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Prisionero.


Originalmente, la forma en que los carceleros decían la palabra era una referencia a los remeros esclavos de las antiguas galeras. Como los esclavos trabajaban sobre todo en barcos comerciales, la frase se ha seguido utilizando para referirse a los entornos de trabajo agotadores. Sin embargo, en el presente, donde en lugar de remos, los barcos funcionan con motores de vapor y ruedas de paletas, todos los delincuentes que cumplen sus condenas se denominan colectivamente con este término.


Según la ley, todos los presos sin excepción eran obligados a realizar un trabajo asignado, sin excepción.


Los prisioneros tenían que realizar tareas como: sacrificar animales, deshacerse de los excrementos y los residuos, extraer minerales y despejar los bosques. Debido a la dificultad y a la naturaleza extenuante del trabajo, había muy pocas personas asignadas a las tareas que realmente hubieran querido hacerlas. Y en el caso de la cadena perpetua, en particular, los presos se veían obligados a trabajar hasta el final de sus vidas sin posibilidad de libertad condicional.


….La pala que le habían proporcionado al muchacho era sólo un dedo de ancho más corta que las que había utilizado en el pasado. El mango era de madera lisa extremadamente seca y dura, y se había utilizado acero resistente al desgaste para la hoja y el mango. Parecía completamente nueva, como si la hubieran traído directamente de la fábrica.


Habían pasado tres días desde que la carreta lo había traído al cementerio público. Y siempre que el chico llamado “prisionero 5722” no estaba durmiendo, utilizaba esa pala para seguir cavando agujeros.


Su espacio vital era todo lo contrario a su pala de alta calidad.


En cuanto a su cama, se le había proporcionado un espacio en el decadente establo de la parte trasera de la finca. La paja que se había extendido por el suelo estaba añeja y, aunque parecía que los caballos no se habían criado allí en mucho tiempo, en cada uno de los postes de madera de la pared descolorida persistía el característico hedor del ganado.


Poco después de que apareciera el sol, aparecieron el anciano y una anciana. Aparte de la ropa, el pelo y la nariz puntiaguda, que parecía la de una vieja bruja, tenían exactamente el mismo aspecto.


Sin embargo, en comparación con el hombre, que no dejaba de lado la cortesía en aras del decoro, la mujer, con una cara que parecía que el trato con un caballo sería mucho menos objetable, le espetó: “Levántate y haz tu trabajo, desgraciado”.


Así que el muchacho se metió en el estómago un poco de pan duro y una sopa salada muy fuerte y se dirigió al cementerio. Y en medio de la dura luz del sol, soportó la incomodidad y siguió cavando tumbas para el futuro cadáver de alguien.


A decir verdad, desde el momento en que le quitaron la venda de los ojos -…., es decir, desde que se dio cuenta de que lo habían llevado a ese cementerio, el muchacho tuvo la vaga corazonada de que probablemente le ocurriría lo mismo.


En cualquier caso, este duro trabajo le convenía. Ya estaba acostumbrado a él. Porque cavar agujeros y trincheras era la principal responsabilidad de los *soldados de infantería.


*Los miembros de la Infantería son tropas terrestres que interactúan con el enemigo en combate a corta distancia. Utilizan armas y equipos para enfrentar y destruir las fuerzas terrestres enemigas.


…se preguntaba cuántos soldados de caballería habían sido desplazados de las primeras líneas del campo de batalla y reasignados a ser soldados de infantería. Con el desarrollo de las armas de fuego tras la revolución industrial, los caballeros, los hombres de lanza y los soldados de arco en general se vieron privados de la oportunidad de ser útiles. Dado que todos los soldados de infantería estaban armados con armas de fuego como resultado de la producción en masa, hubo una gran demanda de alguna cobertura para proteger sus cuerpos de la lluvia de balas. Y como era conveniente, los soldados de a pie se extendieron sin cesar… y con pala en mano procedieron a excavar grandes franjas de terreno. Así nacieron los llamados “topos del campo de batalla.”


Tras desenterrar una roca del tamaño de su cabeza, el chico maldijo las gruesas raíces de los árboles que tenía a sus pies. Al mismo tiempo, ofreció una oración silenciosa a los huesos humanos que nadie podía reconocer. No importa si se trata de un páramo, una llanura llana, el borde de un bosque o un campo de trigo abandonado, rezó para que sus compañeros topos, no importa dónde estén… rezó para que también sigan cavando.


En aquel entonces, se había alegrado de que la pala militar que le habían dado tuviera la longitud de su brazo. Su cuerpo recordaba esa longitud. Por eso, para el muchacho, ni el sarpullido que se le estaba formando bajo el cuello de la camisa ni el mechón de pelo de la nuca que se le estaba quemando bajo la luz directa del sol eran tan desagradables como la nueva pala que le había regalado el viejo, que era un dedo meñique más corta.


Sin embargo, un gran agujero como éste probablemente no era necesario sólo para enterrar a una persona.


Se tomó un respiro y miró su trabajo. Como había ordenado, había cavado la fosa, pero parecía lo suficientemente grande como para que cupiera una casa pequeña.


“Si se enterrara aquí un cadáver humano enroscado, probablemente no se necesitaría ni una décima parte del espacio. Tal vez estén planeando utilizar un ataúd extremadamente grande.”, murmuró para sí mismo.


O, como corresponde a un lugar llamado “La fosa común”, el chico se preguntó cuánta gente planeaban enterrar en este agujero.


‘Después de una gran batalla vendrían muchos cadáveres… ¿era por eso que estaba aquí?


Bueno, el uso que quieran dar a estos agujeros no es mi problema.’


Había algo más en lo que debía pensar, algo más que debía averiguar.


Durante los tres días que había llegado, lo único en lo que pensaba mientras cavaba era en escapar.


Extrañamente, parecía que era el único prisionero al que hacían trabajar en esta fosa común.


Su guardia… no, aunque parecía que vigilaba al chico las 24 horas del día, si Daribedor hiciera algo entonces no habría nadie que supiera dónde estaba el chico. Si de alguna manera el muchacho fuera capaz de ocultarse, entonces ¿no se libraría de esta tonta existencia de cavar fosas? Sin embargo, si no era capaz de salir de allí, entonces durante todo el resto de su vida, sentencia se vería obligado a desperdiciar su vida haciendo trabajos forzados como “Prisionero #5772.”


“Esto no es una broma.”, murmuraba una y otra vez mientras cavaba.


‘Definitivamente, esta situación no es una broma. Tengo que escapar de este lugar. Este lugar sombrío y deprimente…’


En comparación con los habituales grilletes y barras de la prisión que tenía durante su juicio, las relajadas restricciones de la Fosa Común eran una buena oportunidad.


Primero se escabulliría de alguna manera de este lugar.


Luego, se pondría un nuevo nombre, se convertiría en una persona diferente, y empezaría de nuevo en un lugar donde grupos como los militares o la policía no pudieran llegar…


Mientras el chico se esforzaba, pensando sólo en escapar, su tercer día de trabajo se convirtió en noche.


El cementerio, tras la desaparición del sol, era más tenebroso que nunca. En el decadente establo, el viento entraba por las rendijas, haciéndolo excesivamente frío. Dudaba que la idea de que necesitara algo como una lámpara o una vela se le hubiera pasado a nadie por la cabeza en aquella finca. Así, cuando las nubes cubrían la luna y las estrellas, su establo quedaba completamente envuelto en la oscuridad. Era exactamente la misma condición que cuando tenía los ojos vendados. No le quedaba más remedio que levantarse la manta.


Diablos, incluso quedarse dormido la primera noche había sido difícil, y si tenía que confesar….miedo.


‘Los fantasmas no existen.’ En su mente lo entendía.


Sin embargo, en medio de la oscuridad total en la que no había nadie más que él mismo, con las viejas bisagras crujiendo y el sonido espeluznante y siniestro del viento que entraba en el establo a través de las grietas, no podía evitar pensar que alguien se acercaba.


Por supuesto, si se levantaba y forzaba la vista podría confirmar que no había nadie. Sin embargo, a medida que esta sensación se repetía una y otra vez, empezó a dudar de si realmente no creía en cosas como los fantasmas o los espíritus que salen de los cadáveres.


Bueno, al menos este lugar no tendría problemas con los cadáveres que se aferran a los remordimientos.


Aunque se había asustado, durante dos días sus temores no fueron más que una pérdida de tiempo.


Afortunadamente, bueno, no sabía si era afortunado o no, pero en esta tercera noche no había ni una sola nube, y la luna era brillante. Era tan brillante que podía ver claramente la punta de los dedos de los pies, por lo que era una noche ideal para dar un paseo.


El chico se levantó de su cama de paja y sábanas. Cuando se puso de pie, el perro negro, que como de costumbre estaba desparramado por el suelo a la entrada del establo, miró hacia él.


“Sólo estoy meando. Seguro que no te meas en tu cama, ¿verdad?”


Dijo el chico, agitando ligeramente la mano.


Entonces el perro salió del establo con el chico siguiéndole de cerca.


Es un perro amable, aunque de aspecto aterrador, pero parece entender lo que decía.


Esto le recordó los dos grandes problemas que tenía con respecto a su huida.


El collar alrededor de su cuello y también… este perro.


No importaba lo que el chico hiciera, el perro negro llamado “Dephen” siempre estaba mirando. E incluso si el chico no estaba directamente en la mira del perro, sentía que siempre estaba dentro del área de percepción del perro. Así que si el chico intentaba ir a cualquier sitio, finalmente “Dephen” estaría a su espalda, siguiéndolo.


-No pienses ninguna manera de escapar.”, le había dicho Daribedor el primer día. “-Dephen es un excelente guardián de tumbas. Al mismo tiempo, también es un perro de caza sin igual. Su olfato y sus colmillos lo hacen merecedor de ser un carcelero insuperable.”


¿Un perro como carcelero? Al principio, el chico estaba medio convencido, pero…


Durante los tres días que había estado vigilado, este perro había realizado su tarea con un alto nivel de excelencia. En el pasado lejano, los humanos habían luchado a menudo directamente con los sabuesos y había sido difícil ganar esas luchas sin sufrir ninguna herida. Aunque el muchacho no sabía realmente qué pasaría si lograba dar un golpe por sorpresa al perro con su pala, no importaba porque el perro nunca llegó a estar en un rango de ataque adecuado.


Hubiera sido bueno que Dephen perdiera la vigilancia cuando se alimentaba.


Sin embargo, aunque sólo le habían tirado unos trozos de pan al muchacho, aquel perro seguramente seguiría siendo capaz de localizarlo por el olor que le quedaba.


Después de hacer sus necesidades, el chico no volvió directamente al establo.


En su lugar, caminó sin rumbo junto a la valla lateral de la mansión. Era reacio a dirigirse hacia el cementerio. Incluso el sonido de las hojas que crujían con el viento lo hacía sentirse incómodo.


Pero… obviamente no iba a salir nada en la noche, ¿no?


Nada como un tipo sin piernas, o algo así.


Aunque decidiera posponer su huida, era necesario saber cómo era el cementerio sin la luz del sol. En caso de que escapara en medio de la noche, tendría que atravesar el desconocido y oscuro bosque sin importar la dirección que tomara en… y eso sería probablemente un suicidio. Sin embargo, aunque pudiera recorrer la distancia, no sabía si sería capaz de llegar al pueblo más cercano. Incluso si era capaz de encontrar algunas huellas de neumáticos, y eso era ser optimista, todavía tendría que seguir una carretera.


Y para ir por una carretera tendría que salir del cementerio.


‘Eso está bien. Los fantasmas no existen. Además, ¿no estaba mucho más aterrado cuando me apuntaba la torreta?’


Después de que ese pensamiento pasara por su cabeza, el chico utilizó el mismo paso cauteloso que cuando tenía los ojos vendados y se adentró en el cementerio. Las innumerables lápidas se bañaban en la luz de la luna, creando un brillo azul que destacaba en medio de la oscuridad. Pero al mismo tiempo, el color real de las piedras desgastadas lo hacía pensar en los huesos.


Había planeado conocer los secretos del cementerio masivo, pero como su visión no podía penetrar en la profunda oscuridad, empezó a sentir que el cementerio era demasiado vasto. No importaba la dirección a la que mirara, veía las mismas lápidas dispersas con el espeso bosque negro en la distancia. Y como le habían llevado en varias direcciones cuando tenía los ojos vendados, el chico estaba seguro de que no sería capaz de encontrar el camino de vuelta al establo. Sin embargo, por extraño que fuera, el hecho de que el antipático perro negro le siguiera siempre por detrás era realmente tranquilizador.


“-Prisionero, estés o no aliviado por la marcha de tu carcelero, ten por seguro que este sabueso de la cárcel te acompañará.”


Al pensar en las palabras de Daribedor, se le escapó involuntariamente una sonrisa amarga.


‘Mira, está bien. Puede que este lugar tenga un poco de esas supersticiones fantasmales, pero al fin y al cabo los fantasmas son cosas que sólo salen en los cuentos.’


Mientras el viento soplaba, caminó por el cementerio, con el espíritu de alguna manera vigorizado.


Por supuesto, era consciente de que se trataba de un farol. La nuca bajo el cuello, e incluso sus dos musculosos brazos tenían la piel de gallina.


‘Esto es suficiente por hoy… debería continuar mañana…’ con cada paso estos suaves pensamientos cruzaban su mente.


De repente se dio cuenta de que estaba de pie frente a la fosa que había cavado ese mismo día. Desde su posición parecía que se podía construir una especie de sótano dentro del enorme agujero. La luz de la luna no llegaba al fondo y la oscuridad parecía ser como un líquido, que se acumulaba en el fondo… tampoco había ninguna inscripción en la lápida. Era una tumba que no pertenecía a nadie.


Durante el día se había preguntado quién estaría enterrado en la fosa.


Y ahora, las preguntas sobre lo que le ocurriría después de morir le brotaban en el pecho.


Si hubiera infringido alguna de las normas dentro de los confines del campo de detención, le habrían informado detalladamente del código penal. Pero nadie le había dicho qué pasaría si moría aquí. Por ejemplo, si su fuga era infructuosa y moría porque el perro negro le mordía la tráquea, ¿su cadáver sería enterrado en este cementerio?


Al muchacho le parecía inútil, ya que no había nadie que lo llorara. Además, antes en el juicio se decidió que el nombre del chico, el nombre que le había puesto su padre, sería revocado. Así que probablemente no habría un nombre en su lápida, de todos modos.


‘El sepulturero no tiene tumba propia.’


Ese pensamiento sarcástico lo hizo sonreír de nuevo con amargura. Pero no sabía si debía sentirse triste o frustrado por la situación.


El sentimiento era vago y le dejaba una sensación de vacío. De hecho, el vacío se asemejaba a la oscuridad dentro de la profunda tumba.


Mientras escuchaba el sonido del viento repentino, le pareció oír algo más. Sonaba como un crujido de ropa… como si algo se moviera.


Al girar la cabeza ante el sonido, el chico se dio cuenta de que el perro había desaparecido sin que él lo supiera.


Un sudor frío le recorrió la nuca.


Al fin se quedó solo, el chico recordó en qué tipo de lugar se encontraba. Así que, como una persona con mala conciencia, se apresuró a comprobar su entorno.


El grupo de lápidas que lo rodeaba…


El gigantesco agujero a sus pies…


El susurro del bosque oscuro…


La gran luna ligeramente crecida…


Y también, apenas en su campo de visión…


Había algo allí.


‘Aparte de mí, ¿qué podría haber en este remoto cementerio en medio de la noche?’


…Su mente se quedó en blanco.


Su mente se quedó en blanco.


Fuera lo que fuera, tenía el tamaño de un humano y llevaba una capucha casi negra, oscura, con capucha azul marino. Su abrigo le llegaba hasta los pies y ondeaba con el viento.


Espectros, espíritus, sombras… las inquietantes fábulas de fantasmas que los adultos le habían adoctrinado a fondo cuando era pequeño se agitaban dentro de su cabeza.


La capucha creaba una sombra que impedía al chico ver la cara de la persona. Sin embargo, estaba seguro de que, como mínimo, se daba cuenta de su presencia. Después de todo, venía hacia él.


‘¿Debería… co…correr?’


Era difícil respirar.


No corrió, pero sólo porque su cuerpo no escuchó por completo a su mente instándole a huir. El miedo se apoderó de él, provocando el pánico, con la mente completamente nublada.


Sus piernas estaban paralizadas, como si fuera un soldado frente a una granada lanzada. Se sintió violentamente mareado, temblando en ese lugar. Tal vez fuera alguna benevolencia o misericordia de los cielos que su vejiga estuviera vacía.


Balanceándose lentamente de un lado a otro, el paso de la persona que se acercaba era en realidad bastante lento, pero el chico no podía percibirlo de ninguna manera.


‘Me estoy… mareando…’


Era una sensación extraña.


‘Tengo que correr.’


Era lo único en lo que pensaba el chico. Tiene que huir. De ese fantasma… de este cementerio.


A pesar de que sentía sus piernas como si estuvieran clavadas en el suelo, volcó toda la energía que le quedaba en sus extremidades y las impulsó a moverse.


Pero al momento siguiente la energía se agotó en sus rodillas y se desplomó de repente. Mientras caía, por alguna razón sintió que la distancia al suelo era mayor de lo que debería haber sido.


Al fin y al cabo, no pasó nada bueno.


En medio del cementerio, en medio de la noche, el chico perdió el conocimiento.


…pero un leve instante antes de que todo se desvaneciera en negro, dentro de la capucha de aquella criatura, le pareció ver un rostro blanco.


* * *


…Su recuerdo más antiguo era el de un sonido. De vez en cuando oía un *kiikikii* agudo procedente de la zona próxima a su pequeña habitación. Había estado mirando un techo de aspecto antiguo, algo con lo que estaba demasiado familiarizado… el techo de su casa… el techo de su ciudad natal.


Tratando de no despertar a sus hermanos dormidos a su lado, el joven se deslizó silenciosamente fuera de la cama. Con los pies en el suelo, su campo de visión era mucho menor que ahora…. Sólo era débilmente consciente de que era un sueño de su infancia.


*KiinKiikii…*


Pronto se dio cuenta de lo que realmente era el sonido. Su padre, un albañil, estaba golpeando un cincel y un martillo.


El niño miraba fijamente la redondeada espalda de su padre mientras éste se sentaba en una pequeña escalera de mano y volcaba toda su mente y energía en tallar la piedra.


En realidad, no podía recordar la voz de su padre. Pero sí recordaba que era una persona obstinada y tranquila. En realidad, era extremadamente silencioso…., muy parecido a una roca. Tal vez si uno se enfrentara a una piedra durante mucho tiempo, su cuerpo y su corazón se volverían igual de duros. La barba de su padre, poco recortada, parecía espinosa como el cepillo de fregar que solía utilizar. Y las palmas de sus manos, ligeramente sucias, eran tan ásperas como la piel de un elefante.


También estaba su altura. El hombre no era en absoluto más alto que la estatura actual del chico. De hecho, si lo pensaba ahora, probablemente era extraño que alguien tan alto como él hubiera nacido de un hombre de estatura tan pequeña. Sin embargo, en medio de sus recuerdos su padre parecía bastante grande. Y ver su estructura fuerte y sólida le dejó una fuerte impresión.


Mientras el chico seguía mirando sin moverse la espalda de su padre, éste giró la cabeza hacia él.


“XXXXX, ¿no puedes dormir?”, preguntó, llamando al joven por su nombre.


No podía recordar con precisión el sonido de su voz, probablemente porque era un sueño. Y la voz que sí escuchó fue más rápida que la de su padre. Aun así, el chico sintió una sensación de alivio. Probablemente porque su padre había pronunciado su nombre…


* * *


‘¿Desde cuándo empecé a tener sueños con mi padre?…’, pensó el preso en medio de su letargo.


Se despertó rápidamente… Si era posible, tenía que prepararse para el trabajo de hoy antes de que volviera ese viejo ruidoso.


Sin embargo, por alguna razón sentía mucho calor y estaba muy cómodo, por lo que no tenía ganas de levantarse. Era similar a la gran sensación que se tiene cuando los sentidos y la conciencia comienzan a desvanecerse en una agradable bañera. Y así, durante un rato más, pensó que estaba bien seguir soñando con su padre.


Podía saborear la suciedad en su boca.


Con una sensación desagradable, el chico abrió los ojos.


Sin embargo, a pesar de sus intenciones, por alguna razón su lado izquierdo estaba completamente oscuro. Intentó parpadear, pero un dolor agudo se le clavó en el ojo izquierdo.


Y mientras estaba tumbado de lado, a su derecha pudo ver una pared de tierra justo delante de él.


“¿Qué es…?”


Con un sobresalto, se levantó y en lugar de estar sobre un futón, la tierra, de entre todas las cosas, cayó sobre su cuerpo. La mitad de su cuerpo estaba enterrado bajo el suelo… no, más bien había sido enterrado. El hecho de que el chico estuviera ahora dentro de la misma fosa que había cavado antes no era ninguna broma.


‘Ah, cierto, me desmayé.’


Antes de que siquiera comprendiera la situación que tenía encima, los terrones de tierra cayeron y le cubrieron la cabeza. “Waah, qué, ugh”. Escupiendo la sustancia extraña, el chico levantó la vista.


“¿Estabas vivo?”, dijeron unos labios del color de las flores de cerezo.


La hoja de una pala, que se parecía a la misma herramienta nueva que había recibido el chico, parecía brillar de un color plateado intenso cuando la luz de la luna se reflejaba en el metal. En la hoja se encontraba la siguiente carga de tierra, pero lo más interesante era la chica que sostenía la pala y lo miraba desde el borde del agujero.


“….”


La capa azul marino oscura que llevaba la chica era definitivamente la misma que vio antes de desmayarse. Y lo que había visto a través de su capucha le había parecido ciertamente humano, pero en realidad era hermoso. Al menos eso le pareció. Por una razón que no se trataba de miedo, la visión de ella le hizo olvidar incluso la respiración.


Durante un tiempo, miró misteriosamente al muchacho inmóvil en el agujero.


Pero luego inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado y preguntó: “¿O te mueves a pesar de estar muerto?”


“…. ¿De qué estás hablando?”, soltó el chico en respuesta a la extrañísima pregunta, desapareciendo por completo su rígida conducta.


Su voz era leve y hermosa; sus ojos azul oscuro parecían estar llenos de suspicacia, y de su capucha se desprendía un sedoso cabello castaño rojizo. En sus dieciséis años de vida nunca había visto una criatura tan hermosa.


Y pensó que tampoco vería nada más hermoso en el futuro.



‘…Espera. No te enfades. ¿Has olvidado dónde estás?’ se dijo el chico, apretando los ojos.


Tratando de calmar su agitado corazón, un gran número de preguntas brotaron en su interior.


Ni que decir sobre la expresión de la chica, que parecía no haberlo visto trabajando en el cementerio los últimos días. Incluso con una breve mirada, creyó que nunca podría olvidar su rostro.


Pero, ¿qué diablos hacía ella a estas horas en este lugar? No, su cuerpo sentía que no era natural que una chica estuviera sola en el cementerio a estas horas.


‘Parece una humana, pero no puedo decir con certeza que no sea un hermoso fantasma No, para empezar…’


“¿Quién eres?”, preguntó el chico, poniéndose en pie.


La chica encapuchada, como era de esperar, miró al chico con una mirada misteriosa. Aunque no parecía tener pánico ni miedo, su expresión parecía un cruce entre la confusión y el interés. Era como si en medio de un paseo por el camino se hubiera encontrado con un pollito saliendo de un huevo.


Al principio la chica no dijo nada, pero cuando él empezaba a preguntarse si su silencio se debía a que no entendía la pregunta, finalmente dijo: “*Meria Mass Grave.”


*El kanji se lee ‘Meria de la Fosa Común’, sin embargo el katakana utilizado es el de “de/el”. Creo que el autor quería que el nombre sonara como un nombre auténtico, sin embargo el japonés actual hace que “fosa común” suene más como un título que como un apellido. Por lo cual pensamos que dejarlo como ‘Meria Mass Grave’ queda mejor y mantiene su esencia. Aún así no queríamos dejar de explicar el ‘significado/interpretación’ de su nombre.


Tardó en comprender que aquella serie de palabras era su nombre.


“¿Meria?” Para confirmarlo, repitió el nombre y la chica asintió ligeramente.


Continuando, el chico preguntó: “¿Qué demonios haces aquí en mitad de la noche?”


La chica respondió: “Es natural, ya que soy la guardiana de la tumba”.


Como si esas pocas palabras completaran su explicación, la chica… Meria no dijo nada más.


Al no poder soportar más su mirada silenciosa, el chico desvió la vista y decidió concentrarse en salir a rastras de la fosa. Mientras se esforzaba por salir del agujero, que tenía más o menos la misma profundidad que su estatura, acabó por darse cuenta de sus desordenadas huellas donde había perdido el equilibrio.


Al parecer, en el momento en que pensó que Meria era un fantasma e intentó huir, se cayó y, de paso, se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento. Probablemente también fue la razón del dolor de cabeza que sentía. Definitivamente no había nada más desagradable que ese dolor.


El hecho de que la chica apenas prestara atención a su lucha hizo que le ardiera la piel.


Así que con la cara enrojecida, trepó por la inclinación del agujero.


Una vez que sus pies finalmente tocaron la superficie, se puso de pie y se encontró mirando a la chica que ahora lo miraba a él. De pie, uno al lado del otro, la chica le llegaba más o menos al pecho.


Para ser una chica, podría decirse que era bastante normal en ese aspecto.


Parecía que tenían más o menos la misma edad o que ésta era un poco más joven que él.


Su pequeño cuerpo, desde la cabeza hasta los tobillos, estaba completamente cubierto por su sencillo abrigo azul marino y, aparte de su cara, la única parte de ella que estaba expuesta al aire libre eran sus pies blancos y desnudos.


“… ¿Y tú eres?”, preguntó la chica, inclinando la cabeza hacia un lado.


Su imagen se reflejaba en sus claros ojos azules, que eran como la superficie de un lago sin olas.


‘¿Quién soy?’


Esa pregunta y su mirada directa parecían penetrar directamente en lo más profundo de su mente.


‘Bueno… ¿quién soy… después de todo?’ Se preguntó cómo debía responder y en su mente se agolparon multitud de posibles candidatos.


El tercer hijo de un albañil, un traidor en el campo de batalla, un asesino de oficiales superiores, el prisionero #5722. Y ahora el sepulturero sin nombre. Cada uno de esos nombres era correcto y ciertamente lo representaban.


Pero…


‘Para mí, ¿cómo quiero que me llamen?’


“Muoru.”


Le habían quitado… su verdadero nombre…


“Mi nombre es *Muoru Reed.”


*Es un juego de palabras Muoru es algo así como ‘Topo’.


…cuando nació…. era el nombre que le había puesto su padre.


Esa palabra era diferente a la suciedad que había en su boca. Podía escupirla sin sentirse incómodo o fuera de lugar.


Si lo pensaba bien, era un nombre tonto. Pero mientras la memoria de una persona no se desvaneciera, era imposible arrebatarle su nombre.


“Muoru, ¿eh?” Como si imitara su anterior expresión de estupefacción, repitió el nombre del chico.


El chico dio un paso atrás, distanciándose un poco de la chica.


Luego, como si estuviera protegiendo su corazón, se agarró el pecho.


‘¿Por qué estoy tan sorprendido si ella sólo dijo mi nombre?’


Sorprendido por haberse sobresaltado por algo así, buscó a la fuerza en su mente la razón. Tal vez, aunque podía decirlo, había olvidado por completo lo que era escuchar realmente su nombre.


‘Debe ser eso. Era la única razón.’


La chica volvió a inclinar la cabeza hacia un lado, con su brillante cabello balanceándose ligeramente frente a su pecho.


“Entonces, ¿qué estabas haciendo?”, le preguntó la chica.


“Sólo quería… pihh…..”


“…”


“…”


“¿Pihh?” preguntó Meria con voz bonita, repitiéndole la frase parcial que él dudaba en decir.


*Aliviarme…”, reformuló Muoru, con el pecho apretado.


*Por si no se entendió, le está diciendo que iba a orinar.


“Ya veo.” La chica asintió, y al hacerlo, en el espacio entre su capucha y su pelo, él vislumbró su fina clavícula.


“Ah, umm…”


Murmurando, trató de encontrar las palabras.


Aunque debían ser muchas las preguntas que debía hacer, los pensamientos de su cabeza giraban extrañamente, con lentitud, y no podía recordar ninguna de ellas. Fijando sus ojos en la chica, pudo sentir como su mente se adormecía ligeramente, como aquella vez que se emborrachó con el alcohol y el olor de esas flores. Sin embargo, era la primera vez que experimentaba esta sensación por el simple hecho de hablar con alguien.


Y eso estaba lejos de ser desagradable….


De repente, la chica se dio la vuelta.


“Bueno entonces….” Dijo Meria, comenzando a alejarse enérgicamente como si hubiera perdido todo el interés en él


“¡Espera un segundo!” gritó impulsivamente Muoru.


“…..?”


“No…..es…”, aunque era bueno decirle que se detuviera, como siempre su mente, que sólo funcionaba a medias, no tenía idea de qué decir a continuación.


Ella lo miró por encima del hombro. Con la capucha ocultando sólo la mitad de su perfil, la chica lo miraba fijamente, sin pestañear, como si los dos fueran niños viendo quién podía mirar más tiempo.


No sabía si estaba siendo demasiado consciente o no, pero a pesar de que el chico no podía ni siquiera enlazar dos palabras, la chica lo esperaba sin moverse, como si el tiempo se hubiera detenido.


“…. Esa pala es mía. Perdona por esto, pero ¿podrías dejarla ahí?”. Preguntó, en un tono carente de confianza, mientras señalaba la pala.


Meria había estado sujetando la pala del chico, pero después de que él hablara, como si por fin se hubiera acordado, bajó la mirada hacia sus manos. Luego miró la fosa de Muoru que había empezado a rellenar antes, antes de girarse de nuevo hacia el chico.


“ ¿Cavaste esa fosa?”, preguntó.


El chico asintió con la cabeza y Meria, con una expresión en los ojos difícil de leer, siguió mirándolo.


Entonces, sin previo aviso, se precipitó hacia él, casi tropezando por la velocidad. Pero antes de chocar con él, se detuvo a un paso y le tendió la pala metálica. Por reflejo, el chico aceptó la pala. Como antes, no se le ocurrió ninguna ocurrencia ni ocurrencia.


En su lugar, dijo: “Gracias”.


Aunque pensó que la cortesía no era necesaria cuando le devolvían algo de su propiedad, en cualquier caso, no fue capaz de decir nada más.


“…”


La chica, por alguna razón, parpadeó rápidamente.


Mientras ella lo miraba, él pudo ver el reflejo de la hermosa luna.


Luego, de repente, como si se retirara, se distanció de él.


“Adiós,”, dijo la chica. “ummm… ¿Muoru?”


“Sí…”


Mientras el chico permanecía allí inmóvil, Meria, sin volverse, se alejó.


Muoru se quedó mirando el contorno de su capa, pero al cabo de un rato se desvaneció en la oscuridad…… como un fantasma o algo así.





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