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“…¿Más que Risse?”


Mirando su rostro lloroso, Caligo se mantuvo en silencio.


Si pierde ante la niña así, perderá la oportunidad que apenas ha ganado en años.


“…Tengo algo importante que hablar con tu madre.”


Clarisse inclinó la cabeza cuando Caligo no retrocedió fácilmente.


Es triste bajar los hombros. Enterró su cara en el dobladillo de la bata de Helia.


La calidez desbordante, suavemente subió a lo largo de sus piernas.


El rostro de Helia se endureció por la sensación imparable.


“…Un poco, quiero que te alejes de mí.”


Helia se mordió ligeramente el interior de la boca y le dijo a la niña. Clarisse deprimida quitó la mano con sorpresa y levantó la cabeza.


Mirando su pálido rostro, Helia mantuvo la boca cerrada con fuerza. La niña se veía avergonzada y tenía los ojos abiertos.


Apretó los puños mientras hablaba.


“…Ja, la regresaré…fue malo que Risse te tocara…”


La niña retorció la mano.


Helia se sintió asfixiada y no pudo responder.


Ni siquiera había cometido un crimen, pero no se sentía bien al verla temblar y retraerse cómo si fuera un criminal .


“…No es eso, simplemente no me gustan las cosas calientes.”


Helia añadió las palabras adecuadas.


Era una razón algo más fundamental que eso, pero la niña era demasiado joven para escuchar la verdad al respecto.


Helia no quería herir a la niña que ponía esa cara diciendo tal cosa.


‘…¿No quiero lastimarla?’


De repente se cuestionó la idea.


¿Acaso Helia había pensado en algo así en su vida?


Sin duda, en pocas palabras Helia no pensó ni una sola vez en nadie para estar conmovida.


No pensaba en el dolor o las heridas de alguien y no consideraba los sentimientos de las personas. Ni siquiera se molestaba en hablar si le iba a causar mucho daño.


Miró a la niña.


“…Regresala de nuevo…”


La niña se limpiaba las lágrimas que parecían fluir tristemente con la punta de su manga.


Se sentía como si estuviera sentada en un cojín lleno de espinas, al ver a la niña que prestaba atención sin hacer ningún ruido y sólo derramando lágrimas.


“… Mamá…”


“…..”


“…Risse, no está triste…”


Cuando Halia miró a Caligo avergonzada, éste se encogió de hombros.


Helia no tuvo más remedio que volver a bajar la mirada, ya que parecía que él no tenía la voluntad de resolver la situación.


“…Risse tendrá cuidado…”


Helia guardó silencio durante un poco de tiempo. Levantó su mano derecha con cuidado después de un largo silencio.


Caligo observó cómo sus dedos se acercaban a la niña.


El largo dedo índice golpeó la frente de Risse en un instante y se alejó lentamente como una flor floreciendo en su dedo.


Ante la calidez que se extendía, Helia cerró lentamente los ojos y los abrió.


‘…Entonces también era así.’


El recuerdo de cuando tocó a la niña de mejillas regordetas, cuando no podía hablar ni abrir bien los ojos brotó de su cabeza con claridad.


El final.


En aquella ocasión, después de tocar a la niña en un momento de curiosidad, una sensación desagradable permaneció en la punta de sus dedos durante mucho tiempo.


El calor a veces está en las manos de los demás.


Era lo suficientemente intenso cómo para revivir cuando se tocaba.


Fue un momento muy corto, pero algo ambiguo, incluso para añadir el modificador de tiempo.


En ese momento, Helia, que tocó a la niña, soltó su mano sorprendida, y la niña dejó de llorar.


Sí, justo como ahora.


Los ojos de Risse estaban tan abiertos como dos platos. Después de que su expresión triste abandonará su pequeña cara.


No ocultó su sorpresa.


Su boca estaba muy abierta y le daba vergüenza mirarla.


“…Mamá…”


Helia frunció el ceño.


Nunca había respondido adecuadamente al llamado de la niña. Tal vez responda a éste último.


Teme que eso le dará espacio a la niña.


Las personas siempre son así. Cuando algo que no se puede alcanzar llama la atención, saltan sobre ello aunque se sabe que es imposible.


Pero a medida que pasa el tiempo, te das cuenta, que debe existir lo imposible en el mundo.


Helia era consciente de muchos fracasos. Pero Risse no conocerá el fracaso.


Esa era la diferencia entre ella y la niña.


Helia se quedó en silencio. No respondía a la niña. Esperaba que cuando la niña se diera cuenta, se volviera con desprecio en lugar de desesperación.


La pobre bondad duele. Aunque fuera un favor para ella, no había garantía de que fuera necesariamente un favor para la otra persona.


Se quedó mirando a la niña en lugar de responder.


En el momento en que se dé cuenta de que esa respuesta nunca será escuchada, la niña se desesperará y se rendirá.


“…Eso es…”


Esperaba una decidida negativa, si la niña pedía que la acariciara un poco más, le hablara con un corazón firme.


Si das algo pequeño, no es claro que la persona quiera algo más grande.


“…Todo eso…Por favor, hazlo de nuevo.”


La niña habló con los ojos brillantes como si hubiera hecho un tremendo descubrimiento que nunca más existirá en el mundo.


“…¿Qué?”


“…¡Eso! ¡Tok, tok, tok!”


La niña golpeó la frente de su madre con la palma de la mano, en lugar del dedo.


‘…No es, tok, tok, tok, pero esto es…’


No es así.


Helia se estremeció porque era un método tan ignorante que literalmente hizo un sonido sordo.


Como se esperaba, cuando Risse quitó la mano, su frente estaba roja y las huellas de sus manos eran visibles.


“.. ¿Puedes hacerlo una vez más?»


“…..”


Helia miró a la niña, sin palabras. No podía decir si lo haría o no.


“…¿Qué? ¿No lo vas a hacer?”


“…..”


“…Si no me tocas, está bien.»


Risse se obligó a parecer un adulto maduro, dando fuerza a su expresión brillante y floreciente.


Sus ojos brillan, su boca es triangular y mira sus puños cerrados como si tratara de contener todas sus expectativas.


Helia es la mala.


No pudo borrar la sensación de ser un ser humano.


“…Quiero decir que…”


Helia lanzó un breve suspiro.


“…Risse está luchando, se tambalea… ¡Risse dijo que podía soportar esto!”


Era una expresión y una voz muy deprimentes para contar algo emocionante.


Helia no pudo ocultar su vergüenza ante los sentimientos de la niña que eran claramente visibles.


Después de un largo tiempo, ella reprimió sus sentimientos y lentamente extendió la mano.


*Tok*


Le dio un ligero golpe en la frente a la niña con el dedo y se apartó. La cara de Risse se iluminó.


“…Jeje, mi mamá me ha tocado.”


La niña murmuró con alegría.


Helia se quedó pasmada con un gran sentimiento de culpa. Giró la cabeza hacia otro lado.


Caligo tenía una sonrisa amarga. No había ninguna expresión en la mirada de Helia. Así es, Helia ya lo ha visto todo.


“…Hmm.”


Caligo tosio y reía torpemente.


Si la sirvienta no hubiera aparecido llamando a la puerta diciéndo que todo estaba listo, seguirían atrapados en un largo e incómodo silencio.


“…Regresaré.”


“…¡Oh! Te recogeré a la hora de la cena.”


“…¡Voy a recogerte!”


“…Sí.”


Helia asintió bruscamente y siguió al sirviente al exterior.


La empleada caminaba rápidamente a grandes zancadas, pero la velocidad no tenía la intención de guiar a nadie.


Fue por está razón que los pasos de Helia, quien al principio lo perseguía al mismo tiempo, se detuvieron en absoluto.


“…¿Por qué no vienes?”


“…..”


Helia parpadeó un par de veces como una idiota ante la repentina caída de los honoríficos.


“…¡Oye!”


La sirvienta, que se había adelantado, se acercó de nuevo a Helia.


“…Es desagradable mostrarle el camino a una bestia apestosa y sucia, que es como la mierda, es jodidamente repugnante.”


Los ojos de Helia parpadearon una vez más.


“…¡¿Oye, no me estás escuchando…?!”


La sirvienta extendió sus brazos con una cara roja y distorsionada hacia Helia.


En un movimiento que obviamente intentaba agarrarla por el cabello, Helia moviendo ligeramente los pies a un lado evitó la mano sin brillo.


Inmediatamente volcó el jarrón que contenía rosas justo al lado de su cara.


“…¡Ahhhh!”


Gritó el sirviente.


Las rosas, que ni siquiera estaban recortadas de espinas, se derramaron sobre su cabeza, dejando rasguños en carne viva en la cara y la cabeza del sirviente.




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