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Uno por uno, fruncieron el ceño.


“… Es una oruga y sus larvas.”


Dijo Dromi, al acercarse y abriendo los ojos sutilmente. 


“… ¿Esto es una oruga?”


El tamaño de la oruga no supera los tres centímetros como máximo. Es una criatura tan pequeña como eso. 


También se alimentaba principalmente de cadáveres de animales pequeños.  En primer lugar, estas cosas no comen alimento vivo.


Porque ellos eran atraídos por el olor de la muerte y la putrefacción. 


“… Parece mucho más grande de diez centímetros.”


“… Pero lo único a que se parece esto es a la oruga. Ya he tenido suficiente.” 


Helia cerró la boca. Era extraño que el extracto azul saliera después de matar a estos. Tomó un respiro ya que se había quedado sin aliento. 


“… Mierda, ¿Qué demonios es esto?”


Karta, que estaba mirando alrededor del cadáver, abrió la boca y soltó palabrotas.


Helia se acercó a él. 


“…..”


Las larvas en la boca se clavaban comiendo la carne putrefacta del cadáver.


“… ¿Alguien resultó herido por esto?”


“… No, todavía no.”


Contestó Lennon Cotton. 


Helia lo miró en silencio y asintió. 


“… No sé por qué, pero sé que esta oruga es una de las causas.” Contestó Helia. 


Pero la oruga ya estaba muerta, y estudiar las larvas no parecía revelar nada. En primer lugar, ella no quería tocar el insecto.


“… Si vas a confiar la investigación a otra persona, creo que sería mejor preguntar.”


Helia se retiró. 


Para investigar el cadáver, habría que deshacerse de todas esas larvas, pero Helia no estaba segura de eso. 


Suspiró lentamente. 


“… Te llamaré cuando las retire.”


“…..”


Helia miró a las orugas en silencio. Era muy reacia a seguir tratando de hurgar en alguna parte. 


“… Por si acaso, será mejor que te pongas guantes gruesos al manipularlo.”


Dijo Helia a Dromi. 


Dromi asintió. 


“… Entonces seguiré mi camino. No creo que haya nada más que hacer.”


“… ¿Por qué sabías que era raro allí?”


Ante la pregunta de Dromi, Helia giró la cabeza. Aunque el cadáver en el suelo no era lo que ella pretendía.


“… El área alrededor era la más corrupta.”


“… ¡Tienes una buena vista!”


“… Lo sabrás si has visto el cuerpo durante mucho tiempo. Lo primero que se descompone es donde la herida es más grave.”


Helia terminó la conversación y se dio la vuelta. No sabía si regresaría pronto. 


‘… Dije que volvería enseguida.’


Se fue a casa dando un suspiro. 


Al regresar a paso lento, miró la puerta ligeramente abierta e inclinó la cabeza. 


Suspiró suavemente, preguntándose si había olvidado cerrar la puerta.


“… Ya he regresado.”


“… Es tarde, Helia. ¿Dónde has estado?”


Helia se sobresaltó.


Naturalmente, abrió la boca cuando vio a Caligo bebiendo té, estando en la habitación.


“… ¿Qué? ¿Por qué estás aquí?”


“… Dije que vendría.”


“… Es cierto, pero… ¿Qué sucedió? Tú aquí adentro…”


“… Hacía un poco de frío para esperar fuera.”


Caligo respondió a las réplicas de Helia. La descarada respuesta la dejó sin palabras.


“Ya veo…”


Asintió lentamente porque no había nada que pudiera decir. 


“… ¿Dónde has estado?”


Preguntó, frunciendo el ceño ante el terrible hedor que le llegó a la punta de su nariz. 


“… Fui a un lugar donde necesitaban ayuda. Algo cómo… había un monstruo que estaba muerto y todavía se movía.”


“… ¿Un monstruo que está muerto, en movimiento?”


“… Sí, estuve allí un rato, pero estaba tan apestoso que hacía vibrar todo mi cuerpo, pero esencialmente estaba muerto y se movía.”


Helia frunció el ceño.


El terrible hedor aún perdura. Era un olor horrible. Se frotó la nariz con el dorso de la mano. 


“… Es extraño.”


Caligo frunció el ceño. 


“… ¿Encontraste la razón?”


“… Sólo que había una oruga. No sé si se metió en la herida o si alguien la insertó a la fuerza.”


No sabía nada más, pero pensó que no olvidaría las orugas que se agruparon cuando el cuerpo fue destazado. 


“… Cuando maté a la oruga el cadáver vivo también murió. ¿Qué demonios fue eso?”


Helia se tocó ligeramente la frente. Aflojó los dedos. El insecto, que había estado postergando el hedor vibrante en todo su cuerpo, ahora parecía arrastrarse sobre su piel.


“… Gracias por tu duro trabajo. ¿Estás herida?”


Dijo Caligo, que se acercó a ella con total libertad y sin dudarlo la estrechó entre sus brazos. 


Helia se debatió entre la perplejidad y la vergüenza. 


“… ¿Qué estás haciendo?”


“… Tranquilízarte, estás temblando.”


Helia lo miró asombrado y cerró la boca. 


Golpeó su frente con la suya.


“… Si te resulta incómoda, te la quitaré.”


“… Apesto, así que déjalo. Estoy cubierta de fluidos corporales y líquidos extraños, todos mezclados.”


“… Si me resultara desagradable, no habría venido hasta aquí.”


Ante las palabras de Caligo, Helia dejó de respirar. 


Jane y Millet se echaron a reír cuando giraron la cabeza ante las risas que escucharon a su lado. 


“… ¡Lia está nerviosa!”


“… No es así.”


Helia se frotó su ardiente y sonrojado rostro con la palma de la mano.


“… Bájame, por favor. Me bañaré y saldré.”


“… ¿Dónde?”


“… Aquí también hay un baño. Aunque es una casa pequeña.”


Caligo se dio la vuelta. 


Helia señaló a un lado y él abrió la puerta. 


“… ¿Este es el baño?”


Dijo, mirando un pequeño espacio que parecía menos de un *pyeong. 


*Pyeong es una unidad coreana de medida para las áreas y superficies un pyeong equivale a 3.30579 m².


Helia asintió. 


“… Me bañaré y saldré.”


“… Sí, señora.”


Caligo la bajó lentamente después de una larga deliberación. 


Helia se metió en el baño y cerró la puerta. 


Miró alrededor de la habitación. Era un lugar pequeño que no podía llamarse casa por mucho que lo mirara. El hecho de que tres personas pudieran vivir ahí le hizo sentirse aún más frustrado. 


Aunque había vivido en un lugar peor que éste, era natural que no viera con buenos ojos que Helia se quedará ahí. 


Caligo frunció el ceño.


Eso no significaba que no pudiera hacer nada aquí. 


Este era un pueblo con poco poder y demasiado separado de la capital. 


Caligo suspiró profundamente.


***


“… Maestro, creo que ya es hora de que distribuya algunas medicinas.”


“… ¿Ah, sí? Es hora de un cambio. Sería bueno centrarse en cosas más serias antes de que tengamos más problemas.”


“… ¿Qué opinas, Tarian?”


“… Creo que sería bueno difundir el rumor poco a poco, como dijo el Maestro.”


Inmediatamente detrás, Tarian escuchó en silencio el informe de un hombre que parecía estar lleno de fe, y respondió.


 “… Eso es. Vamos a empezar. ¿Y qué hay de la capital?”


Preguntó Aximo, inclinando ligeramente su copa. 


“… La capital está empezando a funcionar lentamente. Los rumores se van extendiendo poco a poco al ver a la gente que hace milagros con la oración al regresar a los muertos.”


El joven líder religioso, Aximo, se rió. 


“… Tarian, creo que tu plan es genial. Es muy divertido.”


“… Gracias a las características del Maestro.”


Aximo sonrió. Giró la cabeza e hizo una seña a los fieles. 


“… Ya pueden irse. También, por favor cuiden el suministro de agua. Mucho cuidado en la capital, para que un nuevo Dios pueda venir a la tierra.”


“… ¡Sí, Maestro!”


Aximo sonrió amablemente. La congregación se inclinó profundamente y se retiró cautelosamente.


Sus ojos púrpuras brillaron extrañamente y se pagaron. 


“… El hecho de que mis padres fueran de sangre *Banshee y de sangre **Súcubo no puede ser tan aterrador.”


*Banshees son las hadas irlandesas de la muerte, procedentes de las leyendas y la mitología celta.


**Súcubo: Espíritu o demoniocon apariencia de mujer que tiene relaciones sexuales con un hombres y absorbe su energía vital.


Aximo sonrió inocentemente. 


“… No creo que haya nada más agradable que eso porque nadie desconfía de mí.”


A lo largo de las generaciones la sangre de la Banshee y de la Súcubo se han ido desvaneciendo, volviéndose casi humana. 


Pero Aximo heredó la sangre más oscura entre ellas en sus venas. 


Debido a eso, fue tratado como un monstruo, y ahora es venerado como el hombre más grande de todos los tiempos 


Las Súcubos nacen con una bella apariencia, tanto como el rasgo de ser cautivantes sin faltarles un punto. 


Por el contrario, las Banshees eran una existencia sin presencia y parecía no existir. Un ser frágil e impotente que sólo podía ir a la casa de los muertos y llorar.


Sin embargo, utilizando las características inquebrantables de la Banshee y la hermosa apariencia del la Súcubo, Aximo se estaba divirtiendo mucho. 


“… Quiero derrocar al actual Emperador y así convertirme en el único Dios. ¿Es eso posible, Tarian?”


“… Es posible si te mantienes un poco más tranquilo de lo que estás ahora.”


Respondió Tarian. 


Aximo se rió a carcajadas. Saltó de su asiento. Fue un movimiento ligero.


“… Estoy deseando ver qué más puedo hacer después de tener a toda la gente en mis manos.”


Se rió.


“… Por cierto, escuché que hubo efectos secundarios al usar esto.”


Aximo abrió su puño. Había un gusano retorciéndose en la palma de su mano. 


Sus labios se torcieron ligeramente a a primera vista. La larva de una nueva oruga negra se retorcía de un lado a otro sobre su palma. 


Los ojos de la larva eran azul brillantes, claramente diferentes a los de las larvas habituales. 


“… Mientras los cuerpos de los supervivientes se pudren, las larvas parecen dominarse a sí mismas.


“Ahhh… El autogobierno. Es curioso. ¿Están evolucionando? Y si incluso ataca, sería problemático. ¿Hay alguna manera de que puedan lidiar con eso?”


“… Se criaron alimentándose con tu sangre y de piedras mágicas, así que sólo tienes que dar órdenes.”


“… Bueno, ¿Tienen alguna otra característica?”


“… Parece que hay un fenómeno en el que muerden a su oponente a la fuerza, invaden nuevas larvas de oruga a través de la herida, obligando a la persona a morir y se vuelven a dominar a sí mismas de nuevo. Sobre todo en los primeros experimentos.” 


Aximo asintió ante las palabras de Tarian. 


Usaron un monstruo como objeto de prueba. 


El experimento se llevó a cabo en un lugar particularmente desierto, y fue bastante sorprendente que algunas personas ya hubieran notado la existencia del monstruo experimental. 


“… Morse básicamente extermina a los monstruos cuando llega el invierno. Es un pueblo que no puede prescindir de ello.”


“… Oh, ese pueblo basura.”


Aximo hablo con un rostro desagradable. Giró ligeramente la cabeza y se encogió de hombros. 


“… ¿Qué pasa si lo sometes, Tarian?” 


“… Los monstruos entrarán e inundarán como las olas y perderán el territorio a causa de ellos. Eso es todo.”


Tarian respondió tranquilamente con un rostro despreocupado. Ante sus palabras, Aximo se rió. 


“Bueno…”


Los ojos morados se curvaron en forma de media luna. 


“… Eso suena divertido.”


Murmuró con una cara infantil, cruel e inocente. 


“… Intenta infiltrarte con los trabajos fallidos o los que has usado para practicar.”


“… No creo que sea una buena opción si aún no hemos tomado completamente la capital.”


“… Hazlo, Tarian. Quiero verlo. Los distritos luchando por sobrevivir.”




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