Más leídos esta semana

Alicia no tenía ni idea de lo que estaba pasando.


Tal vez era que aquellos gemelos traicioneros y bromistas habían decidido tomar forma de adultos y estaban jugando con sus hachas. O simplemente estaban jugando en general.


Pero la situación era chocante. Si alguien le hubiera dicho que era una pesadilla muy perversa, se lo habría creído.


“-¡Escucha, Alicia!”


Elliot siempre deliraba.


“-Hay una nueva tienda que abrió hace poco. Y la Zanahoria Mont Blanc de allí es una maravilla.”


Sus ojos brillaban, contradiciendo su posición de jefe rudo y segundo al mando de la mafia. El rebote de sus orejas marcaba su alegría.


Alicia no podía contar el número de veces que lo había visto así. La única vez que la había amenazado con una pistola fue cuando se conocieron. Cuando era una desconocida.


Sin embargo, allí estaba ella, con la respiración entrecortada, el sol brillando en el metal opaco que le apuntaba. Los gemelos adultos estaban detrás de él, con sus hachas listas en sus puños cerrados.


Lanzó un gruñido extraño.


Elliot no se inmutó. “Adiós.”, gruñó mientras flexionaba el dedo sobre el gatillo.


“¿Qué es todo este alboroto? El último trabajo ya fue bastante molesto, gracias.”


Elliot se detuvo al oír la voz familiar que venía de detrás de Alicia. Bajó el arma y miró más allá de ella.


Dee se animó. “¡Jefe, ha vuelto! Ha sido rápido.”


“¡Bienvenido a casa, jefe!” gritó Dum.


Alicia se cayó al suelo, con la mente acelerada. Giró la cabeza.


Al ver al hombre que atravesaba la puerta, pensó que su pesadilla podría haber terminado.


Los mafiosos sin rostro empezaron a salir de la mansión, apresurándose a saludar a su jefe que regresaba. Cuando salieron al exterior, alzaron sus voces en un cántico.


“¡Bienvenido, jefe!”


“Bien.”, respondió el hombre, lanzando sólo una rápida mirada a su gente. Entonces sus ojos, totalmente aburridos, se encontraron con los de Alicia.


Su vestimenta era extraña: un traje a medida que parecía un cruce entre ropa formal y un uniforme *ecuestre. Pero no podían existir dos hombres en el País de las Maravillas con rosas y una tarjeta numerada sobresaliendo de su sombrero de copa. Ignoró a los fieles mafiosos que se agolpaban en la zona, con su atención puesta en Alicia.


*Ecuestre: Perteneciente o relativo al caballo, y particularmente a la equitación.


Ella tragó saliva. “*Blood…”


*Decidimos dejar su nombre en inglés para que quede mejor.


Él no respondió.


¿Por qué no iba a…?


“¿Quién eres tú?”


Alicia se puso rígida. “¡¿Eh?!”


Su mirada no era la mirada coqueta a la que estaba acostumbrada. Esa mirada ruda y examinadora de esos ojos azules y verdes…


Sus recuerdos la llevaron al País de los Corazones, cuando lo conoció. La mirada de Blood fue exactamente así.


‘La mirada de alguien que no me conoce.’


Definitivamente era Blood quien estaba ante ella, golpeando el suelo con su bastón mientras se acercaba. Pero se mantenía a una distancia prudente de ella; sus ojos, que la evaluaban, estaban llenos de sospecha.


Y esa sospecha no le era familiar. Blood nunca había sospechado de Alicia en el pasado, nunca había tenido ninguna razón para dudar de ella.


“¿Qué estás diciendo?” Cuando Alicia trató de ponerse de pie, presionó una mano firme contra el suelo. “Yo… ¡oh!”


Todos los mafiosos de la zona sacaron una pistola y la apuntaron. Arrugando el ceño, levantó lentamente las manos en el aire.


“¡Esto no es divertido, Blood! ¿Por qué haces esto?”


Él tarareó. “No podía asegurarlo a primera vista, pero ahora que te miro más de cerca, eres una forastera. Pareces alguien que sólo me aburriría y, sin embargo, me paré al verte, ¿No es así? Hm.”


“¿Se paró?” Alicia frunció el ceño ante la desconocida frase. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero al menos esto le resultaba familiar: sólo Blood utilizaba frases tan vagas.


“Una forastera que aún no está acostumbrada al mundo, supongo. No es inusual… pero eres una chica extraña. Venir aquí significa la muerte. La ignorancia no es excusa, incluso para un forastero.”


“…..”


Ella esperó a que él se explicara mejor, pero no dijo nada más. Recordando que le temblaban las piernas, Alicia se quedó acurrucada en el suelo y contuvo la respiración.


“… ¿Te olvidaste de mí?”


Si lo había hecho, eso explicaría la actitud de la gente de la Mansión Sombrerero. Pero la respuesta a su pregunta no vino de Blood, sino de Elliot.


“No seas estúpida. Blood es el más inteligente de todos: ¡no ha olvidado nada en su vida!”


Alicia se encogió inconscientemente ante la fuerza de la voz de Elliot. Ella había sido lanzada en este mundo muchas veces, y siempre se enfrentaba a pistolas y cuchillos que la apuntaban… pero no estaba acostumbrada al odio. Y teniendo en cuenta quién se lo estaba lanzando ahora…


Blood pareció darse cuenta de su miedo, pero sólo se mostró curioso. No hizo ningún movimiento para contener a Elliot, lo que confundió aún más a Alicia.


Incluso suponiendo que Blood se hubiera olvidado de ella, el Blood que ella conocía nunca actuaría así. Se haría el tímido y andaría con *pies de plomo, como cuando lo conoció en el País de los Corazones. No sería tan… defensivo.


*Pies de plomo: Significa actuar con cautela


“Los forasteros son raros por aquí. Y aunque yo no te conozca, tú pareces conocerme… lo cual no puede ser una coincidencia.” Blood soltó un suspiro. “Bien. Acompáñame a tomar un té, jovencita. Tengo por norma invitar a la gente a mis fiestas del té.”


Claramente estaba fingiendo que no le importaba. Ella se dio cuenta de que estaba tratando de ocultar lo cauteloso que estaba siendo. Blood era el tipo de persona que actuaba de forma casual para poder atraer a un enemigo desprevenido a una trampa.


Elliot apretó los dientes. “¡Al diablo con esto! Ya era bastante malo tener a los hombres del Sepulturero jodiendo las cosas. Prefiero simplemente matarte.”, añadió mientras levantaba de nuevo su arma.


 “¿Matarme?”


Alicia miró a los gemelos y a los otros mafiosos del Sombrerero en una súplica de ayuda, pero no parecían molestos por la actitud de Elliot. En todo caso, la miraron fijamente, como si esperaran que los atacara.


Todo estaba muy mal. Esto no era una pesadilla, era peor.


Alicia sabía lo malhumorado que podía ser Elliot, y parecía peor que de costumbre. Si alguien iba a detenerlo… Su mirada dio un giro completo y se posó de nuevo en Blood.


Los ojos azul-verde brillaban bajo el ala del sombrero. No parecía completamente indiferente, pero si sentía un indicio de simpatía, no actuó en consecuencia. Esos ojos decían que no tenía ningún deseo de protegerla.


Apretó sus manos húmedas en puños apretados.


“¡Blood!”, suplicó.


“¡Deja de llamar al jefe por su nombre de pila como si fuera una especie de amigo!”


Blood arqueó una ceja ante el grito de Alicia y abrió la boca, pero antes de que pudiera decir nada, Elliot avanzó hacia Alicia y le puso el cañón de la pistola en la frente


“¡Ah…!”


“Esta vez no fallaré, chica.”


Alicia no pudo soportar la presión del metal que chocaba contra su cráneo. Cerró los ojos.


Tal vez se despertaría después del disparo, de vuelta en su cama familiar en el Castillo del Corazón. Una parte de ella esperaba desesperadamente eso. Pero el frío del cañón y el odio en la voz de Elliot eran demasiado reales para un sueño.


*BLAM*


 “¡!”


Su cuerpo se estremeció, pero no sintió ningún impacto ni dolor. Abrió tímidamente los ojos cuando el eco del disparo se desvaneció en el aire.


No tuvo tiempo de sorprenderse por el creciente olor a pólvora procedente de otro lugar


“¿Alguien nos disparó?”, gritó un mafioso.


“¡Pediré refuerzos!”, gritó alguien.


El ambiente que rodeaba a Alicia cambió bruscamente cuando los mafiosos apuntaron con sus armas hacia ella y ladraron órdenes. Ella miró hacia abajo; había una marca carbonizada en el suelo donde se había enterrado una bala. Y mientras seguía la mirada colectiva de la mafia del Sombrerero, finalmente vio la sombra de un hombre en el bosque contiguo, sosteniendo lo que parecía un explosivo encendido.


Antes de que pudiera lanzarlo, el fuego brotó del extremo del arma de Elliot.


“¡No es tan fácil!”


“¡Hrgh!” La sombra se desplomó con un jadeo. Un instante después, una explosión sacudió los árboles y liberó una ráfaga de aire que apestaba a pólvora.


Elliot giró alegremente, con sus orejas marrones apuntando al cielo, y luego prácticamente corrió hacia una salida de los terrenos de la mansión.


“¿Se supone que eso es un ataque?”, se burló. “Los matones del Sepulturero creen que somos idiotas, ¿Eh? Vamos, chicos, ¡Están todos conmigo!”


“Sí, señor.”


Los mafiosos no parecían muy entusiasmados, pero siguieron a Elliot sin rechistar, excepto los gemelos con hachas que montaban guardia en la puerta. Se limitaron a fruncir el ceño.


“¡Oye!” Dee gritó. “No vamos a ir, estamos haciendo nuestro trabajo en la puerta. Y no somos tus hombres, conejito.”


“¡Sí!” Dum estuvo de acuerdo. “¡Correr a los tiroteos es tu trabajo, conejito! Yo nunca me arriesgaría así sin que me pagaran más.”


“¡Cállate!” Elliot gruñó, disparando su arma para hacer hincapié. Estaba claramente en modo de batalla. “Si tienes tiempo para quejarte, tienes tiempo para matar algo. Muevan el culo.”


Pero a pesar de la urgencia, Dee y Dum ni siquiera lo miraron. Se encogieron de hombros y se apoyaron en la puerta.


“Guardianes de la puerta.” llamó Blood, con su voz grave resonando tan fuerte como los disparos. “Vayan con Elliot: es una orden. Matar a la gente antes de que atraviese la puerta es parte de su trabajo.”


Alicia tuvo una sensación extraña con los nuevos ruidos metálicos mezclados con el clamor de la batalla. Se giró; efectivamente, el chasquido de las cámaras giratorias provenía de las manos de Blood. Su bastón de un momento antes había cambiado.


Ahora sostenía una pistola de plata.


“¿Qué?” Alicia chilló, la palabra apenas salió de su boca. La pregunta fue ahogada por los jadeos de los gemelos.


“Mierda… Si son órdenes del jefe, tenemos que hacerlo, ¿Eh? Quería limpiar el desastre de ese estúpido conejo y robarle la gloria.”


“Sí. ¡Pero jefe, acuérdese de que nos portamos bien cuando repartas los bonos!” Los gemelos echaron a correr ligeramente, refunfuñando más quejas y exigencias. Blood no se dignó a responder.


Aunque Alicia sintió un apretón de nostalgia al oír sus bromas, no apartó los ojos del arma de Blood.


“¿Es eso… nuevo?”, preguntó, sin estar segura de que él pudiera oírla


El jefe de la Familia Sombrerero que Alicia conocía tenía un arma, claro, pero no era una pistola. Estaba acostumbrada a que su metralleta cubierta de rosas escupiera un chorro mortal de balas, arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Esta nueva pistola era más pequeña, más elegante… aunque el diseño de la rosa era igual de pretencioso.


Los ojos azul-verdosos de Blood se fijaron en ella.


El escalofrío de esa mirada hundió su estómago, incluso cuando él la desvió hacia donde estaba disparando. Inclinó la cabeza hacia los sirvientes que quedaban.


“Lleven a la chica bajo custodia.” ordenó. “Pero no la maten. Todavía.”


El pánico volvió a invadir a Alicia mientras se ponía en pie. Dos sirvientas armadas aparecieron a cada lado de ella.


“¡Sí, señor!”, gritaron.


Y con eso, Blood se dio la vuelta y salió. Alicia se quedó mirando su espalda en retirada mientras las criadas la agarraban por los brazos.


“Ahora, si vienes por aquí~”


“El jefe no nos dejará matarte, pero por favor no te resistas~”


Alicia tragó saliva. “Lo sé.” murmuró débilmente. “Iré en silencio.”


Si la orden de Blood era lo único que la mantenía con vida, sabía que era mejor no correr. Agradeció a Dios que las criadas no la asesinaran a la ligera, al menos por ahora.


Dejó que las criadas la guiaran hasta un muro junto a la puerta. Pero tenía que preguntar, así que se aclaró la garganta con cuidado.


“Um, oigan. Sobre el arma de Blood… quiero decir, de tu jefe. ¿Cuándo cambió de metralleta?” Ella recordaba que él había dicho que era ‘un dolor’ cambiar de arma, así que algo debía de haber cambiado… Las dos sirvientas inclinaron la cabeza al unísono ante la pregunta de Alicia. Intercambiaron miradas de asombro.


“¿Metralleta~? ¿Alguna vez usó el Jefe una de esas~?”


“No sé de qué estás hablando~. El jefe siempre ha usado una pistola~”


Alicia parpadeó. “¿Siempre? ¿Esa pistola?”


Alicia esperaba más de una reacción si estaban mintiendo, pero la mujer asintió con despreocupación.


“Por supuesto~. Recuerdo que dijo que le gustaría que tuviera un poco más de potencia de fuego, pero…~”


“Sí~ Pero entonces decidió quedarse con la pistola y ver cómo iban las cosas~”


Alicia se agarró su sien con confusión. “Eso no puede estar bien.”, insistió. “¡He-aah!”


Un sordo estruendo sacudió la puerta que los ocultaba. ‘¿Era una bomba?’ pensó Alicia frenéticamente mientras las dos criadas sacaban sus armas.


Sin dejar de vigilar a Alicia, las sirvientas tomaron posiciones en las que podían disparar al enemigo fuera de la mansión. Mientras Alicia se tapaba los oídos con las manos ante el estruendo de sus armas, se dio cuenta de algo: en la mansión del Sombrerero, según recordaba, a nadie se le pedía que tuviera los ojos puestos en dos objetivos a la vez. Blood nunca dio a sus Sin Rostro tanta responsabilidad.


Era casi como si… la mansión se hubiera vuelto más dura. O Blood estuviera más desesperado


Alicia casi podía descartar la hostilidad de las sirvientas, ya que no conocía a estos Sin Rostro en particular; la mansión solía alternar sirvientes o pistoleros para combatir a los atacantes o participar en guerras territoriales. Pero si Blood, Elliot y los gemelos actuaban como si no la conocieran, y la actitud de toda la mansión parecía diferente…


No dejaba de pensar en esa pistola de plata. En cómo Blood “nunca” había llevado una metralleta, aunque le hubiera interesado para el futuro.


Ella sabía, por dolorosa experiencia, que el sentido común no siempre funcionaba en el País de las Maravillas. Si una verdad insensata la estaba mirando a la cara, entonces tenía que aceptarla.


Alicia jadeó, con el humo y el olor a hierro rodeando su cuerpo.


“¿Este lugar es… como era antes de que yo llegara…?” Su vocecita se fundió bajo las explosiones y los disparos. Era tan débil que apenas la reconoció como propia.



No quería creerlo, pero la teoría encajaba. Incluso explicaba la batalla que se libraba tan cerca de la mansión: la primera vez que Alicia se encontró con Blood en el País de los Corazones, los Sombrereros ya habían reclamado este territorio, y todos sabían que debían temerlo. Casi nadie la visitaba.


Alicia conocía los rumores: si uno llegaba cuando los Gemelos Sangrientos estaban trabajando, sería descuartizado en poco tiempo. Incluso si tenías suerte y no estaban cerca, te convertías en víctima de la tortura de los mafiosos que vivían dentro de la mansión. Las historias de amenazas eran de dominio público en el territorio, por lo que probablemente Alicia nunca había oído hablar de que los Sombrereros tuvieran que defenderse de un asalto frontal.


Pero si esto era el pasado… un mundo en el que los Sombrereros todavía estaban construyendo una reputación y una posición en el mundo…


Una de las criadas le hizo una mueca. “¿Por qué sigues murmurando para ti misma~?”, preguntó mientras disparaba más allá de la puerta. “¡Esto es peligroso, sabes~!”


“¿Eh…? ¡Ah!”


Una bala rozó la puerta con un chirrido agudo. Sacada de sus pensamientos, Alicia se agachó. Se había acostumbrado a las armas en su tiempo en el País de las Maravillas, pero eso no significaba que tuviera ganas de morir.


“No se rinden fácilmente, ¿Verdad?”


“Por allí~ ¡Aquí vienen~!”


Las criadas no parecían nerviosas mientras respondían al fuego, pero eso no hizo que Alicia se sintiera mejor. Se puso en pie y se asomó a la puerta.


En el exterior -justo alrededor de donde Elliot había atacado a un bombardero sombrío- pudo ver cómo se agitaba una rama. Esperaba que los disparos y las explosiones que la rodeaban lo hubieran provocado.


Se le encogió el estómago cuando un hombre saltó de entre las sombras del árbol. Levantó un arma.


El sudor corrió por la espalda de Alicia. “¡Allí!”, susurró a las criadas.


“¿Puedes hacer el favor de callarte~? ¡Estamos un poco ocupadas aquí~!”


Alicia trató de advertir a las criadas de nuevo, pero estaban demasiado ocupadas disparando. La boca de la pistola del hombre se dirigió a una de las sirvientas Alicia no se detuvo a pensar. Tiró a la criada al suelo.


“¡Abajo!”


“¡Whoa~!”


La bala explotó en la pared por encima de ellas, enviando trozos de piedra que se esparcieron por el pelo de Alicia. La doncella se retorció sobre sus rodillas y devolvió el disparo.


El pistolero junto al árbol se desplomó en el suelo.


Alicia respiró aliviada. Cuando la criada se levantó, su mirada se cruzó brevemente con la de Alicia.


Un indicio de gratitud brilló en ese rostro indistinto. “Gracias~” la criada respiró.


“Me alegro de que estés bien.”


La criada volvió a disparar al lado de su compañera como si nada hubiera pasado. Alicia se puso de nuevo en pie y tomó un pequeño respiro.


No tenía ni idea de contra quién estaba luchando la Familia Sombrerero. Tal vez se trataba de una disputa entre familias mafiosas, o parte de alguna guerra territorial… o tal vez era sólo el resultado de algunas “reglas” que Alicia no podía comprender


Sólo sabía una cosa con seguridad: este lugar era diferente del País de las Maravillas que ella conocía. Se secó el sudor de la nuca mientras los golpes y las explosiones resonaban en sus oídos.


Entonces, inesperadamente, el sonido de los disparos se diluyó en una avalancha de pasos en retirada. Alicia parpadeó cuando las dos criadas bajaron sus armas.


“Creo que han terminado~ ¡Qué dolor~!”


“¡No me digas! ¡Estoy agotada~!”


Las doncellas suspiraron cuando sus ojos se encontraron, sus armas pasaron suavemente de una posición baja a Alicia de nuevo. Alicia miró fijamente los cañones entrenados, y luego levantó las manos en señal de sumisión.


“Lo sé.”, dijo rápidamente. “No voy a huir.”


“Se da cuenta rápido, ¿Eh~? Todavía no sé en qué estabas pensando cuando me cubriste con tu cuerpo~”


Alicia dejó escapar un suspiro. “Tu jefe te ordenó que me vigilaras, ¿Verdad? ¿Vale la pena que luche contra eso?”


Alicia sabía que el jefe de cada territorio tenía una autoridad absoluta, especialmente cuando se trataba de la Mansión del Sombrerero y de su estrecha familia mafiosa. En los Países de los Corazones y del Trébol, Blood sólo podía aceptarla como visitante en medio de las facciones enfrentadas porque estaba en la cima su organización. Pero ahora, si la relación de Alicia con él ya no existía, lo único que podía hacer era rendirse en silencio.


“Eres una prisionera inteligente, deberías quedarte así~ Eso nos ayudará~”


“Porque si corres, aunque el jefe nos haya ordenado no disparar, igual tendríamos que matarte~”


“Sí, claro.”


Alicia no podía entender si no querían dispararle por el lío que causaría, o porque no querían desobedecer las órdenes. Pero antes de que pudiera decidirlo, oyó el sonido de unos pasos que se acercaban a la puerta y olió un olor a hierro.


El Sombrerero Loco -seguido por sus secuaces y los mafiosos Sin Rostro- entraba con el ceño fruncido por las secuelas de la batalla. Había sangre fresca salpicada por todas partes.


“Uf.”, refunfuñó Dee. “Eso fue un poco pegajoso. Hice muchos cortes, pero nunca pensé que habría tantos. ¡Estoy hecho polvo!”


“¡Deberíamos recibir una paga por riesgo, jefe!” Dum intervino.


“Hn.”, gruñó Blood. “Tal vez.”


Elliot se dirigió a los gemelos, con los ojos en llamas. “¡Pequeños gusanos! Les dijimos que era parte del trabajo, ¡no hay manera de que obtengan bonos por ello!”


Una de las sirvientas que custodiaba a Alicia dio un paso hacia Blood, con su arma aún apuntando a la frente de Alicia.


“Jefe~… Hay algo de lo que nos gustaría hablar con usted~”


“.. ¿Ahora mismo?”


Blood parecía que no deseaba nada menos, pero la criada todavía comenzó su informe. Habló en voz lo suficientemente baja como para que Alicia no pudiera escuchar.


“…..”


Alicia se preguntó qué estaría diciendo la criada. Con el corazón inquieto, miró fijamente a Blood… hasta que él volvió a dirigir esos ojos azul-verdosos hacia ella.


Seguían siendo fríos como el hielo. Recordó una ocasión en la que él la había mirado así antes, pero el recuerdo sólo la hizo sentirse aún más distante del hombre. Finalmente se acercó a ella, con la boca ligeramente torcida.


“Has protegido a uno de los míos, jovencita. Eso fue algo bastante imprudente… Quizá pensaste que podrías colarte en mi organización de esa manera.” Se burló.


Alicia no podía decir que nunca había actuado por interés propio, pero esta vez no había tenido ningún motivo oculto. Simplemente había salvado a la criada por instinto.


“Es que… no me gusta ver morir a la gente delante de mí.”, argumentó. “No estaba tratando de ganar ningún favor.”


“¿Oh?” Blood parecía ligeramente interesado en esa respuesta. Sus ojos se entrecerraron bajo el ala de su sombrero.


‘Es como la primera vez que lo conocí.’


Siempre le habían fascinado tanto las cosas inusuales que no podía hacerles daño, aunque supiera que eran peligrosas. Era una mala costumbre suya. Pero antes de que Blood pudiera responder, Elliot se cruzó con él.


“Ugh. ¿Todavía estás aquí?” La Liebre de Marzo no se había molestado en limpiar la sangre de sus mejillas. Levantó despreocupadamente su arma.


Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Alicia. Sin aparente vacilación, Elliot puso el dedo en el gatillo.


“Muérete, ¿Quieres? Dolor en el…”


“¡Qu-NO!”


Alicia apretó los ojos cuando el disparo se hizo añicos. Un fuerte golpe sonó en el mismo momento.


“¡Nngh…hggh!”


Milagrosamente, los gemidos no salieron de su propia garganta. Venían de Elliot.


Alicia abrió los ojos y dio un pequeño grito. Elliot estaba de rodillas, con el pie de Blood moliendo en la parte baja de su espalda.


“¿Quién te dijo que dispararas, Elliot?” murmuró Blood, mirando a su subordinado con desprecio.


“¡Pero Blood…!”


“Estábamos teniendo una conversación. Nunca interrumpas a tu jefe.”


“Pero cuando dijo ‘Blood’, ella… ¡Ugh!”


Tal vez Blood sólo quería detener la discusión; clavó su tacón en el costado de Elliot. Le dio otra patada al hombre, obviamente herido, y luego golpeó a Elliot en la cabeza con su bastón. Blood mostró una sonrisa de desprecio.


“Yo soy el que decide lo que le pasa a la chica. Vuelve a apuntarle con tu arma y te dispararé.”


“Lo siento, jefe…”


“Está claro que tengo que meterte a golpes eso en el cuerpo o no se te queda.”


“¡No me meteré más en tu camino, lo prometo!”


“Eso espero.”


Alicia observó la paliza, estupefacta, pero el resto de los Sombrereros Sin Rostro desviaron sus ojos desvaídos. Ninguno de ellos se quejó del salvajismo prepotente de su jefe. Elliot ni siquiera se resistió.


“…..”


Alicia tuvo una sensación de déjà vu. Recordaba una época, no muy lejana, en la que el Conejo Blanco la había arrastrado al País de las Maravillas, en la que este tipo de crueldad era habitual entre las paredes de la Mansión del Sombrerero. Con el paso del tiempo, había presenciado cada vez menos escenas de ese tipo, pero probablemente nunca habían cesado del todo. Tal vez los Sombrereros se las habían ocultado para ser educados.


Ahora, claramente, no sentían la necesidad.


Los gemelos se acercaron de repente por detrás de Blood, retorciendo distraídamente las manos sobre los mangos de sus hachas. “Oye”, interrumpió Dee. “Si el conejo está castigado ahora, jefe, ¿Qué vamos a hacer con ella? ¿Quieres que la matemos?”


“Eh, quiero dinero extra si tengo que hacer algo extra. Odio hacer cosas gratis. Podemos tirarla a la pila de cadáveres y añadir su muerte a nuestro dinero extra.”


Blood se encogió de hombros. “Sé que la chica parece problemática, pero podemos matarla más tarde, si me apetece. Por ahora, sólo hay que meterla en una de las celdas. Al menos hasta que decidamos cómo tratarla.”


La criada que Alicia había salvado asintió con la cabeza. Bajó su arma y volvió a agarrar el brazo de Alicia.


“Como desee, Jefe~ Señorita, si viene con nosotras~”


Alicia retrocedió ligeramente. “¿Si… tengo que hacerlo?”


La criada la condujo al interior del edificio y a las profundidades de la mansión.


Alicia había recorrido el mismo camino innumerables veces en el País de los Corazones y en el País del Trébol. La mansión tenía algunas decoraciones diferentes esta vez, pero era esencialmente la misma estructura de siempre.


¿En qué país se encontraba? ¿Y quién estaba en él? Alicia deseaba saber contra quién habían luchado los Sombrereros en el exterior. Tenía un millón de preguntas que hacer…


Pero sabía que los Sombrereros no responderían. No si de pronto no la conocían, o no la recordaban. Sea lo que sea lo que estaba pasando.


La criada finalmente llevó a Alicia a un pasillo del sótano en el que Alicia nunca había entrado antes. La ansiedad de Alicia se disparó ante la escasa luz y las frías corrientes de aire. Pasaron por una larga fila de puertas hasta que la criada abrió una al final.


“Aquí, si es tan amable~”


“Eh… gracias por la hospitalidad.”, murmuró Alicia torpemente mientras entraba.


Sus ojos recorrieron el suelo de piedra, una cama que sólo podía llamarse cariñosamente *catre y una pequeña ventana con barrotes de hierro que ahogaba la luz exterior. Como una típica prisión, por lo que ella sabía.


*Catre: Cama ligera para una sola persona.


Mientras miraba aturdida la celda, oyó el ruido y el *chak* de la puerta que se cerraba y echaba el cerrojo tras ella.


‘No tenían que cerrarla.’ pensó. ‘Saben que no voy a huir.’


Todos los empleados de la mansión pertenecían a la mafia; nadie podía escapar de un lugar lleno de mafiosos en guardia. Aunque Alicia conocía la mansión bastante bien, no había manera de que pudiera escapar sin que alguien la notara.


Sin nada más que hacer, se sentó en el catre pegado a la pared. El colchón, duro como una roca, se adaptaba bien al aire húmedo. Mientras consideraba la posibilidad de dormir en esa cosa, sus labios se curvaron irremediablemente en una sonrisa sarcástica.


“La verdad es que es un trato bastante bueno para un desconocido que acaba de aparecer en un cuartel de la mafia.” Puso los ojos en blanco hacia el techo. “Al menos no me están torturando.”


Sólo un par de veces en el pasado, los Sombrereros habían insistido en que se quedara como invitada en una de sus lujosas habitaciones. Y era algo más que su habitación de invitados: la habían invitado a la de los gemelos. A la habitación de Blood.


Todas y cada una de las habitaciones eran un gran secreto dentro de la mafia. Pero también habían acogido a buenos amigos, por lo que podía recordar fácilmente los interiores de todas esas habitaciones.


‘¿Qué pasó con esos amigos…?’


Mientras se tumbaba en el frío catre, las preguntas daban vueltas en la cabeza de Alicia. ¿Acaba de haber otra “mudanza”? ¿Esto cuenta como “mudanza”? Pero no sólo se había ido a un lugar diferente, sino que el flujo del tiempo parecía haberse invertido en ella.


Alicia se acercó al techo en la penumbra y apretó la mano.


Sabía que por mucho que extendiera la mano hacia el espacio vacío, nada llegaría a sus manos. Pero aun así extendió la mano y la cerró, una y otra vez.


Una reina que perdía constantemente los nervios y ordenaba decapitaciones. Un extraño caballero que siempre estaba perdido. Un conejo acosador que nunca escuchaba lo que nadie decía. Ahora los anhelaba, pero ni siquiera sabía si existían en este país…


Su visión empezó a nublarse. Sintió que una repentina y pesada somnolencia le quitaba las fuerzas.


“¿Eh…?”


Sus párpados cayeron, como si una mano invisible los presionara. Claro, era de noche, pero no recordaba haber sentido nunca un aturdimiento tan insistente. No podía mantenerse despierta. Tal vez era la fatiga física y mental después de todo lo que había pasado.


“…..”


Deseó que cuando se despertara, estuviera de vuelta en el castillo rojo.


Pero incluso mientras lo deseaba, una parte de ella sabía que no se haría realidad.


* * *


“Por favor, avísame cuando termine de comer, ¿Sí? El jefe está llamando.”


De todas las conversaciones que Alicia había tenido con la criada a través de la puerta de la celda… esta era diferente. Ella frunció el ceño mientras aceptaba la bandeja deslizándose por la ranura.


“¿Te refieres a Blood?” Preguntó Alicia.


“Sí~ Así que cómete eso rápido, por favor~ No es muy bueno esperando~”


Alicia oyó los pasos de la criada alejarse rápidamente y se quedó mirando su bandeja.


Podía saber el periodo de tiempo aproximado a través de la ventana enrejada, así que sabía que habían pasado unos diez periodos desde que la encerraron. Supuso que Blood tenía sus razones para encarcelarla, pero aun así… este Blood era un poco más lento para actuar que el Blood que ella conocía.


Como sea. Estaba harta de estar sentada en aquella lúgubre celda y de hacer gestos con los pulgares. Alicia prácticamente bebió la sopa y el pan, y para cuando terminó, volvieron los pasos de la criada.


“¿Terminaste de comer~? Entonces ven por aquí~”


Una llave giró en la puerta con un *chak* Alicia vio como la puerta finalmente, finalmente se abría de nuevo.


Incluso si la criada se había enterado de que Alicia era una forastera, estaba claro que no iba a correr riesgos. Otro miembro de la mafia estaba en las sombras detrás de ella, su arma enfundada pero lista.


“Por aquí.”


Las dos acompañaron a Alicia mientras ésta salía con cuidado al pasillo. Mientras la escoltaban fuera del área de la prisión, sintió las duras miradas de todos los miembros de la mafia con los que se cruzaron. Pero ella sólo estaba caminando. ¿Qué tan amenazante se creían que era?


Los mafiosos del Sombrerero que ella conocía siempre se habían paseado con un aire de aburrimiento, pero estos tipos eran diferentes. Era como si… estuvieran restringidos, endurecidos.


Pasaron por delante del dormitorio de Blood; en su lugar, Alicia fue conducida a una habitación en la parte trasera de la vivienda. Alicia tenía un claro recuerdo de haber estado en una de estas habitaciones antes. ¿Era éste el único lugar donde Blood la vería ahora? La sirvienta la detuvo frente a unas puertas finas, donde dos mafiosos montaban guardia.


Esto era algo que Alicia nunca había visto: alguien que se quedaba fuera cuando visitaba al jefe. Después de que uno de los guardias golpeara la puerta, una voz altiva surgió de detrás de ella.


“Entra.”


“Si es tan amable~” La doncella le hizo un gesto a Alicia para que entre.


Alicia suspiró. “Discúlpeme”, murmuró.


Pasó por la puerta y entró en una habitación que ella recordaba. Estaba decorada como un salón con dos grandes sofás enfrentados. Blood se sentó en el centro de uno, y cuando sus ojos se encontraron con los de él, las comisuras de sus labios se levantaron ligeramente.


Una inesperada fila de mafiosos se encontraba detrás de él.


“Cuánto tiempo sin verte, jovencita. Pareces saludable, para ser una prisionera.”


“Es usted muy amable. Debería agradecerle toda su consideración…”


Alicia se dispuso a sentarse despreocupadamente en el sofá de enfrente, pero se congeló al oír el *clack clack clack* de los hombres sacando repentinamente sus armas.


Alicia levantó las manos en su defensa. Blood chasqueó los dedos.


Las pistolas volvieron a sus fundas.


Alicia estaba perdiendo la paciencia en todo este asunto. Arrugó el ceño mirando a Blood.


“Me has llamado aquí, y estás ahí sentado, y todavía no le has ofrecido asiento a una dama. Creo que eso es un poco grosero.”


“No es muy propio de una dama sentarse con un jefe de la mafia sin una invitación.”, contestó con disimulo. “Ahora te invito yo. Siéntese, jovencita.”


Extendió la palma de un guante blanco y le indicó el otro sofá. Ella se acomodó en el asiento.


La distancia entre sus sofás parecía de mil kilómetros.


“Me alegro de estar fuera de esa húmeda celda,”, dijo ella, “pero ¿Qué quiere de mí?”


Intentó elegir sus palabras con cuidado para no provocar a los mafiosos, pero tenía mucha experiencia con ellos, así que sabía que podía ser directa. El Blood que conocía, como típico mafioso, odiaba la adulación y los halagos. Esperaba que esta versión de él compartiera ese sentimiento.


Por supuesto, sus palabras no parecían molestarle. Todo lo contrario: una sonrisa malvada se dibujó en su rostro.


“Pensé en escuchar lo que tenías que decir. La conversación que hubiéramos tenido antes de ser interrumpidos.”


“¿Qué conversación?”


“Quería escuchar la razón por la que protegiste a mi empleado.” Golpeó impacientemente la mesa.


Blood Dupre, el Sombrerero Loco, era el líder del territorio, una posición extraordinaria entre los poseedores de roles, alguien que intentaba controlar el juego de todos los habitantes del País de las Maravillas. Tendía a ser ambiguo y nunca relajaba su actitud de superioridad. A ella le gustaba ese estilo suyo, sinceramente.


Pero las acciones de este Blood eran un poco más fáciles de leer para Alicia. ¿Actuaba de forma más obvia a propósito para atraerla a una falsa sensación de seguridad?


‘Lo dudo.’


Para él, ella era sólo una desconocida forastera. No necesitaba hacer trucos.


“¿Era tan impensable que salvara a tu criada?”


“No es impensable. Sólo inútil, por lo que veo. No eres reemplazable, así que ¿Por qué te arriesgarías por alguien sin valor como ella? Es sospechoso.”


“¿Inútil? Eso es algo desagradable para decir sobre tu sirviente.”


El Sombrerero dejó escapar su aliento en una risa fría y sibilante.


“¿Te he decepcionado? Tal vez, pero puedes ver lo desconcertado que estoy por tus acciones. Arriesgaste tu vida por otra persona, quizás esperando que yo perdonara la tuya a cambio… pero la vida es demasiado barata en este mundo para eso. Fue una estupidez.”


“…..”


Sus palabras eran crueles, pero Alicia renunció a intentar discutir con él. Nunca pudo convencer al viejo Blood, y él ya no era este… tipo nuevo.


“Así que.”, dijo por fin. “¿Me llamaste aquí sólo para decirme que mis acciones eran inútiles?”


“Estoy demasiado ocupado para eso. Quiero saber qué es lo que buscas.”


“¿Con qué fin?”


Asintió lentamente con la cabeza. “Eres una forastera, pero dijiste mi nombre como si fuéramos… cercanos. Sabías dónde está esta mansión. Ya que pareces conocerme de alguna parte, necesito averiguar cuánto sabes y qué planeas.”


Él pronunció las palabras con un aire indiferente, pero ella siguió captando indicios de una amenaza. Sabía que ser humilde era su apuesta más segura


Pero Alicia decidió replicar.


“Haz las suposiciones que quieras.”, respondió. “No creo que confíes de nada de lo que pueda decir ahora mismo.”


“..¿Oh?”


Blood parecía un poco sorprendido, pero no enfadado. Una pequeña risa se le escapó de los labios.


Fue Alicia quien se sintió extraña ante su inesperada reacción. “¿Qué?”, preguntó.


“Nunca esperé que alguien usara la palabra ‘confianza’ cuando se trata de la mafia. O que diera a entender que quiere que confíe en ella. ¿Debo tomarlo así?”


“Así que eres optimista.” Intentó mantener un tono ligero, pero se le revolvió el estómago.


Por supuesto que Alicia quería que él confiara en ella. Pero como sabía que eso era imposible en este momento, se contuvo. Ya se sentía lo suficientemente vacía como para que sus esperanzas se vieran frustradas.


Miró a su alrededor. “¿Esto pone fin al interrogatorio?”, preguntó. “Si es así, le agradecería que me dejara libre.”


“No, todavía tengo asuntos con usted.”


“¿De verdad? Entonces, ¿Podríamos terminar rápidamente?” Alicia le dirigió una mirada de expectativa.


“No importa tu objetivo, el hecho es que sigo estando en deuda contigo.”


“¿Me debes…? ¿Te refieres a por proteger a tu criada?”


“Sí. La cuestión es cómo saldar la deuda.”


Con una fina sonrisa, Blood miró a los ojos de Alicia. La mirada intensa -como si no quisiera perderse nada- era un poco diferente de la mirada del Blood que ella conocía.


Pero seguía estando segura de que él no perdía el tiempo con palabras sin sentido. Al fin y al cabo, era Blood Dupre, el hombre que había revelado públicamente el nombre secreto de un enemigo, que tenía un historial de poner de los nervios a la gente y de crear enemigos. Fuera quien fuera el hombre que tenía delante, supuso que las partes horribles de la personalidad de Blood no iban a cambiar tan fácilmente.


Antes de que las cosas fueran de mal en peor, Alicia abrió la boca. “Así que eso significa que estás en deuda conmigo, ¿Verdad?”


“Veo que por fin quieres algo.”


Alicia ignoró la mirada de Blood que parecía decir: -No es que vayas a conseguirlo.


“Si estás en deuda conmigo, quiero que me mantengas en la mansión. ¿Es eso posible?”


Blood enarcó una ceja. “¿Qué significa eso, jovencita?”


“Significa exactamente lo que he dicho. Quiero quedarme en la Mansión Sombrerero.” Se aclaró la garganta. “No entraré en ninguna zona que me bloquees, y haré todo lo posible por no estorbarte. ¿Trato?”


“…..”


Parecía que Blood quería darle un rechazo inmediato, pero entonces cerró la boca. La miró fijamente, buscando.


Desde el punto de vista de Alicia, una huida significaría dirigirse a los otros territorios, y ella no tenía ni idea de qué otros territorios existían aquí. Quería quedarse con lo que conocía. O, al menos, lo que solía conocer.


Aunque no hubiera salvado la vida de la doncella con este fin, necesitaba toda la ayuda posible.


Sin embargo, sus preocupaciones resurgieron en el inesperado y largo silencio de Blood. ¿Parecía más sospechosa ahora? A través del latido de su nervioso corazón, soltó: “Tal vez estoy pidiendo demasiado.”


Blood exhaló un corto aliento.


“¿Quieres quedarte? ¿Incluso cuando pareces saber tanto sobre lo que ocurre aquí?” Sus finos labios se estiraron en una sonrisa. “Tu mente funciona de formas extrañas… incluso para un forastero. De acuerdo, puedes quedarte, si una joven encuentra tanto atractivo en un cuartel de la mafia. ¿Estás aburrida o algo así?”


Alicia sintió que Blood volvía a su cara. “Yo… desearía que fuera sólo eso. Pero desde que llegué a este mundo, nunca he tenido tiempo para aburrirme.”


Sonaba como si la tratara como una mascota exótica. ‘Así que estoy condenada a eso cada vez que me encuentro con él, ¿Eh? Ugh.’


“No te estoy pidiendo que me mantengas aquí gratis. En lugar de la renta… bueno, puedes ponerme a trabajar, si eso es suficiente.”


“¿Trabajo que puede hacer una princesita como tú? Lo pensaré. Pero es una pena.”


“¿Qué es?”


Inclinó la cabeza y levantó un poco el ala de su sombrero. “Podría haberme divertido de otra manera si fuera un operativo enemigo encubierto.”


Nunca sería tan estúpida como para intentar colarse en la Mansión Sombrerero como espía. “Siento decepcionarte”, murmuró ella.


Él soltó una breve carcajada ante su respuesta, pero no sonó relajado. Le faltaba esa increíble sensación de calma de los Países de Corazones y Trébol.


No podía ‘manejar’ a este hombre. Parecía ferozmente privado, frío e intimidante. Ella sólo podía beneficiarse de su emoción por encontrar algo raro.


“…..”


Por otro lado, él había sido así cuando ella lo conoció en Corazones.


Era una extraña forastera. Alguien con un corazón real que venía de un mundo diferente. Era la única razón por la que Alicia podía permanecer en la Mansión Sombrerero sin temer por su vida


“Espero que me hagas pasar un buen rato también fuera de las horas de trabajo.”, dijo Blood. “Pero vayamos al grano. Si vas a vivir en esta mansión, seguirás mi sencilla regla.” Levantó el dedo índice. “Nunca salgas de los terrenos sin mi permiso. Si rompes esa regla y abandonas la mansión, te perseguiremos como a un fugitivo.”


“.. ¿Crees que realmente podría huir con tus secretos?”


Había reconocido que no era una agente enemiga, pero ¿Aún se aferraba a sus sospechas sobre ella? Estaba un poco… herida, sinceramente.


Ni siquiera parpadeó. “Estoy permitiendo que una *entidad desconocida se quede cerca. Creo que la regla es razonable. Si vas a discutir algo tan simple, no veo cómo puedes vivir aquí.”


*Entidad: Algo o alguien que tiene existencia real, algo que existe como distinto e independiente, ente o ser material e inmaterial.


“Bien.”, dijo ella rápidamente. “Lo entiendo, más o menos. Me considero advertida.”


Alicia aún no sabía con certeza qué clase de hombre era este Blood, pero la ida y vuelta la hizo sentir un poco mejor. Parecía… más joven que el Sombrerero Loco que ella conocía. Como si tuviera las mismas habilidades, pero no el control total de ellas todavía.


‘Y tal vez le faltaba confianza.’


Justo cuando ese pensamiento cruzó su mente, la puerta se abrió de golpe. Dos sombras negras entraron volando.


“¡Eh, jefe! Tenemos las órdenes para el próximo trabajo, pero serían horas extras, ¡y usted dijo que teníamos un montón de vacaciones que podíamos tomar! ¿Ahora se retractas de eso? ¡Nunca podemos ir al castillo y divertirnos!”


“Sí, ¿Y dices que tal vez no nos paguen las horas extras? ¡Gah! Tiene que motivar a sus trabajadores, jefe.”


Los gemelos, todavía en su forma adulta, agitaban sus hachas mientras se quejaban. Siempre era un poco raro verlos actuar como niños en esos cuerpos.


Alicia estaba familiarizada con ese truco: aparentemente, cada portador de roles en el País de las Maravillas podía avanzar en el tiempo a su propio ritmo, adoptando la forma de una persona joven o vieja a voluntad. La mayoría de las veces, los Gemelos Sangrientos parecían adolescentes, no estos adultos de veintitantos años.


En sus formas de menores de edad, eran tan problemáticos que sólo Blood podía tolerarlos. Como adultos, eran aún más peligrosos, e incluso más ruidosos. Era como si hubiera pasado una tormenta.


Blood frunció el ceño, su tolerancia hacia ellos estaba claramente agotada. “Ustedes dos no saben cómo callarse, ¿verdad? Se suponía que Elliot debía encargarse de esto.”


Como si respondiera a las palabras de Blood, la sombra del tercer hombre -bestia- irrumpió en la sala.


“¡Ustedes, mocosos, tienen las pelotas para ignorarme y hacer enojar a Blood!” gritó Elliot. “¡Debería-descarar!”


Blood lanzó un cenicero a Elliot que tiró al hombre bestia al suelo.


“¡Cállense todos! ¿No acabo de decir que estoy harto de escuchar esto?” Blood dio un largo suspiro.


Dee siguió. “¡Jefe, escuche, jefe! ¿No hay toda una cláusula sobre las vacaciones en nuestro contrato? ¡Perdemos nuestro jugo si no tenemos tiempo libre!”


“¡Sí!” Dum añadió. “¡Nos rompemos el culo trabajando y nos merecemos la paga extra!”


Blood suspiró. “El ruido nunca termina…”


Los gemelos pasaron los siguientes minutos demostrando su punto, aunque su jefe, claramente molesto, no respondía a sus demandas


Quizá Alicia se sintió un poco menos tensa en la ruidosa habitación, porque se encontró preguntando: “¿Van a volver a ser niños alguna vez?”


Después de todo, utilizaban la excusa de ‘sólo somos niños’ para todo lo que hacían, incluso cuando nadie les preguntaba. Habían utilizado esa excusa para correr a lo loco con ella.


Alicia lo preguntó con un poco de nostalgia en el corazón, pero los gemelos se limitaron a ladear la cabeza e intercambiar miradas. Cuando Dee contestó, tenía un tono extraño en su voz.


“¿De qué está hablando, señora? ¿Volver a ser niños?”


“Sí, sólo quiero decir…”


Dum se rió. “¡Hombre, eres rara! Tal vez pienses que somos otra persona. ¡Nadie en el territorio del Sombrerero va a contratar niños!”


“Espera… ¿Qué?”


Mirando la cara de sorpresa de Alicia, Blood continuó donde lo habían dejado los gemelos.


“¿Deseas que sean más jóvenes? Nunca pensé que tus gustos fueran por ahí, pero… Siento decepcionarte, pero aquí no hay niños. Aunque puede que veas alguno en el próximo evento.”


Alicia se enfadó. “No me hables como si fuera una pervertida, ¿De acuerdo? Sólo quiero decir que se siente raro cuando ellos… Dios, ¿Cómo digo esto?”


La primera vez que Alicia había visto a los gemelos como adultos, habían estado en Asamblea en el País del Trébol. Después de eso, cada vez que los veía adoptar una forma adulta por capricho, la inquietaba, ya que siempre los había considerado básicamente niños.


Elliot se había recuperado del cenicero en la cara. Torció la cabeza ante Blood mientras se ponía en pie con dificultad.


“¿Evento…? Mierda, eso me recuerda.”


Blood apretó los dientes. “Exactamente. Sé que es una regla, pero es un dolor.”


“¿Una regla? ¿Tienes que ir a un evento de entretenimiento de nuevo?” preguntó Alicia.


Los ojos de Blood se abrieron ligeramente. Pero rápidamente borró la expresión de su rostro y levantó una ceja en forma de pregunta


“¿Cuánto tiempo llevas viviendo en este mundo?”, le preguntó. “Nos llamas por nuestro nombre, no por nuestro título, y nos faltas completamente al respeto. ¿Y ahora sabes de nuestros eventos de entretenimiento?”


Los únicos ‘eventos de entretenimiento’ que Alicia había experimentado eran el Baile en el País de los Corazones y la Asamblea en el País del Trébol. Ella había aprendido todo sobre ellos participando.


‘¿Era estúpido que dijera eso?’ Blood parecía… tenso.


“Um… Sí, supongo…” Intentó retroceder un poco. “He oído hablar de esos eventos antes, pero no sé cuáles tienen lugar aquí. ¿Podría decírmelo, por favor?”


“Es la Reunión de encuesta.”, cortó Dee. “¡Pero se pueden hacer apuestas, y hasta hay una fiesta! Suena divertido, ¿Verdad?”


“¡Puedes hacerte rico rápidamente con una apuesta!”, añadió Dum. “¡Es genial!”


‘¿Una reunión de encuestas?’ Ella no sabía qué significaba eso.


“Ya te explicaremos la Reunión de encuesta en otro momento.”, dijo Blood, como si hubiera leído su mente. “Lo único que tienes que saber es que se desarrolla en tres reuniones distintas y que es un dolor de cabeza.”


“…..”


Si no terminaba en una reunión, estaba más cerca de la Asamblea que del Baile. Alicia respiró con fuerza.


Necesitaba prepararse mentalmente antes de hacer su siguiente pregunta.


El Conejo Blanco la había traído por primera vez al País de las Maravillas, dejándola en el País de los Corazones. La primera vez que se había ‘mudado’, había terminado en el País del Trébol.


Y luego…


Hizo una pausa.


Antes de llegar a este país, ¿Había entrado también en alguna alucinación?


Sacudiéndose la vaga inquietud, tomó aire. “Blood”, preguntó, con la voz ligeramente temblorosa. “¿Qué es este país? ¿Cómo se llama?”


Temía la respuesta. Si le decía el nombre, y era un lugar del que nunca había oído hablar… tendría que enfrentarse a esa realidad.


Pero la respuesta del Sombrerero Loco sólo sonó aburrida.


“¿No sabes dónde estás?”, preguntó. “Este es el país de los Diamantes, bajo el gobierno de la Reina de los Diamantes.”


“¿El país de los… Diamantes…?”


Alicia tardó un largo momento en encontrar la fuerza para asentir


* * *


El país de los diamantes.


Alicia se revolcó en la cama, reflexionando sobre eso. Ya no estaba en una celda poco iluminada, lo que era una ventaja. Agradecía su nueva habitación para invitados.


Pero el nuevo conocimiento había hecho que sus emociones se agitaran de nuevo. Enterró la cara en la almohada.


“¿Por eso nadie me conoce aquí?”


Sabía que la ‘mudanza’ cambiaba las bases alrededor del País de las Maravillas. Pero nadie había perdido sus recuerdos en ese proceso.


En realidad, no: los Sombrereros no podían haber perdido sus recuerdos desde la última mudanza, ya que todos actuaban como si estuvieran en una época previa a que Peter llevara a Alicia al País de los Corazones. O no habían perdido sus recuerdos, y el País de los Diamantes era un lugar donde Alicia nunca había existido en primer lugar.


Se quejó. “Peter.”, refunfuñó automáticamente. “¿Por qué no estás aquí para ayudarme?”


La soledad brotó en ella. Presentó quejas internas por la sombra blanca que flotaba en el fondo de su mente.


Peter la había llevado al País de las Maravillas, arrastrándola literalmente por un agujero en su jardín. Se suponía que él era su guía.


Alicia aún no sabía nada del País de los Diamantes… pero tenía la corazonada de que Peter no estaba en él. Si él estuviera, no estaría sola y buscando respuestas y reconocimiento.


“…..”


Cuando llegaron a la Mansión Sombrerero -no, cuando entraron en el País de los Diamantes-, Peter había desaparecido de repente en una ráfaga de pétalos de rosa. Al recordarlo, un vacío indescriptible se abrió en su interior.


No era la primera vez que la única persona que conocía había desaparecido en una transición. Pero perder a Peter… no podía evitar sentir que había perdido algo especialmente valioso.


‘¿Vivaldi y Ace también se han ido?’


El Castillo del Corazón con todas sus orgullosas rosas rojas. La mesa de té puesta allí, el vapor saliendo de las tazas de té en medio del enorme surtido de dulces.


No podía contar el número de veces que la Reina de Corazones había anunciado una fiesta de té con una brillante sonrisa en su rostro. El Conejo Blanco arrullaba el nombre de Alicia y la guiaba entre las golosinas de la mesa. El Caballero de Corazones se inclinaba y se burlaba de él. A ella le encantaba ese lugar. Era una visión preciosa grabada a fuego en su memoria. Y aunque sabía que el sentido común no funcionaba en este mundo, seguía siendo difícil aceptar que pudieran separarla tan fácilmente.


Y aunque estuvieran en este país, podrían ser como los Sombrereros: gente que consideraba a Alicia una completa extraña. Ese pensamiento hizo que Alicia sintiera escalofríos.


Intentó no pensar en que Peter la miraba con ojos de desconocido.


“..¡Agh, no puedo dormir así!”


Se sentó en la cama y sacudió la cabeza para despejarla. Un cielo de color índigo se extendía más allá de la ventana.


Las sirvientas le habían advertido que las batallas se libraban en todas las regiones del País de los Diamantes, y que sería prudente no vagar, ni siquiera dentro de la Mansión del Sombrerero. Pero eso significaba que sólo podía sentarse en su habitación y esperar a que llegara el siguiente período.


Frunció el ceño. “Me pregunto si habrá algo que me haga cambiar de humor… ¡Espera, ya sé!”


Las rosas florecían en la Mansión del Sombrerero, tanto en el País de los Corazones como en el País del Trébol. Pensó que un vistazo a ellas podría mejorar su estado de ánimo… Sólo imaginarlo hizo que su corazón bailara un poco.


Dejó de lado su melancolía junto con sus sábanas y saltó de la cama. Necesitaba el permiso de Blood para salir del terreno, pero no lo necesitaba para comprobar algo dentro de los terrenos de la mansión, ¿Verdad?


Se vistió y salió. Pero mientras caminaba por el recinto exterior, intentando disfrutar de su pequeño paseo nocturno, seguía sintiendo los ojos de los sirvientes mafiosos que seguían cada uno de sus movimientos.


Supuestamente, ahora la consideraban una invitada, pero los sirvientes claramente no lo aceptaban. Lo que probablemente significaba que su jefe no lo aceptaba.


Alicia se dijo que sólo necesitaban tiempo. No había necesidad de entrar en pánico todavía. Pero aunque se lo dijera a sí misma una y otra vez, seguía sintiendo que su ánimo se hundía bajo sus ojos sospechosos.


Necesitaba ese paseo rejuvenecedor entre las rosas. Necesitaba sentirse mejor. Pero fue esa misma anticipación la que la hizo desfallecer cuando encontró el jardín.


“¿Qué…? ¡Esto no puede estar bien!”


Esperaba un nirvana de rosas en flor, enmarcando una mesa de té finamente tallada y otras obras de arte… un jardín a la altura del Castillo del Corazón.


Pero en lugar de eso, se quedó mirando una sucia porción de tierra cubierta de plantas marrones marchitas. Una valla cubierta de follaje sólo dejaba espacio para un pequeño parterre. En lugar de flores, las malas hierbas ahogaban el suelo. Alicia cayó en una nueva miseria.


“…..”


‘¿Tal vez solo sea esta pequeña zona?’ Alicia esperaba que fuera un bloque aislado de podredumbre, pero al recorrer el terreno, vio que no lo era. Todo el lugar era un desorden de maleza y muerte.


Si este era el jardín del Sombrerero, y los sirvientes eran todos unos brutos muy estirados… probablemente Blood no hacía sus fiestas de té. ¿Esta era la mansión del Sombrerero Loco en el País de los Diamantes?


Alicia estaba sinceramente sorprendida.


Después de unos minutos de caminar sin rumbo por el jardín devastado, se detuvo. Le pareció ver una forma alargada y blanca.


“¿Eh?”, murmuró. “¿Ese es Blood?”


Mientras miraba en la oscuridad, vio las líneas familiares de su espalda fundirse en la penumbra.


Estaba demasiado lejos para llamarlo. Y más que eso, Alicia aún no estaba segura de cómo acercarse al tipo.


Curiosa, Alicia comenzó a seguirlo. Casi inmediatamente, dos sirvientes aparecieron para bloquear su camino.


No habían sacado sus armas, pero sus sonrisas eran heladas.


“Lo siento, señorita~ No se admite más allá de este punto.”


Alicia frunció el ceño. “¿De verdad?”


“Sí, es peligroso por aquí de noche~ Deberías volver a tu habitación~”


Sus voces eran tranquilas, pero Alicia podía decir que no iba a ir más lejos en esa dirección.


“De acuerdo.”, murmuró al fin. “Buenas noches, entonces.”


“Buenas noches~”


Alicia no tenía ninguna razón real para seguir a Blood, así que estaba dispuesta a hacer lo que le decían. Mientras caminaba de vuelta a su habitación asignada, miró al cielo.


La media luna se asomaba como un señor al mando de un cielo de estrellas brillantes.


La luna era lo único que se mantenía constante entre los países del país de las Maravillas, incluso cuando sus fases la obligaban a pasar por un ciclo interminable y cambiante.


Exhaló un fuerte suspiro ante la ironía.










¡Abejita, no te olvides de comentar!

Suscríbete a las entradas | Suscríbete a los comentarios

- Copyright © El panal - Date A Live - Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -