“… Porque seguía llamando y tocando en mi vientre diciendo que quería vivir, porque nació y me tomó de la mano con fuerza, y porque despertó el odio y el amor al mismo tiempo.”
“…..”
“… ¿No lo crees? Abandonaste a tu hija te fuiste, y finalmente regresaste aquí.”
Helia no pudo decir nada ante las palabras de la Duquesa de Verdi.
Nunca pensó que regresaría aquí.
Su vida estaba a punto de terminar en Morse o irse de allí. Lo había decidido, lo pensaba y no dudaba que lo haría.
Pero, ¿Y ahora?
Ahora estaba aquí, como dijo la Duquesa.
Volvió a este lugar, que era el que más odiaba, el sitio más aterrador, e incluso asistió al banquete. Camino de regreso por su propio pie en medio de la sociedad.
“Yo…”
“… He sido más dura y cruel con él que con cualquier otra persona, pero cuando supe que estaba enfermo, no pude evitar entrar en la habitación.”
“Yo…”
‘… No me gustan los niños.’
Tuvo que hablar con tanta naturalidad como siempre. No podía amarlos.
Sólo entonces podría Helia terminar este trabajo y ser libre de nuevo.
Podía rechazar a Caligo y marcharse de nuevo para que no fuera una molestia para ellos. Con ete sueño instantáneo.
“… No quería amar a mi hija.”
Pero la historia que se filtró de su boca estaba completamente en desacuerdo con la que había reflexionado varias veces en su cabeza.
‘… No quería amarla.’
Obviamente era un tiempo pasado.
No quería amarla, pero acabó entregando un lado a la niña.
“… Porque no merezco amar. No la di a luz porque la amaba. Pero…”
“… ¿Qué bueno sería si pudiéramos movernos como nuestros cerebros piensan? Entonces no nos dejaríamos llevar por esta emoción, por el sufrimiento, por el llanto, por atormentarnos, que genial sería unificar nuestro corazón y nuestra mente.”
Sin embargo, como las cosas no van como se prevé, la gente se preocupa y crece.
Helia se revolvió el cabello con brusquedad.
“… ¿Así que me vas a entregar al obispo?”
“… Bueno, primero me gustaría hablar contigo.”
Helia suspiró.
Fue grosero, pero en realidad no podía permitirse preocuparse por algo tan pequeño. En primer lugar, había tal poder. De lo contrario habría servido para echarla de aquí.
El carruaje no tardó en llegar frente a la mansión.
La Duquesa de Verdi llegó a la mansión y no la guió inmediatamente al salón.
Entró a la mansión y la condujo a otra habitación.
“… Por aquí.”
De una habitación llena de libros como un estudio, sacó algunos libros en orden, la estantería se movió y apareció una pequeña puerta.
Abrió la puerta como si estuviera familiarizada con ella, entró en un pequeño pasillo y bajó las escaleras.
Al entrar, después de atravesar una larga cueva, vio otra puerta al final del camino.
“… Está de camino al anexo. Ya está casi cerrado, así que sólo se puede usar este camino.”
“… Oh.”
“… Sé que es una epidemia. Por si acaso, estaba preparada.”
Helia siguió en silencio, mirando su expresión mientras hablaba con calma.
‘… No sé en qué demonios está pensando.’
Cree que está trazando bien la línea, pero también la está cruzando.
Cuando salieron por la puerta, era el almacén del anexo.
Salieron del almacén y la siguió. La mansión estaba en silencio. El propio anexo parecía casi muerto, como si no hubiera empleados en ese lugar.
Se adentraron en el largo pasillo y la Duquesa llamó a una gran puerta que tenía enfrente.
No hubo respuesta en el interior. Como si estuviera acostumbrada, la Duquesa abrió la puerta con naturalidad.
“… Theodore.”
Cuando entraron en la habitación, un hombre de piel pálida estaba sentado en la cama a lo lejos.
Se quedó quieto como un cadáver y giró la cabeza lentamente.
“Madre…”
La voz ronca era incómoda de escuchar, como si rayara el hierro. Sus brazos estaban negros como si se hubieran podrido, y las manchas negra se elevaban hasta el cuello, que tenían un aspecto aterrador.
El movimiento del cuello parecía incómodo, como si chirriara.
Respiró profundamente.
“… ¿Quién, quién…?”
“… Helia. Soy la Duquesa de Halos.”
“…Oh… Oh.”
Los movimientos, la voz rígida, como una muñeca manipulada y una máquina rota, sonaban muy incómodas.
Helia lo miró de lejos.
“…Theo…Dore… es.”
“… Es Helia.”
“… Sí.”
Helia se acercó y lo miró un poco más de cerca.
Agarró su mano sin dudarlo, subió el dobladillo de la ropa y miró en varios lugares, pero se detuvo cuando encontró su nuca.
Había algo hinchado que sobresalía. Parecía un bulto, y podía sentir cómo se retorcía de vez en cuando.
Helia extendió la mano y lo golpeó ligeramente, Theodore gritó con fuerza.
“… ¡¡¡Ahhhhhhhhhhh!!!”
“¡……¡”
Helia dio un paso atrás con ojos asustados.
Teodoro gritaba retorciéndose de dolor.
Rodando en la cama, parecía una persona diferente a la que acababa de hablar.
“… Theodore.”
“… ¡Oh, Dios mío! ¡Duele! ¡¡Duele!!”
“… ¡Theodore Verdi!”
“… Oh, Dios mío.”
La Duquesa, que se acercó a toda prisa, agarró la mano de Teodoro y lo sujetó con fuerza.
Cuando tomó su mano, Teodoro sacudió la cabeza llorando.
“… Si lo tocas, tendrá una convulsión como está, no puedes tocarlo así .”
La Duquesa, que tenía a Teodoro en brazos, le dio unas palmaditas en la espalda muy familiares.
Helia, que la observaba, estaba inconscientemente hipnotizada por la escena.
“… Está vivo.”
“… No sé lo que es.”
“… Estoy seguro de que es una oruga.”
Eso es todo lo que puede dar.
Los ojos de la Duquesa se abrieron de par en par ante las palabras de Helia. Helia frunció el ceño mientras miraba aquellos ojos muy abiertos como si no lo hubiera pensado.
“… ¿No lo sabías?”
“… ¿Cómo que una oruga?”
“… Creo que es el bicho que usan para “parecer que salvan a las personas”. Deben haber hecho algo usando cristales mágicos.”
Las palabras de Helia la hicieron callar.
Helia dudó un momento antes de explicar lo que había visto hasta el momento. Las orugas, el antídoto y el final de las personas con la enfermedad.
“… Eso es ridículo. ¿Cómo diablos hacen una oruga?”
“… No sé cómo demonios lo hacen.”
Helia negó con la cabeza. Suspiró después de no decir nada durante mucho tiempo.
“… Nunca había visto a nadie así. La mayoría de las personas que he tratado sólo han sido infectadas.”
Era la primera vez que veía a alguien vivo manteniendo ese espíritu a pesar de que ha pasado más de medio año desde que fue infectado.
¿Puede ver que está vivo en primer lugar? Su piel estaba muy fría. Como la de un cadáver.
Así que había algo que Helia podía tocar más libremente.
“Incluso si resulta que está vivo…”
Helia miró la expresión del niño.
Theodore, que es claramente más pequeño que la media, estaba flaco y tieso por todas partes como si tuviera rigidez * post mortem, a simple vista el color de su cara y el sonido de sus latidos no eran muy buenos.
*Post mortem (expresión que significa ‘después de la muerte’) puede referirse a la autopsia o procedimiento por el cual se examina anatómicamente un cadáver.
Aunque tuviera la suerte de recuperarse, probablemente acabaría con su vida pronto. Su cuerpo ya estaba al límite.
“… Aun así, no puedo dejarlo ir así. Dijeron que iba a morir a los cinco años, pero sigue vivo. Es un niño con mucha fuerza de voluntad, así que estoy segura…”
Al oír que la voz de la Duquesa se hacía más pequeña, Helia no pudo decir una palabra.
“… Sé que hay un obispo y sé lo que intenta hacer. Lo tengo en la línea para que podamos localizarlo en cualquier momento.”
“Pero…”
“… El problema es ese niño. El niño no puede aguantar sin la medicina. Ese es el problema.”
Helia vio a Theodore acostado boca abajo exhalando con dificultad.
Si esa cosa detrás del cuello es una oruga, ¿Qué demonios espera el obispo? Va a ser un gran problema crear está forma de lo que quiere que sea.
“… Así que, Helia, si tratas a mi hijo, te daré… cualquier cosa.”
“…..”
Helia respiró lentamente ante las palabras de la Duquesa y cerró los ojos.
No había nada que decir.
“… Helia, algún día me entenderás. Puede que haya un día en que te arrepientas. Así que no lo intentes.”
“…..”
“… Si regresas por donde has venido, habrá alguien que te guiará. Por favor escúchalo para más detalles. Yo estaré aquí.”
“… ¿Te arrepientes?”
Preguntó Helia justo antes de darse la vuelta.
“…..”
La Duquesa no dijo nada.
Fue el momento en que Helia quien se dio la vuelta y agarró el pomo de la puerta sin esperar que se quedará en silencio durante un largo tiempo.
“… Lo hice. Hasta el punto de tener que sostener una sucia mano pagana.”
Click, bang.
La puerta se abrió y se cerró.
La Duquesa enterró lentamente su cara en la cama, sosteniendo la mano del niño entre sus manos.
Sabe mejor que nadie que no volverá haga lo que haga.