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***


‘…Está bien, está bien.’


Clarisse debajo de la cama, cerró la boca conteniendo la respiración.


Seguía escuchando los ruidos extraños que llegaban del exterior.


‘…Mi mamá me dijo que me quedara aquí.’


La niña, que se había tapado la boca fuertemente con sus dos pequeñas y frágiles manos, jadeó.


Un puñado de lágrimas caía sobre su pequeño rostro estropeado, pero la niña no se quitó la mano de los labios.


El suelo estaba cubierto de sangre.


No había ningún cuerpo, pero su visión estaba rodeada de charcos de sangre.


‘…Mi mamá me protegerá.’


Clarisse no dejaba de mover la cabeza diciendo que su madre la protegería.


Todo su cuerpo temblaba, pero ella seguía conteniendo la respiración.


‘Madre…’


Escuchaba el sonido de la espada golpeando una y otra vez desde afuera.


“Hmm…”


Las lágrimas brotaron profundamente.


Se sentía aún más deprimida al ver los alimentos que había hecho esparcidos en el suelo.


La tienda se abrió y la luz brilló intensamente en el interior.


Clarisse muy tensa, volvió a cerrar la boca con fuerza.


El cuerpo de la niña se estremeció al oír el sonido de los pasos.


Los ojos de Clarisse se agrandaron al ver los pies que se detenían frente a la cama.


“…Puedes salir.”


Clarisse abrió todavía más sus ojos.


“…¡Dios mío…! ¿Quién es, mi mamá?”


“…Sí, sal.”


*Bang*


Hubo un golpe en la cabeza debajo de la cama y la niña que se retorcía, salió gateando.


“…Eh, eh, huh, je,je…”


Y derramó más lágrimas.


“…¡Mamá! ¡Boo! ¡Boo!”


Clarisse rompió a llorar con la cara arruinada y cubierta de suciedad.


La niña corrió rápidamente, se detuvo al intentar abrazarla.


Luego agarró la falda y enterró su cara en ella.


“…Tengo miedo, estaba asustada…¡Oh, Dios mío!”


Helia miró a la niña que lloraba con tristeza, aferrándose a su falda, sin intentar abrazarla para consolarla.


No sabía cómo calmar a la niña que lloraba.


Nadie nunca consoló a Helia cuando lloraba.


Aguantaba la respiración sola, se encerraba en la habitación, lloraba y lloraba, luego se cortaba, se mataba poco a poco, de modo que no pudo llorar por la mayoría de las cosas.


Pero está niña es diferente.


Es una niña que podía aferrarse a alguien, llorar honestamente y decir que tenía miedo.


Helia se quedó mirando a la niña sin decir una palabra.


Esto se debe a que no había nada más que pudiera hacer por ella.


No sabía qué hacer cuando extiendo la mano.


Para calmarla con palabras de consuelo, no era muy elocuente.


Era una persona que no sabía decir cosas amables ni dulces.


Era torpe y muy mala en todo.


Helia se sintió de repente frustrada por el hecho.


“…¡Helia, Risse!”


Caligo, con sangre por todas partes, entró corriendo en la tienda con las pupilas muy dilatadas.


“…¡¡¡Ah, padre…!!! ¡Je,je,je!”


Cuando Caligo entró, la niña corrió hacía su padre y se colgó tan fuerte como pudo a sus piernas.


Helia bajó el dobladillo de su falda y miró a la niña mientras se alejaba.


Caligo fue corriendo y recogió a la niña y la sostuvo en sus brazos de inmediato.


“…Sí, cariño. ¿Estás bien?”


“…¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! Me asusté, pero…eh, mi madre me dijo que guardara silencio, y yo dije, la reunión de su amigo, eh, ¡silencio, silencio, silencio! Clarisse eh, así es…”


“…Sí, ya veo.”


“…Mi madre, ¡uhhhhhhhhhhhhhhhhh!…¡Ah, ah…!”


Clarise comenzó a gemir de nuevo con fuerza mientras hablaba de lo que le asustó y molestó.


Caligo le dio unas palmaditas en la espalda a su hija sin molestarse en lo absoluto y le susurró constantemente que estaba bien.


Ella acaba de ver aquella escena. Una en la que se mantuvo bien aunque no tenía confianza.


Si ella, que es un ser ajeno, hubiera intervenido nunca habría salido así.


Y Helia pudo no haber evitado a la niña que lloraba estando muy asustada y se enojó.


Teniendo en cuenta eso, ella no está calificada para ser madre.


“…Sólo estaba yo…Huh, traje a mi madre…Fui allí y la cocina estaba… ¡oh, tenía miedo… ¡Diablos!”


Aunque apenas podía entender lo que decía, Carligo asintió en silencio.


En el momento en que Helia seguía mirando a la niña y estaba a punto de girarse.


“…Helia, ¿Estás herida?”


“…Para nada.”


Respondió con indiferencia, con el cabello todo revuelto y desordenado, ante los pequeños cortes y rasguños aún frescos de sus mejillas y brazos.


“…Es un desastre.”


“…Es porque me he revolcado un poco. Ahora me voy a ir.”


Caligo bajó con cuidado a la niña y agarró la cintura de Helia al pasar.


“…¿Segura? ¿Estás bien?”


Helia frunció el ceño mientras era sujetada por la cintura y atraída hacia sus brazos.


“…Estoy bien.”


“…Vamos a ver.”


Recogió suavemente la manga de Helia y le examinó el brazo.


Después de ver algunos lugares más, frunció el ceño.


“…Aquí.”


Su dedo tocó la mejilla.


“…Aquí.”


Apretó la nuca un momento y se apartó.


El cuerpo de Hilia se estremeció.


“…Y aquí también.”


Caligo, le frotó suavemente el dorso de la mano con el pulgar, se retiró lentamente y le sujetó la mano.


“…¿Te duele?”


Luego, giró ligeramente el dorso de su mano y le reconfortó su palma.


“…Aquí también.”


La sangre de la palma de su mano goteaba.


Helia se quedó sin palabras.


Él besó su palma ligeramente.


Sobresaltada por el calor, retiró su mano.


“…¿Qué demonios…?”


“…Estoy practicando.”


“…¿Practicando?”


“… Así es, la práctica para que Helia se acostumbre a mí de nuevo.”


Helia guardó silencio ante aquel comentario absurdo.


Caligo sonrió mientras ella se callaba desconcertada.


“…Me alegro de no te hayas herido gravemente. Antes de nada, tengo que informar.”


Suspiró profundamente y observó a su alrededor.


Los ojos fríos no estaban alegres como de costumbre.


“…¿La epidemia solo está afectando está zona?”


“…Este es el único lugar donde se ha publicado el informe.”


“…Creo que también está en otro lugar. Es meramente especulación, pero creo que esta enfermedad incurable podría haber sido creada por alguien.”


Dijo Helia.


Caligo giró la cabeza ante sus palabras.


‘…Existe la posibilidad en términos de personalidad y los matices de ese hombre.’


Pensó Helia.


Actuaba como si el mundo estuviera a su alcance. Como si fuera a curar la enfermedad casualmente.


“…Y tomó a las personas para mostrarme que podía resucitar a los muertos y se los llevó con él.”


“…¿Resucitar a los muertos?”


Preguntó Caligo con una mirada de asombro.


“…Sí.”


“…Ja, una cosa tan vana…”


Sonrió como si fuera absurdo.


“…Pero realmente cobró vida.”


Ante las palabras de Helia, Caligo se detuvo.


Al verlo desconectado Helia se encogió de hombros cuando la miró y pasó de largo.


“…Helia.”


“…Sí.”


Caligo dudó en mirarla cuando se dio la vuelta.


La llamó con urgencia, pero no se le ocurría nada que decir.


“…La medicina está rota. ¿Está bien?”


Caligo señaló el frasco de medicina visiblemente roto. Helia asintió secamente.


“…Sí, ya he desarrollado la medicina. Informaré de ello hoy, y me temo que me iré pronto cuando esté resuelto.”


Como habían sucedido cosas malas, había una alta probabilidad de retirarse de inmediato.




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