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“… Buenos días, Helia.”
“… Sí.”
Helia respondió de mala gana y se levantó de su lugar.
Cuatro días después de su llegada, fue a su casa todas las mañanas. Siempre lleva a los sirvientes.
Gracias a esto, ha estado comiendo deliciosas comidas durante los últimos días, pero no podía entender su mente.
“… Helia.”
“… Sí.”
“… Desayunaré contigo hoy y me iré enseguida.”
“… Oh, sí.”
Helia asintió con una cara sutil. Hoy no estaba la voz que siempre la seguía. Una voz inocente.
“… Ahora que lo pienso, no puedo ver a la niña.”
“… Oh, la dejé en casa porque hoy no se sentía bien. Por eso me voy a casa temprano.”
Dijo Caligo mientras se sentaba frente a Helia.
Desde el exterior, seguía siendo una casa antigua, pero los muebles del interior eran todos nuevos, recién salidos de donde los consiguieron.
La cama también estaba mucho más suave de lo que era originalmente y la puerta era más fuerte. La mesa por lo consiguiente completamente nueva, sin podredumbre.
Dejó escapar un suspiro de inquietud al abrir los ojos en su casa.
“… ¿Qué sucede?”
“… Cuando llegamos aquí, estaba protegida por el Sumo Sacerdote, y creo que probablemente el efecto se ha terminado. Es porque fue mucho más largo de lo que pensaba.”
“… Ya veo.” Respondió Helia, inclinando su vaso.
No se preocupa demasiado. Está segura de que la tratarán bien en el alojamiento.
Helia no apartó los ojos de la comida que se preparaba con la boca cerrada.
“… ¿Es realmente mala? ¿Cuál es su condición?”
“… Creo que padece un resfriado o dolores en el cuerpo porque tiene fiebre y tos.”
“… Ya veo.”
Caligo, de alguna manera, giró la cabeza ante la respuesta apagada de Helia.
Helia miraba hacía abajo con una cara inexpresiva, sosteniendo su vaso.
“… No te preocupes, Helia.”
Helia levantó la cabeza negándo suavemente, al verla Caligo sonrió.
“… Nunca me he preocupado. Estoy seguro de que los empleados la están cuidando en un buen lugar.”
Helia no tenía nada de qué preocuparse.
“… Pero si Helia la visita, se pondrá muy contenta.”
“… No digas nada raro. ¿Por qué iba a ir allí?”
Aún así, soltando esas palabras, Helia tenía el rostro blanco.
Durante toda la comida, como si estuviera luchando contra algo, actuó completamente distraída.
“… Lia, ¿No tienes hambre?”
No es de extrañar que Millet, a quien no había visto, preguntara.
Helia negó con la cabeza y volvió a pinchar con el tenedor fuertemente.
Cuando terminó la comida, los sirvientes organizaron rápidamente. Como había mucha gente, el proceso fue rápido.
“… Entonces me voy, Helia.”
“… Sí.”
“… Es posible que no pueda venir mañana si su condición no mejora. Pero enviaré algunos sirvientes así que asegúrate de comer bien.”
“…..”
Helia no pudo responder correctamente esta vez.
No podía entender por qué la pequeña niña, que la perseguía y decía sólo cosas inmersas en ideales, estaba rondando en su cabeza.
“… ¿Helia?”
Caligo envió primero a los empleados y volvió a mirar a Helia.
“… ¿Estás ocupado? ¿Puedes darme treinta minutos?”
“… Sí, no hay problema.”
“… Entonces espera un momento.”
Helia se dio la vuelta y entró.
Parecía estar recogiendo algo del armario y luego entró directamente en el almacén.
En el interior había una serie de ruidos que resonaban uno trás otro.
Un olor amargo y estimulante se escapó por la rendija, y la puerta se abrió al poco tiempo.
Helia envolvió algo en papel y se lo entregó.
“… ¿Qué es esto, Helia?”
Caligo preguntó mientras recogía el papel.
Cuando lo abrió con cuidado, había píldoras y una poción en él. La poción aún estaba caliente como si no se hubiera enfriado.
“… Es una medicina. No sé qué tiene, así que hice un medicamento eficaz para el resfriado común y dolores corporales.”
Caligo tomó la medicina y se rió amargamente.
“… Estaría más que feliz de que entregues ésto personalmente.”
“… No sé cómo ser amable si voy. Prefiero hacer esto.”
“Aun así…”
Helia sacudió la cabeza ante las palabras de Caligo.
Puede comprobar el estado de su hija y darle medicinas, pero no podrá calmar el estado emocional de la niña enferma.
No quería ofender y hacerla sentir incómoda por nada. Especialmente si llora, ¿Qué tan difícil puede ser?
“… Me encargaré de ello, se lo daré y la cuidaré bien.”
Dijo Caligo, empacando cuidadosamente el frasco de medicina.
Helia asintió en silencio.
“… Entonces, regresa con cuidado.”
“… Sí, espero verte mañana.”
Se dio la vuelta con una ligera reverencia. Porque sabía que no obtendría una respuesta de ella.
“Lo sé, tal vez…”
Los ojos de Caligo se abrieron de par en par mientras intentaba subir al caballo. Volvió a mirar hacia atrás.
“… Helia, ¿Qué acabas de decir…?”
“… He dicho que lo espero. Es la prueba de que la niña está mejor.”
Caligo miró a Helia sin decir nada durante un largo rato, luego estalló en carcajadas y asintió.
“… Sí, haré todo lo posible por cuidarla.”
Se acercó y la besó ligeramente en los labios.
“… Que tengas un buen día, Helia.”
Caligo saltó sobre el caballo y se alejó rápidamente.
Helia torpemente miró a Caligo, quien desapareció junto con el polvo y se quedó inmóvil.
Después de un tiempo, sintió que el calor subía y presionó el dorso de su mano en sus labios.
“Realmente…”
Entró en la casa con el rostro al rojo vivo y suspiró.
***
*Toc, toc.*
Siempre llamaba a la puerta a la misma hora.
Helia se levantó de su asiento y giró el pomo de la puerta.
“… ¿Está bien la niña…?”
Abrió el pomo de la puerta, se detuvo y dejó de hablar. Como no era una silueta conocida, los ojos de Helia se pusieron en alerta por un momento.
“… Buenos días, Señora.”
“… ¡Oh!”
Frunció el ceño, levantó la cabeza, miró a su alrededor y vio al sirviente que tenía delante.
No había nadie alrededor, y Millet y Jane habían salido desde la mañana porque tenían una cita.
“… El maestro me pidió que lo disculpara porque no podrá venir hoy ya que está cuidando a la señorita Clarisse.”
“… Ya veo.”
Helia asintió e hizo una pausa.
‘… ¿Debería usar honoríficos?’
En primer lugar, Helia no era ama de los actuales sirvientes, después de todo, estaban viviendo una vida mejor que cuando ella estaba ahí.
“… No tenía que enviarlos.”
¿Cree que es una persona que ni siquiera come bien? Por mucho que estuviera sola, podía cocinar.
Helia abrió la boca después de pensar momento.
“… Puedes ir a casa hoy. Puedo preparar y comer por mi cuenta.”
“… Mi maestro me advirtió que existía una alta probabilidad de que dijera eso, pero aún así me ordenó que preparara una buena comida.”
“…..”
Los labios de Helia se apretaron con fuerza.
Helia, que vio a la sirviente, con una sonrisa en su rostro, parecía no tener signos de retirarse, Helia retrocedió primero.
“… Entra.”
“… Puede hablar cómodamente.”
Dijo la sirvienta, sonriendo.
Era una figura familiar para Helia, pero nunca tuvo una conversación decente. Porque era la única que estaba a cargo de Caligo, y Helia tenía poco contacto con ella.
“… La ubicación no ha cambiado, pero no es el caso. Entra por ahora.”
Helia se apartó ligeramente.
Suspiró mientras observaba a las personas que entraban.
‘… No sabía que no llegaría.’
Fue un resultado inesperado.
Helia pensó que la niña burbujeante se levantaría pronto después de tres dosis.
La niña tenía un aspecto muy saludable y audaz, para ser sincera, era increíble que siguiera enferma.
Sin embargo, a Helia le parecía muy extraño preguntarle a alguien por este hecho.
Tampoco sabía por qué debía hacerlo. Sabía que preocuparse por la niña no significaba que se esté mejorando.
Se sentó en la mesa y giró la cabeza. Todos estaban ocupados, pero sólo Helia estaba tan rígida como una estatua de piedra.
‘… Sólo yo, es así.’
Era una vida errática en la que no podía adaptarse a nada, ni ser honesta, ni inclinar la cabeza para disculparse.
‘… ¿No funcionó la medicina?’
Pensó que había hecho una medicina que era completa. ¿No fue lo suficientemente eficaz?
¿O la medicación empeoró la condición de la niña? Ojalá tuviera una respuesta clara.
“… Ahora que lo pienso, la señorita Risse pregunta por la señora.”
“… No soy adecuada para cuidarla.”
Helia frunció el ceño y respondió con firmeza.
“… Pero usted es la única madre de la señorita Clarisse.”
“…..”
Helia cerró la boca.
Tanto la dueña como la empleada eran testarudas, así que era demasiado para lidiar con eso.
Helia suspiró profundamente y giró la cabeza para responder.
“… Es cierto que la señorita Clarisse quiere verla.”
“… Debería recuperarse pronto.”
Helia respondió lentamente.
‘… No debería ser un gran problema.’
Tendrá a buenos doctores a bordo.
Pero si lo piensa, ¿Quién puede ocuparse de ellos en Morse? Son hostiles a los forasteros.
‘… No, estoy segura de que trajo un doctor.’
En sentido común, era imposible que un miembro no siguiera la jugada del Duque.
Helia suspiró profundamente, tratando de sacudir sus pensamientos. No dejaba de pensar en cosas inútiles y se estaba volviendo loca.