frente.


Puso fuerza en sus labios ante la escena en la que coexisten las palabras del noble sacrificio y la espantosa muerte.


En lugar de una humilde cerradura, un caballero se envolvió una larga cadena, se ató con fuerza e introdujo la espada entre el cobre que tenía al lado y el pomo de la puerta para fijarla con firmeza.


Como si se hubiera suicidado, una daga rodaba por el suelo y había rastros de sangre fluyendo por su cuello.


En el interior, estaban llamando a la puerta para que fuera abierta e intentar encontrarse con innumerables personas infectadas a las que no se podían matar.


“… Todavía podemos resistir. Es urgente salvar primero a los supervivientes.”


El Duque de Verdi le dijo a Caligo el cuál se había detenido.


Los ojos de Caligo sólo miraban a Helia.


Ella miraba el cuerpo del Caballero muerto con los ojos muy abiertos, sin pestañear ni siquiera gritar.


‘… Auto sacrificio.’


¿Se decide la persona que nace con eso?


Helia es la primera en tomar la iniciativa de hacer algo que no podría hacer incluso si muriera, sabiendo que alguien enfrentaría un destino miserable.


“… Helia, ¿podemos irnos?”


Eso no lo entiende ella.


No podía entenderlo. ¿Cómo puede sacrificarse para salvar a los demás?


‘…L a gente es egoísta.’


También existía la posibilidad de que alguien lo hubiera llevado a la muerte por su vida.


Sin embargo, el hombre que murió sin siquiera cerrar los ojos estaba decidido.


“… Sí, vamos.”


Caligo se dio la vuelta.


Helia extendió lentamente la mano y la puso sobre la frente del caballero. El cuerpo, que empezaba a estar infestado de insectos, se estaba pudriendo y expuesto, pero no parecía sucio.


Cerró los ojos del caballero con sus manos tocando su fría piel. La piel de los muertos no era desagradable, pero había un extraño escalofrío.


‘… ¿Pero por qué esta persona no está infectada?’


No hubo infección antes de la muerte. Incluso después de la muerte, los parásitos eran las orugas.


Helia tomó la iniciativa durante mucho tiempo, incluso después de que otros tomaran la delantera, pero después de ver al caballero en el que los insectos no eran parasitarios, se movió hacía Caligo.


‘El olor…’


El olor punzante que flotaba a través del cuerpo podrido le resultaba familiar.


Se dirigían a la sala de banquetes, donde las puertas estaban fuertemente cerradas y había cuchillos, tachuelas afiladas y muchas armas esparcidas por todo el lugar.


Había minas y trampas.


Helia estaba convencida.


Esta es la habitación donde están los supervivientes.




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