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‘¿Qué quiero hacer? ¿Y qué debo hacer para conseguirlo?’


Muoru se preguntaba lo mismo una y otra vez. Probablemente era porque cuando se trataba de lograr su objetivo, no había muchas opciones para elegir.


‘Debo escapar.’


¿Cuántas veces había murmurado eso desde que llegó aquí? Era una expresión que debería haber actuado como propulsor para continuar sus pensamientos, pero ahora para borrar su indecisión llenaba su mente.


‘Bien, debo salir de aquí. Pero, ¿no era la misma situación de convertirme en prisionero, un poco extraño en primer lugar?’


* * *


“Huh, dime Muoru, ¿qué clase de crimen has cometido?” La chica preguntó mientras tocaba suavemente su cuello con la punta de su dedo.


Por reflejo, Muoru retrocedió hacia el árbol, moviéndose ligeramente ante su toque. Quería que ella perdonara su inquietud, pero al mismo tiempo era muy consciente de cómo se había adherido el collar a su piel y de las posibles implicaciones en caso de quitárselo. Y aunque confiara en Meria, si por accidente el collar se desprendiera su vida terminaría.


Y después de eso, Muoru se mostró muy reacio a los temas de los que ella intentaba hablar. Pero Meria hablaba en serio. No, eso no era del todo correcto. Aunque hasta ahora sólo había bromeado una vez, sus ojos ahora parecían brillar más que nunca. Sintió que Meria no solamente tenia curiosidad, si no que estaba ansiosa por saber más.


Con dificultad, como si sus labios pesaran una tonelada, Muoru dijo: “Asesinato. Por eso.”


Bueno, al menos eso fue lo que pensó el mundo y lo que se escribió en el acta del juicio.


* * *


Una mañana, su superior, el teniente segundo Hedger Reeve, fue descubierto muerto en la esquina de una trinchera. Debido tanto a las fuerzas de autodefensa del país vecino, que no intentaron salir de su fortaleza, como a los altos mandos de su bando, que no intentaron abrirse paso a través de las defensas del enemigo, la situación bélica estaba en su mayor parte paralizada. Así que el asesinato del teniente segundo de la 16ª unidad de infantería causó un gran revuelo. Durante toda esa agitación, la desaparición de la pala favorita de un soldado de infantería de segunda clase parecía, como mucho, trivial.


Entonces, unas 30 horas después de que se descubriera el cadáver, los perros de búsqueda del regimiento de policía militar descubrieron la pala en un vertedero de chatarra. Y estaba manchada con la sangre del teniente segundo.


Desgraciadamente, siendo un joven soldado fuera de servicio y sin una coartada que pudiera ser verificada, en una semana el tribunal Marshall había terminado y “Muoru Reed” fue considerado el culpable.


‘A decir verdad, el tipo fue muy inteligente al utilizar mi pala para el asesinato.’


El chico que se había convertido en el preso nº 5722 se rió.


No era que no hubiera un motivo suficiente. Hedger Reeve era basura humana.


Llevaba al cuello cosas como zafiros saqueados y oro sucio tintineante. Y en innumerables ocasiones se jactaba de los terribles detalles que rodeaban a la forma en que los conseguía. Era el peor de los borrachos y a menudo golpeaba a sus subordinados dependiendo de su estado de ánimo. También le encantaban los dados y si perdía a lo grande se ponía casi completamente rojo y volcaba la mesa de juego. Aunque era el oficial al mando de los topos nunca se lo veía con una pala en la mano. Normalmente, a su manera, observaba a los excavadores desde la fresca sombra.


El momento en que el teniente segundo fue finalmente enterrado debió ser cuando Muoru estaba rodeado de fogones con sus compañeros topos y reía una y otra vez durante toda la noche. Realmente, tuvo que ser entonces cuando el cadáver de Hedger Reeve fue enterrado en la esquina del campo de batalla.


El chico retenido insistió una y otra vez, tanto en la investigación como en el tribunal militar, en que “Yo no lo hice, esto es una falsa acusación.”


Pero, aparte de eso ¿había algo más que pudiera haber hecho? Lo estaban culpando de algo de lo que no sabía nada. Y claro, sin coartada ni pruebas no había nadie que le creyera.


“Eso no es cierto.”, dijo Meria, su voz calmada parecía sacudir el aire del cementerio mientras llamaba a Muoru desde las profundidades de sus oscuros recuerdos.


“Tú no lo hiciste en absoluto.”, continuó, mirándolo directamente.


Por su rostro, Muoru tuvo la sensación de que ella no dudaba ni un poco de su inocencia… Sintió que le creía.


“Aaaa.”, algo parecido a un bostezo salió de la garganta de Muoru. Lo comprendió mientras su determinación comenzaba a debilitarse.


En su cabeza recitó su objetivo. ‘Debo escapar…’ luego una segunda vez… y una tercera.


Luego, separándose de los ojos azules de la chica, dijo: “Gracias. Si hubieras sido el juez, definitivamente me habrían declarado inocente.”


Luego sonrió para alejar la duda que se arremolinaba en su pecho.


Claro que si lo hubieran absuelto, nunca lo habrían enviado al cementerio y no se encontraría con Meria todas las noches de esta manera.


“Bueno, la verdad es que no eres alguien que deba estar aquí.”, murmuró Meria con una expresión de disgusto.


De alguna manera, incluso ella parecía sentir lo mismo que él.


Como era de esperar, Muoru se preguntó cómo debía reaccionar ante sus palabras… cómo debía reaccionar ante la expresión de su rostro.


De repente, su boca se movió automáticamente: “Oye, esto es sólo hipotético, pero…”, dijo, sin mirar a la chica. “Si intentara escapar de este lugar… si quisieras…”


Al darse cuenta de que probablemente estaba a punto de soltar algo que no debía, dejó de hablar inmediatamente. Mientras dudaba en continuar, pudo sentir la mirada de Meria. Entonces, para aliviar su mirada, finalmente le dijo.


“Depende completamente de ti, pero… si en ese momento intentara escapar, ¿querrías huir conmigo?”


Meria parpadeó un par de veces y luego miró al suelo.


En cambio, Muoru se sintió tranquilo mientras observaba cuidadosamente y en silencio la reacción de ella.


Las palabras habían saltado de su boca como si tuvieran voluntad propia, pero al final no pensó que su invitación fuera tan mala. Aunque no tenía motivos claros para demostrarlo, Muoru pensaba que Meria no lo delataría ante Daribedor aunque le revelara su deseo de escapar.


Aunque lo había pensado muchas veces, su idea de escapar aún no era algo que pudiera llamarse un plan. Sin embargo, sea cual sea la forma en la que busque ayuda, seguramente cuando huya del cementerio el plan involucrará a Meria. Si ese era el caso, entonces pensó que también habría algún tipo de beneficio para Meria.


Aunque no tenga un plan exacto, probablemente sea una buena idea colocar a Meria en el centro del esquema, ¿no?


‘Tal vez su existencia no era del todo un estorbo…’


Aunque era consciente de que era un pensamiento demasiado optimista, no podía ignorar el hecho de que en algún lugar de su corazón esperaba que fuera cierto.


Podía imaginar fácilmente que la chica había recibido el mismo trato, algo similar, o algo peor en el cementerio de masas.


El enemigo natural de la humanidad, los monstruos que tenían numerosos nombres.


Los sepultureros que le precedieron ciertamente habían encontrado su fin, al ser incapaces de manejar el terror que dormía bajo sus pies y la repulsión de los que tenían que enterrar.


Y definitivamente no era una historia que se limitara a la excavación de tumbas.


Recordó… la figura de la espalda de Meria frente al monstruo hecho de un saco de carne. Su brazo que fue arrancado y arrojado lejos. Su torso que fue apuñalado.


Cierto, Muoru ya sabía hasta qué punto se hizo sufrir a la guardiana de la tumba.


“…”


Sin un cambio en su expresión desde su pregunta, la chica permaneció completamente callada y quieta. A veces, como si estuviera temblando, sus pequeños labios temblaban.


Sin embargo, aunque la chica nunca dijo “No”, Muoru sintió que al final de su conflicto interno habían entrado en su mente palabras de rechazo.


‘¿No hay nada más que pueda intentar?’


Entonces, como había hecho antes, Muoru fue a agarrar su mano…


Pero sus dedos no se superpusieron; ella había esquivado su mano.


“Lo siento.”, dijo Muoru rápidamente. “¿Qué estoy preguntando? Olvídalo. Sólo estaba…”


“No.”, le interrumpió Meria. “Es mi culpa.”, dijo sacudiendo la cabeza. “No es tu culpa… Mis pies… mis pies no pueden salir de este cementerio.”


Muoru no sabía cómo responder.


Esas palabras, de alguna manera Meria sonaba como si estuviera siendo completamente literal. No era que tuviera una resistencia psicológica ni nada por el estilo; realmente estaba diciendo que le era físicamente imposible salir de este lugar.


‘¿Por qué demonios era eso?’


“Muoru.” Al oírla decir su nombre, Muoru levantó la vista. “¿Puedes venir conmigo un momento?”


* * *


Con la chica sosteniendo una lámpara y guiándolo, los dos caminaron lentamente por el cementerio nocturno.


A lo largo del camino no dijeron ni una palabra.


Más que sus pies, que apenas eran visibles en la oscuridad, Muoru centró su vista en la espalda de Meria, que caminaba delante de él. Sus pequeños hombros, la protuberancia de sus omóplatos bajo la ropa y, sobre todo, la parte posterior de su cabeza, cubierta por la capucha.


‘¿Por qué siempre lleva la capucha puesta?’ La pregunta surgió de repente en su mente mientras la miraba fijamente.


No era halagador y le parecía un desperdicio ocultar toda su hermosa cabellera a excepción de su flequillo. Sólo la había visto con la capucha baja dos veces. La primera vez había sido cuando estaba bañándose y la segunda cuando el monstruo había destrozado su capa. La primera vez, cuando estaba empapada, había sido fugaz, la segunda, cuando estaba cubierta de sangre… no tanto. Y pensando más en ello, predijo que nunca podría volver a mirarla directamente.


‘Si ahora alargara la mano y le quitara la capucha, me pregunto qué pasaría.’


Mientras pensaba en esa idea, le asaltó de repente una mezcla de ideas impuras y deseos traviesos…. Pero, al poco tiempo de recapacitar, Muoru se dio una bofetada.


‘Sé que fue hace un romomento, pero me pregunto si ya habrá olvidado lo estúpido que fui antes.’


Sus pensamientos se dirigieron a hace unos minutos, cuando había intentado agarrar su mano blanca, pero sólo consiguió agarrar torpemente el aire. Y realmente cuando pensó en eso, sintió que si le arrancaba la capucha aquí sin ninguna razón, ella probablemente no reaccionaría de manera diferente que si le hubiera levantado la falda.


‘Pero algún día quiero ver cómo es ella cuando se enfada.’


Mientras pensaba en esas tonterías, la chica que caminaba delante de él se detuvo.


Un poco delante de ellos estaba el árbol gigante en el centro del cementerio. El grueso crecimiento de las hojas en la copa del árbol bloqueaba la luz de la luna y creaba una sombra en el suelo.


Y delante de la chica se encontraba una lápida. Aunque Meria lo había traído aquí a propósito, se quedó quieta y en silencio. De pie, a espaldas de la chica, Muoru leyó el *epitafio.


*Un epitafio, es el texto que honra al difunto, normalmente inscrito en una lápida o placa sobre su tumba. Tradicionalmente un epitafio está escrito en verso, pero hay excepciones. Se han conocido muchos poetas que han compuesto su propio epitafio.


* * *


En él había una fecha de hace dos años, y…


“¿Ma…ri….a…?” Era el nombre de alguien que el chico no conocía. Era un nombre que se le había escapado a la chica antes.


“María también era cuidadora de tumbas.”, dijo la chica exactamente como decía la piedra.


“¿Es tu madre?” Muoru intentó adivinar, ya que el sonido de los nombres se parecía.


Sin embargo, la chica negó lentamente con la cabeza.


“No lo creo.”


“… ¿No lo crees?”


“María y yo no nos parecemos en nada. Y aunque nuestras edades no eran tan lejanas, he vivido aquí desde antes de poder recordar, pero, nunca he conocido a ningún tipo de persona que se llamara a sí misma mi madre.”


Esa forma tranquila de hablar no era diferente a su tono habitual, pero al estar allí frente a la tumba, por la pena de sus manos al entrelazarlas como si estuviera recordando y su seriedad, Muoru pudo entender hasta qué punto Meria anhelaba a esa persona llamada María.


“Probablemente… creo que ‘hermana’ sería lo más parecido…, eso sí María me permite decir eso.” Meria volvió a quedarse callada.


Muoru se quedó mirando a la chica. Aunque debería haberse acostumbrado a su aspecto, incluso ahora Muoru sentía que su perfil era hermoso. Y su ceño fruncido por encima de sus párpados cerrados parecía expresar la duda de su corazón.


Muoru finalmente sintió que el momento de preguntarle era ahora. “¿Qué es un guardián de tumbas?”, preguntó.


“Un guardian de tumbas que roba el poder de la oscuridad.”, respondió Meria. El chico guardó silencio.


….No sabía el motivo por el que estaba preocupado. Era bueno que ella le respondiera, pero al mismo tiempo no sabía qué hacer. E incapaz de pensar, no se le ocurría ninguna palabra.


Mientras miraba por encima de su hombro, la chica se quedó mirando los dedos de sus pies.


“Muoru, ¿no te doy miedo?”


Él se encogió de hombros. Afortunadamente, fue capaz de dar una respuesta adecuada.


“Dijiste antes que no eras amiga de esas cosas.”


“¿Lo dije?” La chica ladeó la cabeza.


“¿No te acuerdas? ¿Fue la segunda vez? La vez…” dudó.


La segunda vez que había visto a uno de los monstruos, la vez que se movía activamente por encima del suelo, había perdido en gran medida la calma. Y por eso, recordar esos momentos le resultaba embarazoso.


Girándose lentamente, la chica dijo: “¿Conoces el poder de la oscuridad, Muoru?”


“Umm….un poco.”


La oscuridad tenía varios nombres. Eran demonios. Eran muertos vivientes. Y más simple, eran monstruos. No aparecían más que de noche; eran inmortales, y eran el mayor enemigo de la humanidad.


Había obtenido esa información de Crow, pero incluso ahora Muoru no sabía hasta qué punto debía confiar en ellos. A pesar de que había verificado un poco de ese conocimiento con sus propios ojos.


-Eso incluía el cuerpo de la chica.


“Ni siquiera yo sé realmente lo que son.”, dijo Meria. “Pero la frase guardián de la tumba indica a personas que tienen el poder de la oscuridad dentro de sus cuerpos.”


“¿Dentro?”


“Sí. Es como has visto, no están ni vivos ni muertos… es decir, para la oscuridad, su forma no es importante. No puedo explicarlo bien, pero… toma por ejemplo una manzana. Después de comerla, todo lo que queda es el corazón. Entonces, ya no es una manzana, ¿verdad?” Mientras la chica explicaba, a veces añadía pequeños gestos para acompañar sus palabras.


“Para los seres vivos, es precisamente porque conservan su forma que son capaces de mantenerse a sí mismos. Si pierden su cuerpo, se convierten en algo diferente de lo que eran antes de perder su forma. Pero, en cuanto a la oscuridad, piensa en ellos como arcilla lista para manipular con intenciones asesinas. Si la oscuridad se compone de un vaso de arcilla o una bañera llena de ella hace muy poca diferencia. No es algo que ‘morirá’. Así que, no importa qué método ordinario se utilice para dañarlos, siempre siempre volverán a la forma que tenían antes….”


Entonces Meria entró en pánico, como si se diera cuenta de que había provocado un malentendido.


“Pero, ummm…. claro que la arcilla es sólo una metáfora. La oscuridad no se mezcla realmente entre sí. No es eso. Más bien la ocuridad se repelen unos a otros. Tal vez sea correcto decir que cuando son tocados por un poderoso ‘oscuro’ de orden superior, los más débiles se ahogan. Entonces entran en un estado de pseudo muerte.”


Muoru dio vueltas desesperadamente en su cabeza al intento de explicación de la chica, luchando por entender.


Sin duda era algo que había escuchado en una clase de primeros auxilios. Todos los organismos vivos, si se miran con un microscopio, están formados por diminutas, diminutas partículas llamada células.  No sabía por qué conservaban su forma en lugar de dispersarse, pero en cualquier caso había aprendido que los animales tenían cosas como “*células óseas” y “**células de tejido” y esas células se entrelazaban y formaban un solo ser vivo.


* Son células aplanadas que revisten las superficie óseas del interior de los huesos, y en su mayor parte corresponden a osteoblastos inactivos que están asociados entre sí y con prolongaciones de los osteocitos.


** El tejido vivo está conformado por células. Existen muchos tipos diferentes de células, pero todas tienen la misma estructura básica. Los tejidos son capas de células similares que cumplen con una función específica. Los diferentes tipos de tejidos se agrupan para formar órganos.


Pero esos monstruos no parecían seguir las mismas reglas de la vida que otros seres vivos. Sus cuerpos estaban formados por algo que no se podía matar o destruir.


“Tengo una parte de ellos dentro de mí.”, dijo Meria mientras se llevaba una mano al pecho.


“¿Cómo?” preguntó Muoru. “Eres humana, ¿verdad?”


La chica asintió profundamente, y luego, con los ojos aún fijos en sus pies, continuó.


“Los oscuros que están enterrados en este cementerio no resucitan. Pero, sus cuerpos están bajo el suelo… y…..” Meria miró hacia el denso saliente de ramas de arriba. “Me enseñaron que bajo este árbol está enterrado el más fuerte de toda la oscuridad, algo que podría llamarse su monarca. De la semilla que creció de su cuerpo brotaron raíces, y de ese cuerpo el árbol succionó su alimento y creció. Y así, dentro de este árbol gigante y de su tronco fluye el poder de La oscuridad del que se formó… Y, por supuesto, lo mismo ocurre con su fruto.”


En el instante en que escuchó eso, Muoru recordó cuando tiempo atrás estaba bajo el árbol comiendo algo.


-El árbol que era tan oscuro que era como si recolectara la oscuridad. La fruta que latía completamente como si tuviera una mente propia.


Entonces, ¿está diciendo que era una mezcla de una planta y los monstruos?


“Este árbol gigante lleva sólo un fragmento de la Oscuridad. Entonces, el guardián de la tumba, yo, como esto y robo su poder. Robar el mayor poder me hace sentir como un ladrón de tumbas. Y con ese poder, aunque los otros oscuros me toquen o actúen con hostilidad hacia mí, al final sólo ellos serán incapaces de moverse.”


“Así que para responder a tu pregunta…. soy humana, pero al mismo tiempo una parte de mí es igual a la oscuridad. Así que no puedo salir del cuerpo enterrado bajo este árbol…. o, en otras palabras, del cementerio de masas. Y… no puedo morir.”


‘¿En serio?’


En un tono ligeramente sorprendido, el chico chocó con la pregunta que llevaba un rato en el rincón de su mente.


“Espera un segundo; ¿no decías que esa tal María era también una guardiana de tumbas?”


‘Si ‘María”’, a quien Meria consideraba una hermana mayor, era una guardiana de tumbas, entonces también había robado el poder de los monstruos. Si era así, ¿no era extraño que hubiera una tumba para ella aquí? El epitafio estaba hecho para llorar a un humano que había muerto, pero los guardianes de tumbas no deberían poder morir… Lo he visto con mis propios ojos. O, ¿todavía hay cosas que no me ha contado? Si eso es cierto, entonces Meria…’


¿También puede morir?


“María…” con una voz dolorosa y espantosa, como la que tendría una persona que estuviera vomitando sangre, consiguió sacar una respuesta a su pregunta. “María… se suicidó.”


Como si estuviera a punto de romper a llorar, los labios de Meria temblaron y cuando continuó fue a paso apresurado.


“Cuando María estaba aquí yo no era una guardiana de tumbas. Según los límites del poder, dos humanos no pueden ser guardianes de tumbas al mismo tiempo. Aun así, en ese momento no sabía por qué se había suicidado. Pero la primera noche después de convertirme en guardián de tumbas, la oscuridad en forma de tigre de seis patas me mordisqueó el brazo derecho…”


La chica se pasó la mano por el brazo derecho, cerca de la articulación del hombro.


Por su expresión de hundimiento, el chico pudo darse cuenta de que ahora en su mente estaba reproduciendo el recuerdo de cuando el monstruo le había arrancado el brazo en aquel entonces.


Estaba reviviendo el miedo que sintió… y el dolor.


“El dolor….Odio el dolor.”, dijo.


Bajo sus ropas, Muoru sintió palpitar la herida de su muslo derecho. Era donde Dephen lo había mordido cuando intentó escapar antes.


Sin duda, el gigantesco perro negro se había ensañado con ella. Sin embargo, a pesar de su diabólica mandíbula, la pierna de Muoru no fue arrancada. Y con el paso de los días incluso había sido capaz de olvidar que había una cicatriz.


Pero inmediatamente después de la mordedura, Muoru recordó que un dolor blanco y cegador le había invadido. A pesar de que el perro se lo había tomado con calma, el dolor de la mordida había sido casi insoportable. Y si sólo eso podía doler tanto…


¿Qué clase de cosa es un cuerpo que no puede morir?


Hacía poco tiempo que había visto el espantoso espectáculo.


Por las innumerables patas en forma de hoz del monstruo de carne, Meria fue asesinada una y otra vez. Fue perforada. La destrozaron. La abrieron. La desgarraron. La rompieron… la mataron.


Eran heridas que deberían haber sido fatales. Y ya sea por suerte o por desgracia, con heridas como esas no había necesidad de preguntar por la salud de la víctima. Al tener una sola vida, un humano ordinario no podía sufrir más de una herida mortal.


…Pero sólo en esa noche, ¿cuántas veces probó el cuerpo de Meria el dolor de la muerte?


Ciertamente, las heridas que había recibido habían desaparecido, por muy profundas que fueran. Sin embargo, los recuerdos no podían extinguirse. El recuerdo del dolor, el recuerdo del miedo, no podían aliviarse y se acumulaban como un sedimento.


Era como una tortura. Y era de muy mal gusto.


Fuera quien fuera, un día sería incapaz de tolerar esa experiencia. Y si alguien tenía que sufrir el dolor equivalente a la muerte una y otra vez, entonces sin duda pronto pensaría que la muerte era preferible.


‘-Los guardianes de tumbas no pueden morir.’, había dicho Meria. Pero eso era mentira.


Los guardianes de tumbas sí mueren. Sus corazones mueren.


Y pierden ante *Tánatos.


*Tánatos, es el dios de la muerte,  Thanatos o la muerte aparece vinculada entonces, por un lado, a la oscuridad y al encierro y, por otro, a la mujer y al amor. En el ámbito de la psicología y la psiquiatría, Sabine Spielrein y sobre todo Sigmund Freud contrapusieron, al instinto de vida, el impulso o instinto de muerte.


-Meria no era diferente.


“Ella se disolvió a la luz del sol.”, dijo la chica en un tono cruel y práctico.


“Cuando el cielo del este se iluminó, las estrellas desaparecieron. Aunque quería detenerla, no sabía qué hacer. Nada de lo que le decía le llegaba, así que no podía hacer nada más que mirar. Entonces, el primer rayo de luz alcanzó a María. Aunque la luz de la primavera debería haber sido suave, para María parecía ser como aceite hirviendo, y mientras todo su cuerpo era bañado por la luz, como un gusano se retorcía en el suelo. Parecía que el poder de la oscuridad dentro de ella estuviera desgarrando su cuerpo…”


Muoru no conocía a la persona que Meria estaba describiendo. Por eso, cuando cerró los ojos, la visión que imaginó en el fondo de sus párpados era, en cambio, la de una chica de pelo castaño rojizo, que ardía bajo la luz del sol.


No había forma de confirmar la exactitud de su imaginación, sin embargo, algo en lo que no se equivocaba era que había sucedido aquí… en esta tumba… a sus pies.


“La chica envuelta por la luz parecía estar sufirendo a un nivel inimaginable. Sin embargo, a pesar de eso, también parecía feliz. Ser capaz de morir la hacía feliz, eso lo pude entender mientras observaba desde cerca. Pero entonces María lloró. Lloró por mí, la niña que dejaba atrás. Sabía que después de que su cuerpo fuera destruido, yo me convertiría en la próxima guardiana de la tumba.”


La niña rozó ligeramente el borde de la lápida mientras hablaba. “Entonces enterré su cadáver sin alma aquí.”


Silencio.


Muoru no pudo encontrar ninguna… ninguna… palabra que decir. Sus sentimientos estaban masivamente sacudidos por este evento que era algo que nunca había experimentado en su vida.


“Lo siento, Muoru.”, dijo de repente.


¿Por qué necesitaba disculparse? La confusión de Muoru volvió a intensificarse. Muoru pensó… ‘La persona que necesita disculparse soy yo… pero… pero… yo…’


La chica miró en su dirección, pero su mirada no se encontró con la suya.


“No has venido aquí porque querías, así que no creo que debas escuchar estas cosas…” Dijo, pero luego al continuar su tono fue mucho más alegre.


“Desde que me convertí en guardiana de tumbas, he estado completamente sola y no me ha pasado nada bueno. No he podido ver el sol y… he tenido muchos pensamientos dolorosos. No puedo ir a ningún otro sitio, así que pensé que con poder cuidar esta tumba sería suficiente. Pero nunca fui feliz.”


Usando su capucha para cubrir su cara aún más, Meria entonces puso su mano sobre su boca.


“Eso fue hasta que me dejaste ser tu amiga.”


Al asomarse por debajo de su mano, Muoru pudo ver débilmente que la expresión de Meria se suavizaba… y por primera vez también vio… su sonrisa.


Las sienes de Muoru latían con fuerza.


‘Escaparé.’ De nuevo recitó esas palabras en su mente. ‘Esa fue la única razón por la que me acerqué a ti.’


Para conseguir que alguien que parecía conocer bien el cementerio cooperara con él, tenía que acercarse primero a la chica. Ese había sido su plan y ahora el plan estaba dando sus frutos.


Ella confiaba en él y entendía que no debía estar aquí.


Sólo con ver eso, no había error en pensar que el asunto avanzaba hacia un gran éxito. Pero…


‘Si es un éxito, ¿por qué me siento así de vacío? ¿Es sólo que estoy cubriendo mis sentimientos de odio hacia mí mismo?


Para lograr su importante objetivo, no había muchas opciones disponibles para un prisionero como él. Y todo sería en vano si no fuera capaz de lograr su objetivo como resultado de sus métodos. Así que se preguntó con firmeza:


‘¿Qué debo hacer? ¿Cuál es la mejor manera de escapar de este lugar?’


Esas preguntas deberían haber sido las únicas cuestiones importantes.


Sin embargo, aunque era muy consciente de este hecho, no podía dejar de preguntarse una y otra vez si había algo que pudiera hacer por Meria.





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