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Los libros permanecían apilados en una montaña bajo las tenues luces del techo. Alicia tomó un libro de la montaña y leyó el título. Sus cejas se juntaron.


“Los puntos más finos de la conversión de armas de fuego pesadas.” recitó. “¿Qué hace esto aquí? Se supone que estos estantes no tienen nada que ver con las armas.”


“Oh, querida. ¿Se ha mezclado uno~?”


Alicia agarró otro libro. “Sí. Y este es “Cuándo usar el cuchillo.” “Cuándo usar la daga.” ¡Esta estantería no está organizada en absoluto!”


Mientras Alicia sacaba otro libro extraviado, sus hombros cayeron por la tristeza. Las pilas de libros proyectaban sombras oscuras contra la luz de la luna que entraba por la ventana.


Una criada, con los brazos repletos de libros, se encogió de hombros mientras lanzaba una mirada a Alicia.


“Casi nadie viene a este lugar en busca de libros, de todos modos~. Así que la gente que lo hace los pone donde encuentra espacio~.”


“¡Eso no es excusa! ¿De qué sirve tener una biblioteca de consulta si la vas a tratar como un granero?” gruñó Alicia. “Qué desperdicio de una gran biblioteca.”


Consultó otro libro: Cien alternativas para las drogas. Ni siquiera lo hojeó, sino que lo apiló en la torre de libros sobre drogas.


Como condición para quedarse en la Mansión Sombrerero, Blood le había asignado a Alicia un trabajo: poner en orden la biblioteca de consulta. O, para ser más precisos, primero había intentado hacerla *trasladista y luego mucama, pero después de poco tiempo de cada una, había decidido que hiciera otra cosa. Había trabajado como criada en el Castillo del Corazón, así que ella sabía que podía encargarse de eso… lo que significaba que los Sombrereros probablemente se habían dado cuenta de que el trabajo de criada le daría acceso a secretos que no querían que viera.


*Trasladista: Persona encargada de realizar un traslado de persona o un grupo de personas entre dos puntos geográficos dentro de una ciudad, departamento o pueblo.


‘Así que me dio los libros.’


Después de varios turnos como bibliotecaria, no la habían cambiado de puesto, lo que significaba que probablemente éste era su trabajo. Y no lo hacía mal.


Era responsable de volver a colocar los libros devueltos en el orden adecuado, pero antes de eso, tenía que encontrar y despejar esos lugares correctos de la invasión de otros libros. Cada estante tenía más o menos una categoría, pero la mayoría tenía libros de diferentes secciones mezclados. Alicia había reclutado a una empleada para que la ayudara a reubicar a los intrusos en sus estantes correspondientes.


“A esto le llaman biblioteca de consulta.” murmuró Alicia. “Pero ahora mismo no lo es.”


“Vale la pena el tiempo para arreglarlo.”


“¡!”


Las mismas palabras que estaba pensando se materializaron en voz alta, desde una voz grave detrás de ella.


Alicia se tragó la queja atascada en su garganta y se giró. Blood caminó perezosamente entre los estantes, arrastrando un dedo por los lomos de los libros.


“Yo… no esperaba verte aquí.” murmuró.


“Quería ver lo mucho que se esfuerza un invitado.” Tiró de un libro con la punta de los dedos, algo de la sección destinada a los manuales técnicos de la industria. “Hm. Ya parece más organizado.”


Alicia le observó hojear el libro en silencio y tuvo una sensación de déjà vu. Pero no de esta lúgubre biblioteca de consulta…


Sólo de él. Su rostro inclinado de perfil mientras leía un libro, una y otra vez.


En su habitación privada, casi una biblioteca por sí misma con todos sus tomos; bajo la sombra en el jardín de la mansión; y en ese santuario oculto con todas sus rosas rojas. A Blood siempre le había gustado leer, así que habían pasado muchos ratos tranquilos juntos, leyendo en compañía del otro. La Mansión del Sombrerero había sido un lugar tranquilo y satisfecho del que nadie sospecharía que era una base de la mafia. Sus recuerdos de aquello eran tan valiosos como los de las fiestas del té en el Castillo del Corazón.


Y ahora, mientras estaba de pie junto a Blood del País de los Diamantes, sentía profundamente la diferencia con su vida pasada. Mientras las reflexiones daban vueltas en su cabeza, Blood levantó bruscamente la vista de su libro.


“¿Te parece aburrido este trabajo?”


Alicia parpadeó. “¿Eh? No… En absoluto. ¿Por qué piensas eso?”


“Porque estás ahí parada y mirándome.”


“Ugh. Cierto, lo siento.”


El hombre soltó un bufido ante su débil disculpa. “Si no estás aburrida, entonces te envidio. No encontrarás ni un solo secreto escondido aquí, así que pensé que te arrepentirías del trabajo.”


“Ya te dije que no busco secretos.” le recordó ella secamente. “De todos modos, sobre este puesto, este lugar es un completo desastre. ¿Cómo lo has gestionado hasta ahora?”


Blood deslizó su libro en una pila diferente, posiblemente respondiendo a la pregunta.


Alicia suspiró.


Todos los libros de consulta de la biblioteca parecían útiles, aunque la mayoría fueran sobre armas o drogas u otras cosas peligrosas. Pero fuera de orden, eran inútiles como material de referencia. Era como dejar que un tesoro se oxidara.


“¿No tienen bibliotecarios?” insistió ella. “¿O tal vez tienes planes de contratar uno?”


“Dudo que haya un mafioso en este mundo que quiera organizar una biblioteca. Si convocara un puesto de bibliotecario, obtendríamos dos tipos de solicitantes: espías, o pequeños y débiles fracasados que serían inútiles en nuestros numerosos tiroteos.”


“Oh… supongo que tienes razón.”


Mientras Alicia asentía, un pensamiento diferente se formó en el fondo de su mente. Sería un riesgo contratar a alguien nuevo, especialmente con todos los territorios en guerra y los mafiosos rivales. Pero había un problema incluso antes de llegar a eso: Blood y su gente no tienen espacio en sus corazones para aceptarla, una forastera. Alicia recordaba cuántas peleas de mafiosos había visto en los Países de Corazones y Trébol -por no hablar de lo que no había visto, sobre todo desde que había vivido en el Castillo de Corazones-, pero aun así, los residentes de la Mansión del Sombrerero nunca le habían dado la impresión de estar peleados. Eran lo suficientemente fuertes como para protegerla, sólo que no parecían… estar a la ofensiva.


Los Sombrereros del País de los Diamantes vivían bajo reglas mucho más estrictas, aparentemente. Y dado que Blood nunca había parecido una persona fácil de convencer en el País de los Corazones o en el País del Trébol, tal vez eso sólo significaba que era… más difícil de manejar aquí. Como si fuera más joven y aún no hubiera aprendido a ser un líder.


Empezaba a entender un poco mejor a Blood de Diamante.


Le dirigió una pequeña sonrisa sesgada. “Eres una persona extraña, que se preocupa por la utilidad de la biblioteca de referencia de un mafioso.”


“¿Eh?”


“Sólo es mi honesta opinión.”


Su sonrisa se volvió desagradable mientras devolvía otro libro a la estantería. A ella le preocupaba que sólo haya venido a burlarse de ella, pero entonces él se adentró más en la biblioteca.


Miró el lomo de otro libro, luego lo sacó y estudió la portada. Parecía haber olvidado su presencia.


“…..”


“Eh… ¿Qué buscas?” preguntó al fin.


Se suponía que ella debía ayudar aquí.


Pensó que él rechazaría su oferta por no ser de su incumbencia; se sorprendió cuando él abrió obedientemente la boca para responder.


“Supongo que… tráeme los registros de los residentes de este lugar. Además, si tienes algo que pueda ayudarme a entender los cambios en las finanzas, me gustaría aún más.”


“Claro, me sorprende que necesites tanto. ¿Puedo preguntar para qué vas a utilizarlo todo?”


Un momento antes, había estado mirando tecnologías industriales, y después de eso, información sobre los bosques y ríos en el territorio del Sombrerero. No parecían cosas directamente relacionadas con el negocio de dirigir una organización mafiosa.


Blood tomó aire. “Ya te lo hemos dicho: se acerca una Reunión de Encuesta. Estoy tratando de prepararme.”


“Oh. La reunión de la encuesta…”


Ella empezó a buscar los libros mientras él seguía explicando. Hizo algún que otro ruido para hacerle saber que seguía escuchando.


“No sé cuánto has oído hablar de ello.” murmuró él, “pero hay una regla en este mundo que dice que tenemos que reunirnos para ‘entretenernos’ a intervalos regulares. La Reina de los Diamantes gobierna este país, así que ella estará dirigiendo la reunión… desafortunadamente.”


Alicia se dirigió a otra estantería para hurgar en lo que necesitaba. Lo sacó de su línea de visión


“Si se supone que es ‘entretenido.’ ¿Qué haces en él? No van a hacer una encuesta para ver qué líder de qué territorio es más grande o algo así, ¿Verdad?”


“Hacemos una encuesta sobre el poder de cada territorio.” dijo Blood con frialdad.


Alicia se detuvo ante eso.


Echó un vistazo a través de la estantería; la parte trasera de su chaqueta de traje blanco estaba frente a ella, con los ojos firmemente fijos en el libro de referencia que tenía en las manos.


“Poder.” dijo ella lentamente. “Entonces, como… ¿El tamaño relativo de cada territorio?”


Blood no se giró. “El área total es parte de ello, ya que tratamos de reclamar el territorio del otro. Pero no se gana nada sólo con el tamaño del territorio. Yo no llamaría entretenido a tratar de inspeccionar algo que no puede ser inspeccionado.” añadió secamente. “El entretenimiento viene de tomar el tamaño del territorio como base, y construir sobre ello convirtiendo otros tipos de poder en números.”


“¿Números?”


“Sí. Este mundo rebosa de números. Se podría decir que reunir números es el mejor entretenimiento de este mundo.” Dejó escapar un suspiro por la nariz. “Así que la Reunión de Encuesta toma esos números reunidos y los compara.”


Alicia gruñó su confusión. Lo único que entendía era que esto era muy diferente a cualquier reunión amistosa y a las fiestas de disfraces. Siguió escudriñando los lomos de los libros y tarareando afirmaciones mientras él continuaba.


“Esto puede ser difícil de entender para una chica tan correcta como tú.” comentó él. “Pero para explicarlo de forma sencilla, es como un juego de cartas que se encuentra en un casino. Cada líder territorial tiene en su mano las cinco fuerzas de su territorio: recursos naturales, población, ejército, economía y tecnología. Sólo los líderes pueden interpretar correctamente estas fuerzas y juzgar el poder de cada una de ellas en su territorio.” Cerró el libro con un chasquido. “Y luego juega una fuerza a la vez contra los otros territorios con la esperanza de dominar.”


Alicia reflexionó sobre eso. Podía entender parámetros como ‘recursos naturales’ y ‘tecnología.’ pero ‘población’ la hizo arquear las cejas.


Sabía mucho sobre las… rarezas de este mundo. Sabía que la gente tenía relojes en el pecho en lugar de corazones, y que así era como los reconocían los demás en el País de las Maravillas, como personificaciones del tiempo.


“Entonces… ¿Dices que el líder controla a la población, y que pueden ser obligados a trabajar para cooperar contigo?”


Si fuera un juego de cartas, la población no sería más que una mano de cartas.


Alicia oyó cómo se filtraba en su voz una pizca de disgusto. Agarró el último libro que necesitaba y llevó la pila de vuelta a Blood. Él levantó la vista de su libro justo en ese momento, y sus ojos se encontraron.



Ella pensó que él volvería a leer una vez que le entregara los libros, pero su brazo se limitó a enroscarse sobre el montón mientras mantenía su mirada fija en ella.


“Hm…”


“¿Qué?” soltó ella. “Si tienes algo que decirme, no te lo guardes.”


“Sólo pensé que te ibas a sorprender más o que me ibas a decir que no lo entendías. Conoces este mundo un poco más de lo que esperaba. ¿Por qué no me dices dónde has aprendido todo eso, jovencita?”


Hizo una pausa. “No de ti.” respondió finalmente, tocando los libros en sus manos. “¿Son estos los que necesitabas?”


No era una mentira. Nadie había puesto ninguna información específicamente en palabras. Pero a medida que se relacionaba con la gente del País de las Maravillas, naturalmente había aumentado su conocimiento de cómo funcionaba su mundo. Su comprensión avanzó en consecuencia.


Finalmente tomó aire y se encogió de hombros.


“La Reunión de Encuesta es simplemente tediosa.” dijo. “Salir en un horario *diurno ya es molesto, y reunir la información necesaria lo empeora. Es un dolor gigantesco.”


*Diurno: Relativo al día. De un día de duración


Parecía exasperado por todo el asunto. Ella asintió con la cabeza y añadió: “¿Necesitarás algún otro libro de referencia después de esto?”


“Probablemente. Mi función principal en la Reunión de Estudio es entender el poder de mi nación.”


“De acuerdo. La próxima vez avísame con antelación y tomaré los libros antes de que vengas. Te ahorrará tiempo.”


“…..”


Alicia se limitó a considerar esto como una extensión natural de su trabajo (y así ganarse el sustento), pero algo centelleó en los ojos de Blood.


“Eres una chica extraña. Estás dispuesta a aceptar dolores de cabeza por un jefe de la mafia que no va a devolver la amabilidad.”


“No es extraño. Dijiste que debía organizar y mantener la biblioteca de consulta. Ese es mi… bueno, por ahora, ese es mi papel.”


Sabía que, como forastera, siempre iba a ser tratada como un animal exótico de zoológico, pero tenía la sensación de que Blood la trataba de esa manera también por sus propias razones.


“Supongo que tienes razón. Ahora eres nuestra mejor bibliotecaria. Personalmente, estoy tan ocupado con el trabajo que no puedo dedicar ni un momento; necesito sacar estos proyectos tan molestos de mi escritorio lo antes posible.”


Él asintió a Alicia con una pizca de diversión, pero no dijo nada más. Agarró con fuerza la pila de libros que tenía en el brazo y se dirigió a la salida.


Justo cuando estaba a punto de salir, la criada de antes asomó su cara en la habitación. Alicia parpadeó; no había visto salir a la mujer.


‘Pero no la he oído mientras hablaba con Blood.’ Ya que se le había ordenado ayudar a Alicia, ¿Significaba que él le había ordenado irse?


“¿Ya ha terminado la conversación~?”


“Ah, sí. Por favor, continúen con su trabajo aquí.”


“Supongo que tenemos que hacerlo, no importa lo molesto que sea~.”


Mientras los dos hablaban, el color de la luz que entraba por la puerta cambió. La luz de la luna se convirtió en la luz dorada del día.


Alicia dejó escapar un suspiro. Hizo una seña a la criada para que se acercara, dispuesta a luchar contra la bestia del desorden hasta el próximo turno.


* * *


El pueblo que servía al castillo estaba decorado con un diseño de diamantes, en el que todo integraba el color amarillo. La gente del pueblo se amontonaba en una gran masa hacia un único destino. Junto a Blood, Elliot, los gemelos y algunos otros Sombrereros Sin Rostro, Alicia giró la cabeza para observar el territorio que dirigía el castillo.


“Ahora que lo pienso.” dijo en voz alta, “este es el primer lugar del País de los Diamantes al que he ido aparte de la Mansión del Sombrerero”


No estaba segura de que aquello fuera típico del lugar, pero el animado ambiente mostraba todos los signos de una fiesta. Escuchó la conversación de dos hombres que salían de un callejón.


“Oye, ¿A quién apuestas esta vez? Estoy pensando en apostar por la Estación.”


“Sabes, he estado pensando que… ¡Espera, esos son los chicos del Sombrerero! ¡Cuidado con lo que dices!”


“¡Mierda!”


Los dos hombres animados cerraron la boca de repente y dejaron caer sus ojos al suelo. Intentaron distanciarse despreocupadamente del grupo de Alicia.


Alicia inclinó la cabeza con curiosidad. “¿Escucharon eso?” preguntó a los demás. “¿La gente está apostando por algo?”


Los gemelos -que parecían los más emocionados por estar fuera de la Mansión del Sombrerero- le dirigieron unos ojos grandes.


“¿No lo sabías, hermana mayor? Todo el mundo se une a la Reunión de la Encuesta apostando por ella. Por eso es como un festival aquí.”


“¿Apuestas?”


“Sí. Apuestan en cosas como la clasificación de cada territorio. Puedes ganar a lo grande en una reunión como ésta.”


Alicia frunció el ceño. “¿Pero no hay sólo cinco tipos de fuerzas? ¿No limita eso las formas de ganar?” ‘Si hay un límite estricto en las cartas.’ añadió en silencio. ‘Eso significa que los mismos resultados ocurren una y otra vez…’


Dee se encogió de hombros. “Hay cinco potencias en cada territorio, pero hay tres Reuniones de Estudio. Y hay una regla por la que sólo puedes usar una fuerza por reunión.”


“Guardas tu potencia más fuerte en la mano.” añadió Dum, “y sólo la sacas cuando es el momento adecuado y puedas invertir tu fortuna. Y hacer una fortuna.”


“Sí, pero a veces no quieres que nadie vea tus otras fuerzas. Evita que el enemigo sepa lo que tienes.”


“Pero como hay tres Encuentros de Estudio, aunque uses todas las fuerzas que puedas, hay dos que nunca mostrarás.” Dum sonrió. “Bastante bien, ¿No?”


Alicia lo meditó durante un segundo. “Creo que lo entiendo. ¿Y la estrategia continúa entre las reuniones?”


“Sí. Puedes mostrar una mano fuerte y presionar a todos, o hacer que te subestimen mostrando una mano débil.”


Claramente, esta era otra forma en que los líderes podían prolongar su lucha por el territorio. Incluso su entretenimiento de flexión muscular nunca expuso todas sus fuerzas.


Pero los gemelos, especialmente Dum, parecían tener una razón diferente para el brillo de sus ojos.


“Hacer una fortuna.” dijo Dum soñadoramente. “¡Me gusta cómo suena eso!”


Elliot hizo una mueca. “Estas reuniones de la encuesta son muy molestas.” murmuró.


“No entiendo el atractivo. Es demasiado complicado.”


Alicia sonrió nerviosamente. “Parece que podría serlo.”


“No.” interrumpió Dee. “Una vez que se pone en marcha, prácticamente funciona sola. Como las manecillas de un reloj.”


“Hm…”


Mientras caminaban por las calles, Alicia vio cómo los ciudadanos a su alrededor se alejaban. Nunca le habían gustado las multitudes, así que el pequeño círculo de privacidad (¿Miedo?) alrededor de los Sombrereros era una bendición. Más o menos.  


Estaban en el territorio de un castillo, pero no era el Castillo del Corazón. No conocía a nadie en el Castillo del Diamante.


Tal vez Elliot se dio cuenta de sus pasos nerviosos, porque le espetó: “¡Oye! No te alejes; no te vamos a buscar si te pierdes. Y ya sabes lo que les pasa a las niñas que se alejan, ¿Verdad?”


“Me quedo con el grupo.” replicó Alicia. “Sólo tengo… curiosidad por este lugar, ya que es la primera vez que vengo.”


“No estoy seguro de entender eso.” dijo él con frialdad. “Y todavía no me creo que seas un ‘invitado’ nuestro. Haz un movimiento en falso y…”


Tal vez fue porque Blood se interpuso entre él y Alicia, pero Elliot nunca sacó su arma. Alicia se estremeció: el Elliot de este país tenía un carácter aún peor que el Elliot que ella conocía. Mientras agitaba las manos para mostrar que no estaba haciendo nada, Blood abrió la boca.


“Elliot tiene razón. No veo nada agradable en seguirte.”


Sin pensarlo, se giró para mirar a Blood. “Escucha, tú…”


Blood dejó escapar una risa malvada.


‘Ugh.’ Estaba jugando con ella como si fuera un juguete. Deseó que dejara de utilizarla para distraerse de la Reunión de la Encuesta.


Los gemelos saltaron de repente delante de Blood, desenfundando sus hachas con entusiasmo.


“¡Eh, eh, Jefe! ¿Podemos ir a la Fiesta del Jardín? Huele taaaan bien.”


“Y tenemos que reunir información para hacer bien nuestras apuestas. ¡Juega bien esta vez, jefe! No queremos perder.”


“Guárdalo para más tarde.” respondió Blood de manera uniforme. “Los corredores de apuestas de la Fiesta del Jardín no van a ir a ninguna parte.”


Elliot gruñó. “¡Les dije que no molestaran a Blood, pequeños escupidores!”


La conversación volvió a caer en la palabrería. Ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder ni un centímetro; todos se limitaban a dar una milla. Más de una milla.


Sus discusiones eran más confusas que de costumbre, por lo que Alicia no encontraba la forma de intervenir. Se estremeció ante los gritos y dejó de caminar. El grupo que discutía siguió adelante, concediéndole a ella un poco de espacio dichoso.


“Uf.” Se frotó la nuca. “Creo que hoy no estoy de humor para un festival ruidoso.”


La mayoría de la gente del pueblo eran los Sin Rostro, gente sin papeles en el País de las Maravillas. Hay que reconocer que sus rostros eran un poco indistintos. Se movían a su alrededor, festivos y animados… aunque fuera difícil distinguirlos.


Alicia sabía que deprimirse no la ayudaría. Tal vez no había elegido ir al desconcertante País de los Diamantes, pero había tomado la decisión de quedarse en el País de las Maravillas. Tenía que tomarse la locura con calma.


Apretó los puños. ‘Anímate.’ Se dijo a sí misma con firmeza.


Alguien la agarró por detrás.


Alicia se quedó con la boca abierta por la sorpresa, pero una mano la tapó antes de que pudiera gritar. Unos fuertes brazos tiraron de ella hacia atrás.


“¡Mrf!”


“¡Cállate!” siseó alguien. “Te dejaremos ir cuando hayamos terminado contigo.”


La adrenalina corrió por sus extremidades y luchó contra el agarre del hombre. Le quitó la mano de la boca, pero unas nuevas manos y brazos se abalanzaron sobre ella y la arrastraron hacia un callejón.


“¿Quiénes son ustedes?” gritó.


Su voz resonó en el callejón, pero no respondieron hasta que la empujaron lejos de la calle abierta, bloqueándola con sus cuerpos.


Eran hombres sin rostro, vestidos con trajes negros. Uno de ellos se burló.


“¿De verdad no sabes quiénes somos? Eres bastante lenta para ser un títere de los Sombrereros.”


‘¿Enemigos de los Sombrereros?’ se preguntó, con la mente acelerada. ‘¿Quieren pedirme un rescate?’ Eso no era un buen *augurio para ella, ya que los Sombrereros no se preocupaban mucho por ella en este país.


* Anuncio de un hecho futuro a partir de la interpretación de ciertos indicios o señales o por simple intuición.


Apartó el último brazo. “No tengo ni idea de quién eres.” le respondió. “¡No me toques!”


“Como sea.” siseó uno de los hombres. “Sabes qué mano van a jugar los Sombrereros, ¿Verdad? Dilo.”


“¿Qué mano va a jugar Blood…? ¿Te refieres a la reunión de la encuesta?”


“¡Obviamente! Quizá no te lo haya contado todo, ¡pero se le habrán escapado algunos detalles!”


“Sabemos que estás cerca del Sombrerero: ¡vives con él!”


“…..”


Los hombres querían secretos para la Reunión de Encuesta. Alicia estaba tan aturdida que dio un paso atrás.


Sus hombros se desplomaron mientras las fuerzas se agotaban en ella.


“Cerca” de los Sombrereros. ¿Es así como la gente la veía en el País de los Diamantes? ¿De verdad? ¿Tenía esa reputación cuando había pasado tanto tiempo en la prisión de Blood?


Las implicaciones de todo esto le hicieron doler la cabeza. Sacudió la cabeza con rabia.


“No soy miembro de la Familia Sombrerero, ¿entendido? No sé nada.”


“Mentira. Vives en…”


“Sí.” dijo ella amargamente. “Vivo en la Mansión Hatter. Eso es todo.” No añadió la parte de estar constantemente vigilada allí.


Cuando empezó a pensar que tal vez había elegido el lugar equivocado para quedarse, los hombres parpadearon.


“Estás bromeando.” murmuró uno de ellos.


“Según nuestro jefe…”


Los hombres intercambiaron miradas confusas, y Alicia sintió que la tensión del ‘secuestro’ se desvanecía. Estos hombres no parecían violentos. Diablos, no le habían apuntado con un arma, a diferencia de los anfitriones de la mansión.


Otra voz resonó de repente en el callejón. “Según yo, ¿Qué?”


Alicia se detuvo. No reconoció la voz baja y arenosa con un borde suave.


Levantó la vista para ver a un hombre alto y ancho que se acercaba por detrás de los matones sin rostro. A medida que se acercaba, vio el contorno nítido de los rasgos faciales… lo que significaba que tenía un papel. Un poseedor de un papel en el territorio de los Diamantes.


Ella nunca lo había visto en su vida.


Las gafas descansaban sobre una nariz fuerte, pero no cubrían las cicatrices que se entrecruzaban en su rostro, lo que contrastaba con su expresión tranquila. Llevaba un traje negro similar al de los Sin Rostro, pero con una insignia en la solapa izquierda.


Los Sin Rostro parecían asombrados al ver al hombre con gafas; se rascaban la cabeza con evidente confusión.


“Jefe…”


“¿Qué haces aquí?”


“Podría preguntarte lo mismo. ¿Todos desaparecieron de mi lado, y ahora los encuentro maltratando a ciudadanos inocentes? Cuidado. Sabes que los problemas no están permitidos durante la Reunión de Encuesta.”


“Lo sentimos.”


“Sólo pensamos que si sabías qué mano tenía el Sombrerero, podrías derribarlo más fácilmente…”


“No deberían haber hecho esto.”


El “jefe” sonaba como si estuviera regañando a un grupo de niños. Todos los hombres sin rostro inclinaron la cabeza al unísono.


Con una sonrisa irónica, el líder de las cicatrices dirigió su atención a Alicia.


“Siento las molestias, señorita.”


Alicia se sorprendió por la disculpa. Se quitó la falda.


“Uh… ¿Está bien? No me han hecho… daño ni nada…”


El hombre la miró a la cara por un momento. “¿Eres una forastera?” murmuró.


“Pero tú… pareces bastante cómoda en este mundo.”


“No diría que estoy a gusto con todo, pero… Sí, soy una Forastera.”


Recordó su reacción algo hiperactiva ante palabras similares cuando había llegado por primera vez a Corazones. Pero ahora se limitó a asentir.


Las comisuras de la boca del hombre se curvaron. Suavizó sus ásperos rasgos.


“Te entiendo. Lo siento de nuevo.”


“¿Por qué lo sientes otra vez?”


El hombre la atrajo de repente contra su cuerpo y saltó por el callejón, la acción fue tan brusca que los pies de Alicia se arrastraron por el cemento. Alicia jadeó su sorpresa cuando las balas hicieron estallar los ladrillos detrás de donde habían estado parados.


Los hombres sin rostro se dispersaron. “¡Es la Liebre de Marzo!” gritó uno de ellos.


“¡No dispares a nuestro jefe, cabrón!”


Elliot enseñó los dientes desde el otro extremo del callejón, con el humo saliendo del cañón de su pistola. Pero ignoró a los Sin Rostro; sus ojos furiosos estaban fijos en Alicia.


“¿Qué demonios le has dicho al Sepulturero?”


Los latidos del corazón de Alicia retumbaron en sus oídos. “¿El sepulturero?” tartamudeó.


“¡Lo sabía!” gruñó Elliot. “¡Sabía que eras cómplice de ese imbécil!”


Alicia sacudió la cabeza hacia el hombre que la soltó lentamente. Él la miró con sus ojos azul marino.


Se encogió de hombros.


“A la Liebre siempre le ha picado el dedo del gatillo.” Miró a Elliot. “Está prohibido atacar a miembros de otros territorios durante el festival.”


Elliot maldijo. “¡¿Qué me importa eso?! Dime directamente, Sepulturero: ¿La chica es tu espía?”


“Bueno, no, pero dudo que me creas.”


El Sepulturero. Ella había escuchado ese nombre en el País de los Diamantes. Elliot lo había llamado el enemigo… y ella se lo creyó, teniendo en cuenta que Elliot había disparado al tipo a plena luz del día.


El sepulturero no hizo ninguna señal de sacar un arma, pero Elliot mantuvo el dedo en el gatillo. Elliot avanzó lentamente; Alicia se quedó quieta, con el corazón acelerado.


Cuando el sepulturero hizo un leve movimiento para retroceder, la mano libre de Elliot salió disparada y sujetó la muñeca de Alicia.


“¡Ay!”


A Elliot claramente no le importó su grito de dolor mientras la arrastraba bruscamente hacia él.


“Cállate. Te llevaré de vuelta con Blood, ¡él te hará hablar!”


“¡Me estás haciendo daño!” Alicia respondió con un chasquido. “¡Deja de ser tan brusco!” Intentó liberar su brazo, pero no le sirvió de mucho.


Y sólo pareció avivar la ira de Elliot.


“¡Te he dicho que te calles!”


Alicia se estremeció cuando él la apretó más fuerte. “¡Para!”


“Oye.” bramó de repente el sepulturero. “Mis hombres la agarraron. No tienes que…”


“¡No te metas en esto!”


El sepulturero apretó los dientes. “No puedo creer a este tipo.” murmuró sorprendido.


Pero Alicia apenas lo oyó; Elliot se había detenido en seco en el callejón, haciéndola tropezar justo con su espalda.


Blood estaba de pie ante él, bloqueando el paso a la calle. Sus ojos azul-verde eran de hielo.


“¿Qué crees que estás haciendo, Elliot?”


Elliot se enderezó. “¡Blood! Por fin la he encontrado. Y como creía, ella… ¡gah!”


El intento de Elliot de empujar a Alicia hacia adelante fue frustrado por el bastón de Blood que le azotó la cara.


“Te he hecho una pregunta, Elliot.” dijo Blood con disimulo. “¿Qué crees que estás haciendo?” Volteó el bastón en su mano y lo golpeó, con fuerza, en el costado de Elliot. Elliot gritó y se encorvó.


“Te ordené que la trajeras de vuelta. ¿Te dije que la lastimaras?”


“¡Nngh…ggh!”


Mientras Blood golpeaba sin piedad a su subordinado, Elliot no trató de huir ni siquiera de defenderse, simplemente dejó que Blood le golpeara una y otra vez con el bastón. Elliot, que se debilitaba, soltó a Alicia. Ella no sabía qué hacer, así que se quedó allí, observando con horror.


Incluso cuando Blood brotó en las comisuras de la boca de Elliot, Blood no se detuvo.


“¡Respóndeme, Elliot! ¿Te he dicho que hagas eso?


“No, usted… ¡no lo hizo!”


“¿Entonces por qué no me escuchas?”


¡Wham! Blood atascó el extremo del bastón en el pecho de Elliot.


La figura alta de Elliot finalmente se desplomó en el suelo.


“Koff… augh…”


“¿Por qué tengo que decirte constantemente que no vayas más allá de lo que te ordeno? Sabes que si no puedo mantenerte a raya, todo el mundo pensará que no sé ni educar a una mascota.” Blood golpeó la parte inferior de su bota en la parte posterior de la cabeza de Elliot.


Mientras Elliot se acurrucaba contra el cemento, Blood caminó a su alrededor, con sus ojos furiosos puestos en Alicia.


Alicia retrocedió automáticamente, preparándose.


Pero Blood se limitó a tomarla de la mano, le dio la espalda al sepulturero y volvió a caminar hacia la calle. Sorprendida por el silencio, se limitó a correr para seguir sus rápidos pasos. Ni siquiera dedicó una mirada al caído Elliot.


Alicia tragó saliva. Se giró para mirar hacia atrás, pero el sepulturero y sus hombres ya se estaban marchando, de espaldas a ella, mientras salían por el extremo opuesto del callejón.


Estaba claro que tanto él como Blood no se miraban. Se notaba menos como una discusión y más como la evidencia de una profunda y peligrosa ruptura.


“¿Era el sepulturero?” aventuró Alicia en voz baja.


“Sí. ¿Es la primera vez que le ves la cara?”


“Um… sí.” Alicia tomó aire. “¿De qué es el líder?”


“Del territorio de los sepultureros, obviamente. Dirige el cementerio y el museo de arte.”


“¿Museo de arte?” repitió Alicia sorprendida. “Eso… no es lo que normalmente relacionaría con un cementerio.” Dirigir un lugar para exponer bellas obras de arte y, al mismo tiempo, gestionar un lugar donde se llora a los muertos… Se imaginó que era un líder extraño.


¿Y qué contaba como “tumba” en el País de las Maravillas, de todos modos? Cuando la gente de ese mundo “moría.” sus cuerpos desaparecían. Todo lo que quedaba eran relojes parados que alguna vez habían hecho tictac en sus pechos, y se suponía que Julius los arreglaría.


Mientras se preguntaba eso, murmuró: “Vestía un poco como tú, Blood. Pensé que era de la mafia.”


“Eso es porque lo es.”


“¿Eh?”


La respuesta de Blood la detuvo en seco. Continuó unos pasos más allá de ella antes de detenerse y darse la vuelta.


La ira en sus ojos había desaparecido, sustituida por un brillo divertido. Parecía disfrutar de su reacción.


“Su nombre es Jericho Bermuda.” explicó Blood. “Supervisa el cementerio, dirige el museo y, sí, también es un jefe de la mafia. No sé cómo se ve para ti, pero él y yo somos villanos de la misma clase.” Su boca se inclinó. “Si crees que te atrapará, será mejor que te prepares para las consecuencias.”


Alicia hizo una mueca. “Gracias por la advertencia.” murmuró.


Unos pasos se escucharon lentamente detrás de ellos. Alicia miró hacia atrás para ver a Elliot, ligeramente encorvado, con los puños frotándose Blood que le había salido de la boca hinchada.


Alicia juntó las cejas ante la expresión de dolor de su rostro. Se inclinó para susurrarle a Blood.


“Sé que esto puede sonar… raro viniendo de mí, ya que técnicamente me ayudaste, pero… tal vez te excediste con él.”


“Tengo mis propias maneras de hacer las cosas.” respondió Blood con frialdad. “No me digas cómo entrenar a mi perro.”


Estaba claro que no quería su opinión, y el hecho de que fuera una forastera probablemente no ayudaba. Apretó los labios y se rindió.


No había nada entre ella y esa gente que se asemejara a la confianza o la amistad. Ahora sólo era su propietario… y nada más.



* * *


Los líderes de los territorios debían reunirse en una sala de espera. Cuando Alicia preguntó por la reunión de la encuesta en sí, Blood le dijo que tendría lugar ‘cerca.’


Cuando Blood y Elliot la llevaron a un enorme edificio, los gemelos habían desaparecido de su lugar de espera. Blood no pareció sorprenderse.


“Seguro que volverán a aparecer cuando les apetezca.” tarareó. Señaló la puerta. “Las damas primero.”


Alicia hizo una pausa y atravesó la enorme puerta.


La sala de espera ya estaba llena de gente. ¿Estaban todos los poseedores de roles aquí?


“¡Una forastera!” dijo una voz joven. “¡Eso es bastante raro! Pero aún así, no actúas como un extraño…”


Alicia se volvió hacia el joven que saltó a su lado. Basándose en la claridad de sus rasgos faciales, tenía que ser un poseedor de roles… aunque ella no lo conociera.


Espera. Tuvo una extraña sensación de déjà vu mientras lo miraba. Llevaba un parche en el ojo derecho y su rostro femenino era extrañamente pálido. Fueron sus labios morados los que le hicieron pensar en alguien que sí conocía.


“¿Qué?” respiró. “No puedes ser…”


“¿Hm?” Él parpadeó con su único ojo gris visible. “¿Nos conocemos?” De repente sonrió. “Espera, por supuesto que me conoces. Soy el gran y poderoso jefe de estación, ¡Nightmare Gottschalk! En carne y hueso, ¡ja, ja, ja!”


Hinchó el pecho, desmintiendo la delgadez de su cuerpo. Pero medio momento después, una gran sombra descendió desde atrás.


“Grandes palabras para alguien que siempre se pliega nada más empezar.” gruñó una voz conocida. “No te hagas el tonto, o matarte será demasiado fácil. Si tienes tiempo para engreírte, entonces tienes tiempo para ir al hospital.”


Los ojos de Alicia se abrieron de par en par ante el hombre alto y de pelo oscuro que conocía bien. Había perdido su conocido traje y corbata, y en su lugar llevaba un conjunto más rudo, que incluía un abrigo negro acentuado con una bufanda púrpura.


El chico -¿Nightmare? – frunció el ceño. “¡No te atrevas a ser tan grosero conmigo, Gray! No necesito el asqueroso hospi-HRRK!”


Gray entrecerró los ojos mientras el chico lanzaba un par de carcajadas *acuosas. “Me estás demostrando mi punto.” dijo con disimulo. “Ve al hospital, cúrate y luego vuelve para que te masacren.”


* Que es parecido al agua o que posee alguna de sus características.


“¡No voy a pasar por eso sólo para que me maten! Podría seguir enfermo. No voy a ir al hospital, ¿Entendido?”


“No te importa que te maten, sólo odias a los médicos. Esto no es culpa mía.”


No fue sólo la forma infantil de Nightmare lo que sorprendió a Alicia, sino la actitud de Gray hacia él. En la Torre del Trébol, Gray había protegido valientemente a Nightmare, incluso llegando a extremos no deseados para cuidar a su jefe. Prácticamente había sido la madre de Nightmare.


Ella había oído el rumor de que una vez, hace mucho tiempo, Gray había sido un sicario que quería matar a Nightmare. ¿Era esto lo que había sido?


Mientras las implicaciones la mareaban, algo suave le tocó la espalda. Dio un salto de sorpresa.


“¡Eh! ¿Quién es?”


“Estaba a punto de preguntarte lo mismo.”


Un joven con unas esponjosas orejas de gato rosas y un pelaje a rayas que le rodeaba los hombros se deslizó frente a ella. Mostró una sonrisa dolorosamente familiar.


“Encantado de conocerla, señorita forastera.”


El pecho de Alicia se apretó. “Boris.” susurró.


Él apartó el largo flequillo de un curioso ojo dorado, provocando un ligero tintineo de sus numerosos pendientes. “¿Me conoces? ¿Me ha nombrado el jefe de estación o algo así? Hombre, odio que la gente hable de mí antes de que llegue.”


Pareció deprimido durante un segundo, pero de repente se echó a reír. Los colmillos que sobresalían ligeramente de las comisuras de la boca eran bastante bonitos, pero sus rasgos más identificativos eran las expresiones mercuriales y siempre cambiantes de su rostro.


Pudo ver en sus ojos que no la reconocía, como todos los de la Mansión Sombrerero. La frustración se apoderó de su pecho al pensar que ella también estaba en el punto de partida con él.


‘Con todos, tal vez.’


Pero no había nada que ella pudiera hacer al respecto. Le sonrió, y no fue del todo forzada.


“Encantada de… conocerte. Soy Alicia Liddell. Espero que podamos ser amigos.”


La saludó. “Alicia. Genial.”


Algo le llamó la atención; Nightmare y Gray detrás de ella, aparentemente. Pasó junto a ella para dirigirse a ellos. Sus ojos siguieron su cola rosada.


“Debo advertirte.” dijo otra voz. “¡Tenemos que avanzar en los preparativos! Es casi la hora de empezar…”


“¡Sidney, siempre me estás intimidando! ¡No está bien torturar a los niños pequeños!”


Esas voces no eran familiares. Alicia levantó la vista cuando se acercó un pequeño séquito.


Todos llevaban trajes negros, como los mafiosos de la Mansión Sombrerero, pero Alicia empezaba a pensar que había una norma por la que todas las cuadrillas que venían a la reunión tenían que llevar trajes negros. Una de las figuras de la parte delantera -una chica joven con la cara claramente definida, lo que significaba que tenía un papel- tenía unos impresionantes adornos dorados en su vestido negro. Dirigió sus ojos amarillo-verdosos a un hombre que acechaba en su sombra.


“Hago lo que puedo.” se quejó. “¡Lo menos que podrías hacer es elogiarme un poco!”


“Usted es el anfitrión aquí, Su Majestad. Por favor, actúe en consecuencia. Me resulta muy incómodo que mi reina sea el hazmerreír.”


A medida que se acercaban, Alicia vio que no era sólo un hombre. Era un… conejo.


El hombre tenía unas orejas negras y flexibles que hacían juego con su pelo oscuro. Sus ojos eran de dos colores diferentes -uno gris y otro rojo- y un monóculo descansaba delicadamente sobre el ojo rubí.


La chica se encontró de repente con la mirada sorprendida de Alicia. Se iluminó al instante y corrió hacia Alicia.


“¡Una forastera!” dijo. “¡Qué alegría! ¿Y el hecho de que estés aquí significa que nos haces el honor de asistir a nuestra Reunión de Encuesta? Por regla general, se te ordenaría asistir a una audiencia en el castillo, pero creo que haré una excepción en tu caso. Bienvenida.”


Alicia se enderezó. “¡Um, gracias!” soltó como respuesta.


Basándose en las palabras de la chica y en el hecho de que el conejo la había llamado “Su Majestad.” Alicia pudo adivinar de quién se trataba. “Usted debe ser la… Reina de los Diamantes, ¿Verdad? ¿Su Majestad?”


La chica sonrió. “Sí, yo gobierno el País de los Diamantes. Mi nombre es Crystal Snowpigeon. Bienvenida, señorita forastera.”


Alicia se sintió en un aprieto ya que no sabía nada de la chica, así que optó por ser demasiado formal. “Mi nombre es Alicia Liddell. Por favor, acepte mis disculpas por no presentarme ante Su Majestad antes de este…”


“¡Por favor! No seas tan formal.” Crystal sonrió. “No tolero la grosería de nadie aquí, pero tú eres una forastera. No conoces las reglas de este mundo.”


“Eres muy amable, no me lo merezco.”


Por alguna razón, la conversación pareció irritar al hombre conejo; sus negras orejas se agitaron y temblaron.


“Su Majestad.” interrumpió. “Estamos a punto de empezar. Debe hacer su papel de anfitrión.”


“¡Por el amor de Dios, Sidney, deja de repetirte! Acabamos de llegar.” Ella suspiró. “Me iré si es necesario. Vamos a conversar después, Alicia.”


Ante la insistencia de su criado, la Reina de los Diamantes se giró alegremente. Se alejó, con el conejo negro llamado Sidney correteando tras ella.


‘El Conejo Negro.’, pensó Alicia. ‘Lo contrario del Conejo Blanco.’, supongo. No se parecía en nada a Peter.


“…..”


Pero aun así, sólo por un segundo, los dos se unieron en la mente de Alicia. Ella borró las imágenes superpuestas.


Pensar en Peter hizo que Alicia se sintiera peor. La melancolía se instaló en sus hombros en la amarga realidad.


Ella había visto los ojos del Conejo Negro por un segundo, pero él no le había hablado directamente. Había percibido una fría indiferencia en él… incluso un poco de hostilidad.


El coro de voces a su alrededor sonaba como otros líderes territoriales y sus subordinados hablando con voces aburridas. No escuchó ningún espacio para que ella se uniera, así que Alicia se limitó a soltar un suspiro.


‘Realmente estoy en un país donde nadie me conoce.’


Casi deseó ser tan ignorante de ellos como ellos lo eran de ella. Ver todas esas caras conocidas era un arma de doble filo: se alegraba de que tantos de sus amigos estuvieran aquí, pero se deprimía de que no la recordaran. No estaba segura de qué sentimiento era más fuerte.


No tuvo mucho tiempo para reflexionar, porque Blood prácticamente se presentó a su lado. “Has conseguido acercarte a la reina.” dijo. “No está mal.”


“Sólo le interesa porque soy una forastera.” respondió Alicia. Su voz sonaba débil en sus oídos.


En un país donde nadie la conocía, su condición de forastera era la única carta en su mano. La gente quería complacer a un forastero. Probablemente era lo único que evitaba que le dispararan, intencionadamente o no. Al menos Blood era su guía ahora.


Intentó enterrar su depresión. “¿Has encontrado a Dee y Dum?” le preguntó.


Él entrecerró ligeramente los ojos. “Sí, pero los dejé con Elliot. No consigo escuchar mis pensamientos cuando empiezan a gritarse.”


Basándose en la mirada de Blood, Alicia decidió cambiar de tema. “Me gustaría, realmente, saber más sobre los territorios del País de los Diamantes.” dijo con cuidado. “¿Quiénes son los otros líderes?”


Blood se cruzó de brazos. “Hay cuatro territorios, incluida la Mansión del Sombrerero; los otros son el Castillo de Diamantes, la Estación de Trenes y el museo y cementerio del Sepulturero.”


“Supongo que el Castillo de Diamante está dirigido por esos dos que acabo de conocer. Crystal y… Sidney, ¿No?”


“Sí, la Reina de los Diamantes y el Conejo Negro. La Estación está dirigida por el Jefe de Estación, el Lagarto y el Gato Cheshire. Pero parece que ya los conoces, así que tal vez no necesitabas la explicación, después de todo.”


Estaba bastante segura de que Blood no había estado cerca cuando había hablado con los demás, así que tal vez tenía a alguien siguiéndola.


Es tan astuto como siempre.


“Bien. ¿Hay alguien más en el cementerio y el museo? Además de Jericho, quiero decir.”


“Sí, tiene otros dos poseedores de roles en su territorio. Uno es…”


Una voz fuerte *graznó en la habitación, cortando a Blood.


*Emitir el sonido característico de algunas aves como el cuervo, el ganso, el grajo, o el pato, o un sonido similar.


“¡Julius, me estás… estrangulando!” gritó un joven. “¡No puedo respirar~!”


“No me gusta cómo vas de un lado a otro y lo miras todo. Camina en línea recta, Ace!”


Alicia aspiró un poco de aire. Se dio la vuelta para ver a un hombre conocido que se echaba el pelo largo por encima del hombro y arrastraba a un joven adolescente.


“¿Qué…?”


“Hablando del diablo.” murmuró Blood. “Ahí están. Pero parece que ya los conoces.”


Alicia tragó saliva. Julius Monrey, el Relojero, se veía y sonaba igual a como ella lo recordaba, pero el adolescente alborotado sobre el que se alzaba no era el As que ella conocía. ¿Ya no era el Caballero de Corazones? ¿Y por qué era más joven ahora, como Nightmare?


Los ojos azules de Julius se fijaron en ella y en Blood, y luego se deslizaron más allá de ellos hacia el resto de la habitación. La chispa de sospecha en sus ojos confirmó lo que ella ya suponía: él tampoco la recordaba.


Los últimos rastros de esperanza murieron en su interior. Ahora los había conocido a todos. Y ninguno de ellos la conocía.


“Por fin.” llamó alguien. “Estoy harto de esperar. Ya que por fin están todos aquí, ¿Podemos ir al lugar de encuentro?”


Alicia se detuvo; las palabras sonaban como las de Crystal, pero su voz era diferente. Agachó el cuello para ver quién hablaba justo cuando el sonido de un fuerte aplauso llenó la sala. Antes de que las vibraciones se extinguieran, la escena se desplazó alrededor de Alicia.


Al principio Alicia pensó que las paredes de la sala de espera se habían desvanecido, pero entonces se dio la vuelta. Ella y los demás participantes se encontraban en un espacio amplio y redondo, como un coliseo romano, con innumerables ciudadanos sin rostro mirando desde las gradas.


Alicia creía estar acostumbrada a la magia casual que aparecía en el País de las Maravillas, pero sus ojos se abrieron de par en par ante el brusco cambio. Blood se rió.


“Sígueme: nuestros asientos están por allí. ¿Por qué pareces tan sorprendida?”


“Es que no… esperaba teletransportarme o lo que sea. ¿Quién es la mujer que hizo ese anuncio?”


“¿Qué quieres decir? Te lo acabo de decir. Toma asiento.”


Finalmente, siguió su dedo índice; Elliot, los gemelos y varios otros mafiosos del Sombrerero estaban sentados en una fila de sillas cercanas. Se separó de su lado y se dirigió a una silla a la cabeza de la sección. Su silla -con su tapicería más elegante- estaba en la primera fila.


Un asiento para el líder.


Dee se removió en su silla. “¡Está a punto de empezar, hermano! Ah, quiero ir a la Fiesta del Jardín; espero que nos liberen rápido.”


“Estoy más preocupado por nuestras apuestas, Hermano. Quiero duplicar nuestro dinero.”


Alicia se sentó junto a los gemelos. Miró delante de ellos, hacia el centro del Coliseo, donde cuatro gigantescas esculturas de cristal, huecas y con forma de diamante, se cernían sobre el suelo. Observó los rostros de los grupos reunidos.


Iban de derecha a izquierda: el Sepulturero, Nightmare el Jefe de Estación, el Conejo Negro y, finalmente, ellos mismos, los Sombrereros. Imaginó que las cuatro esculturas de cristal estaban relacionadas con cada territorio.


Nadie se sentó en la primera fila frente a Sidney. Cuando el ruido de la multitud empezó a apagarse, los ojos de Alicia se posaron en la silenciosa anfitriona que estaba cerca de las esculturas. Su sola presencia parecía atraer la atención y la silenciosa reverencia de todos los presentes en el estadio.


Llevaba un vestido negro con ribetes dorados, igual que el que Crystal había llevado en la sala de espera, y parecía tener los ojos de Crystal. Pero la niña había desaparecido, sustituida por una llamativa mujer de belleza inquietante y etérea.


“Mis queridos ciudadanos de la nación, y los líderes del territorio, les agradezco su duro trabajo en esta Reunión de la Encuesta.”


Su elegante voz resonó en el estadio, dominando toda la zona. Alicia se estremeció.


Así que Crystal era como los gemelos del País del Trebol, y saltaba entre la forma de un niño y un adulto. Alicia archivó esa información.


“Ha pasado bastante tiempo desde la última reunión, y estoy segura de que hay muchos que tienen grandes expectativas, ¿Eh? Aquellos que se diviertan con las apuestas son libres de disfrutar de la Fiesta del Jardín. Sin embargo, deben tener en cuenta que cualquier tipo de violencia está estrictamente prohibida. Imagino que hay muchos de ustedes que están agotados con todas las peleas, ¡así que quiero que todos aprovechen esta tregua para refrescarse y pasar un rato fabuloso!”


La reina agachó ligeramente la cabeza y su voz se volvió más sobria. “Y ahora… ¡que comience la reunión!”


Un alboroto de gritos y bocinas estalló en el cielo. Como si siguieran el ruido, vuelos de palomas se elevaron a la atmósfera.


La reina sonrió, claramente satisfecha, y descendió del escenario. Pasó junto a un locutor sin rostro que subió al escenario y se puso de pie.


“¡Vamos a poner en marcha esta Reunión de la Encuesta!” dijo atronadoramente. “¿Esos gritos significan que todos están listos para esto?”


Mientras el anunciador hablaba, varias docenas de Sin Rostro subieron al escenario y comenzaron su trabajo.


Alicia entornó los ojos confundida, sin saber qué estaba pasando. Elliot pareció darse cuenta.


“¿Qué estás haciendo?” ladró. “¡Si quieres ver, mira allí! Ahí es donde calculan el tamaño del territorio.”


“Donde ellos… ¡Oh!”


Las esculturas de cristal en forma de diamante habían estado vacías, pero ahora empezaban a llenarse de arena en un lento goteo desde arriba. Cada recipiente contenía un color diferente de arena: amarillo, verde, negro o azul. En el aire, frente a las esculturas, los números subían.


“¿Qué colores representan qué territorios?” preguntó Alicia.


“El amarillo es el Castillo del Diamante.” respondió Dee. “El verde es la Estación.”


“El negro es el Sepulturero, así que el azul es para nosotros, hermana mayor.”


Los gemelos parecían en tensión esperando los resultados. Alicia frunció el ceño.


“¿De verdad? ¿Los resultados de la reunión de la encuesta se deciden en la arena?”


“Sí, es fácil, ¿Verdad? ¡Hasta el conejo tonto puede entenderlo con una mirada!


“Ja, ja, el conejo tonto no hará nada difícil. ¡Así hasta él puede ver los resultados!”


“¡¿Están diciendo tonterías sobre mí, mocosos?!”


“Silencio.” siseó Blood. “Si van a hacer ruido, váyanse. Vayan a la Fiesta del Jardín y terminen con esto.”


Dee gritó. “¡Ese es nuestro Jefe! ¡Siempre sabe lo que queremos! ¡Nos vemos luego!”


“¡Fiesta, fiesta! ¡Fiesta gratis!”


Los gemelos aplaudieron con entusiasmo y se apresuraron a salir. Blood suspiró y desvió su mirada azul-verde hacia Alicia.


“Están inspeccionando cada territorio en busca de masa de tierra, jovencita, para usarla como base del poder de cada equipo. Puedes irte si quieres. Enviaré a alguien a por ti cuando haya terminado.”


“¿Así es como funciona?” Alicia había asumido que nadie podía irse hasta que la reunión hubiera terminado.


El Sombrerero Loco se encogió de hombros. “Claro, las otras delegaciones territoriales lo están haciendo.”


Alicia se dio cuenta de repente de que los líderes territoriales estaban sentados solos. El resto de sus Jefes de Rol ya habían desaparecido. Las únicas excepciones eran Sidney y Elliot.


“No podrás escapar vayas donde vayas, así que haz lo que quieras.”


Alicia le sonrió sarcásticamente. ‘Dando a entender que los guardias me están siguiendo, ¿Eh?’


“De acuerdo.” dijo lentamente. “Me he estado preguntando por la Fiesta del Jardín, así que creo que iré allí.”


Mientras se levantaba de su asiento, se preguntó si esto era Blood tratando de alejarla. En el País del Trébol, Blood tenía una lengua de terciopelo cuando se trataba de guiar las acciones de Alicia. Sus palabras eran suaves y eficaces.


Esto le recordó, una vez más, que la versión de Blood que estaba sentada aquí con las piernas cruzadas era un hombre muy diferente. Mantuvo sus ojos en las torres de arena y no le dedicó una mirada.


Ella lo dejó por la fiesta.


* * *


La Reunión de la Encuesta organizó un montón de otras formas de entretenimiento, como la Fiesta del Jardín, un evento impresionante repleto de ciudadanos que comían, bebían y reían. Alicia pudo probar la mejor comida del país mientras escuchaba sin prisas una orquesta en directo. Cuando regresó al estadio, los flujos de arena acababan de terminar.


El recipiente con arena verde parecía más lleno que los otros, ¿Eso significaba que el territorio de la Estación tenía la mayor masa de tierra? Los otros tres territorios estaban muy igualados entre sí.


Era el momento del evento principal. El corazón de Alicia empezó a acelerar mientras corría hacia su asiento. Quería ver cómo los líderes de los territorios “utilizaban sus fuerzas.”


Los gemelos ya estaban moviéndose para cuando ella llegó allí. Blood, que seguía sentado en el asiento del líder, le sonrió.


“Justo a tiempo. Estaba a punto de enviar a alguien a por ustedes.”


“¿Estos son los números de cada territorio?”


“Sí. Pero es sólo una parte de la puntuación de cada territorio. Los líderes pueden elegir sus propias potencias y cambiar los números de aquí en adelante.” Blood señaló con un dedo enguantado a Nightmare; el joven jefe de estación tenía la mano sobre un pequeño soporte en su escritorio. Los controles del soporte reaccionaban a los movimientos de su mano.


El locutor volvió a saltar al escenario, alborotando al público. “¡Es el momento que todos estaban esperando!” gritó. “¿Mantendrá la Estación su lugar dominante, o mostrarán los otros líderes sus manos ocultas?”


Nightmare se rió, luego tosió y volvió a reír. Rebosaba de confianza juvenil.


“¡Ja! ¡No hay duda de que me mantendré al frente todo el tiempo! Qué más… ¡koff hack!” Se encorvó en un ataque de tos, lo que le hizo parecer menos… amenazante.


Jericho y luego Crystal pusieron las manos en sus puestos, revelando parte de su fuerza. Blood no se movió.


Mientras la multitud rugía a su alrededor, Blood levantó una ceja hacia Alicia. Le hizo un gesto para que se acercara.


“¿Te gustaría probarlo, jovencita?”


Alicia no tenía ni idea de lo que estaba pensando; rápidamente negó con la cabeza. “Gracias por la oferta, pero debo rechazarla educadamente.”


Blood se rió. Finalmente deslizó su mano sobre el soporte.


La arena azul tapada comenzó a fluir en el recipiente una vez más. Y frente a la escultura, los números flotantes giraban y cambiaban.


“…..”


La mayoría de la gente del estadio contuvo la respiración. Alicia se sintió aplastada por la presión mientras observaba en silencio el progreso. A su lado, los gemelos juntaron las manos en una oración desesperada.


La arena no caía a una velocidad constante: a veces se reducía a un pequeño hilillo, para luego estallar en un flujo más intenso. Alicia supuso que el flujo estaba calculado para mantener a los espectadores al borde de sus asientos. ‘Apuesto a que está volviendo locos a los jugadores.’


El flujo de arena hacia los recipientes disminuyó y finalmente se detuvo.


Los aplausos y los lamentos miserables estallaron simultáneamente cuando el locutor, que había permanecido en silencio hasta ese momento, levantó la voz para dirigirse a la multitud.


“¡Y ahí lo tienen! La victoria de la primera ronda es para nuestros anfitriones, el Castillo de Diamante.”


El público rugió en respuesta.


“¡Y con esto, la primera Reunión de Encuesta llega a su fin! No se pierdan la segunda ronda.”


Mientras el locutor daba por concluido el acto, Crystal dio un fuerte aplauso con sus manos. El Coliseo desapareció a su alrededor, dejando a todos en la sala de espera en la que habían empezado. El teletransporte había sido tan suave… casi como si las manecillas de un reloj se hubiesen dado cuerda hacia atrás.


Crystal hinchó el pecho con orgullo ante Sidney, que ahora estaba a su lado. “Espero que lo hayas visto.” chistó. “¡Soy la ganadora! ¡Ja, ja!”


Su ceja se arqueó. “Tenemos una verdadera montaña de cosas que discutir, pero esto será suficiente por ahora. Nunca pensé que sacarías eso…”


“¡Conejo, eres un ganador malísimo! Deberías aprovechar esta oportunidad para enterrarme en montones de elogios.”


Sidney soltó un gran suspiro mientras Crystal le sonreía inocentemente. Alicia empezaba a ver a la joven entusiasta de antes en esta reina mayor y hermosa. Era un poco desconcertante.


En el lado de Alicia de la habitación, Elliot estaba furioso. Su cuerpo temblaba mientras sus blancos puños se apretaban a los lados.


“No puedo creerlo… ¡¿Cómo pudo perder Blood?!”


Blood agitó una mano. “Tranquilo, Elliot. El primer asalto siempre es así.”


Las clasificaciones finales de la ronda fueron el Castillo, la Estación, la Cementerio/Museo y la Mansión del Sombrerero en el último lugar. Pero Blood no parecía molesto en lo más mínimo.


Con Elliot prácticamente echando vapor por las orejas, Alicia estaba confundida en relación con quién había perdido exactamente. Incluso los gemelos -que habían estado tan metidos en sus apuestas- se limitaron a encogerse de hombros.


“Hm. Así que el Castillo quedó en primer lugar en esta ronda… Algo esperado, pero mis ganancias fueron una mierda. ¿Y tú, hermano?”


“Más o menos como tú. Y estábamos buscando el premio gordo…”


Cualquiera que fuera el día de pago que Dee y Dum habían estado esperando, éste no lo había sido. Sin embargo, la clasificación real de su propio territorio parecía irrelevante.


‘Muy propio de ellos.’


Mientras Alicia observaba las reacciones de los demás miembros presentes, alguien le tocó el hombro.


“Yo. Buen trabajo hoy.”


Ella inclinó la cabeza para mirar detrás de ella. “¿Jericho…?”


El sepulturero se llevó un dedo a los labios, indicándole que se callara. Sus ojos brillaban detrás de sus gafas.


Afortunadamente, Elliot seguía enfurecido por los resultados de la Reunión de Encuesta, así que los Sombrereros estaban demasiado distraídos para mirar a Alicia. Ella se lamió los labios y asintió.


“Quería disculparme por mis hombres.” explicó Jericho. “Antes, en la calle. No tuve tiempo para una disculpa adecuada en todo el caos.”


“No te preocupes por eso. En realidad, me has salvado. Gracias por ello.”


Ella sonrió y le hizo una ligera reverencia. Una pizca de satisfacción apareció en las comisuras de su boca.


“Aun así, mis hombres empezaron todo. Tal vez pueda compensarte en mi casa.”


“¿En tu casa? Pero tu territorio es…”


Su rostro se descompuso en una mueca al pensar en el nombre de Sepulturero, pero Jericho rápidamente desechó la idea con un movimiento de la mano.


“Ahora, espera, no es eso lo que quiero decir. No invitaría a una dama a un cementerio. Quizá no lo sepas, pero también soy el director del museo de arte.”


“Oh, claro.” respondió aliviada. “Supongo que sí lo sabía.”


Había oído hablar de los violentos disturbios en el País de los Diamantes, pero también había estado encerrada en la Mansión del Sombrerero desde su llegada. Pensó que sería bueno arriesgarse y salir un poco.


‘El líder del territorio dirige el museo de arte.’ Se interesó por el tipo de arte que se exponía allí.


Cuando ella asintió, él le entregó un papelito. Era un billete prioritario con un diseño de moda.


“Toma. Ven a disfrutar cuando quieras.”


“Gracias. Creo que aceptaré tu oferta.”


Por desgracia, el Sepulturero era un rival del territorio y dirigía una organización mafiosa opuesta. Alicia no sabía si los Sombrereros la dejarían ir, pero no recibía muchos favores. Supuso que aceptaría el billete y estaría agradecida.


Una curiosa ilustración de un animal impresa en el billete le llamó la atención. Pero cuando entornó los ojos, la voz de Blood surgió de repente desde demasiado cerca.


“¿Has ganado una apuesta y estás comprobando tus ganancias, jovencita?”


“¡Blood!”


Alicia se metió apresuradamente el papelito en el bolsillo. “N-no.” tartamudeó.


“No es nada.” Cuando volvió a mirar furtivamente a Jericho, se sintió aliviada al ver que ya se había ido. Lo vio en otra zona de la sala, hablando con miembros de su territorio.


Blood frunció los labios. “¿Qué pasa? ¿Tenías algún asunto con alguien?”


Blood parecía sospechar, pero sus ojos no se movieron hacia Jericho. ‘Tal vez no se dio cuenta de eso.’, esperó Alicia.


“No es nada.” repitió Alicia, y luego trató de cambiar de tema. “¿Qué hacemos… después de esto? ¿Ahora que la primera ronda de la Reunión de Encuesta ha terminado?”


“Nos vamos a casa. El entretenimiento ha terminado. La única pregunta ahora es.” murmuró Blood, sus ojos se movieron más allá de ella, “¿qué hacemos con eso?”


Alicia siguió su mirada para ver que Elliot y los gemelos seguían armando un escándalo por los resultados. Bueno, para ser más exactos, Elliot estaba furioso y los gemelos echaban más leña al fuego.


“¡No lo entiendo!” gruñó Elliot. “¡Se suponía que Blood iba a ser el primero, pasara lo que pasara!”


“¡Eres un idiota!” Dee respondió bruscamente. “Si el jefe gana todas las veces, ¿qué sentido tiene tener una Reunión de Encuesta?”


“Sí, si todo el mundo supiera que va a ganar, ¡ganaríamos botes aún más pequeños! No hay dinero en la caja si nadie está dispuesto a apostar.”


“¿Y qué? ¡Pueden apostar por Blood!”


“…..”


Sus gritos se extendieron por la sala de espera, y Alicia se encontró haciendo una mueca. Elliot no pareció darse cuenta de que las otras delegaciones salían de allí.


Blood suspiró. “¿Los dejamos atrás?”


“No estaría bien, Blood.”


Él agitó irritado una mano.


“No son más que problemas.”


Mientras Alicia tarareaba una respuesta sin compromiso, deslizó su mano hacia el exterior del bolsillo de su falda. Sus dedos recorrieron la ligera protuberancia del billete prioritario que había dentro.











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