Desde muy joven el padre de Ludwing le enseñó una y otra vez un solo principio:
“Recuerda, tu misión no es estar en la lucha por el poder.”
La guerra con los demonios terminó y habían realizado tratados hace mucho tiempo, pero algunos demonios seguían causando disturbios aquí y allá.
Ludwing siempre tenía presente lo que era ser parte de la familia elegida por la Diosa para ayudar a los suyos, combatir la sequía y ayudarles a vivir.
“No nos defraudes.”
Su padre, el anterior Duque, murió a causa de las heridas recibidas en la batalla que se llevó acabo con algunos demonios.
Antes de su muerte no olvidó repetirle una y otra vez los principios con los que lo educó, ya que sabía la carga que llevaría su hijo ahora.
“No nos defraudes.”
“No olvides tu deber.”
“No te dejes llevar por las ansias de tener poder.”
Ludwing repetía una y otra vez el último consejo de su padre, ya que había presenciado lo que las personas hacían por tener poder.
El deber de su familia era importante, muy importante, defender a todas las personas de la amenaza que eran los demonios.
No tenía motivos para intervenir en la lucha de poder entre los nobles, por eso siempre se mantuvo de lado.
Las consecuencias de intervenir podrían ser terribles, la casa Parvis tenía demasiado poder e inclinaría terriblemente la balanza.
Mantener la neutralidad también era importante para proteger a la familia. Después de todo, eran una familia que entrena a los caballeros de élite de la capital.
Eran una familia perfecta para servir a la familia imperial.
Para evitar conflictos con la familia imperial, los Grandes Duques de la familia Parvis se apartaron de la política y se mantuvieron neutrales.
No se atrevían a hablar de temas peligrosos como la lucha por el trono.
Por eso, no hubo ninguna duda cuando Ludwing rompió su matrimonio con su primera esposa y su familia.
Aunque sabía que su primera esposa no era estéril, permaneció en silencio porque el Conde Weinberg, que se aprovechó del hecho de haber establecido vínculos con la familia Parvis, vendió su nombre.
No tuvo la misericordia de dejar a los idiotas que no supieron hacer caso a sus advertencias.
Su primera esposa murió poco después de que la echaran, y su padre también sufrió ansiedad y murió.
Era el resultado esperado por cualquiera.
Por un momento, su segunda esposa y su familia intentaron levantar la mano, pero Ludwig no se convirtió en su aliado. Sería demasiado difícil si se hicieran demasiado poderosos solo por inclinarse un poco hacia ellos.
Poco después del nacimiento de su hijo, la segunda Gran Duquesa murió afortunadamente de fiebre posparto.
Era obvio que su padre, el marqués de Edimburgo, intentaba aumentar su poder utilizando a sus nietos, pero se mantuvo dentro de lo permitido.
Sabiendo cómo se comportaba el Conde Weinberg, el marqués de Edimburgo actuó con sutileza y cuidado, consciente de que Ludwing tenía los ojos puestos en él.
Intentó acercarse a sus nietos, Keira y Zeke.
‘Aunque puedo cortar los lazos con mi mujer y mi familia política, no puedo hacerlo con mis hijos.’
Así, Ludwig mantuvo la distancias con los niños y cortó los intercambios entre el marqués de Edimburgo y los niños.
Mostrar afecto por sus hijos no haría más que darles poder.
Era tal y como le había enseñado su padre.
Cuando Keira tenía siete años, cayó enferma.
La niña, por supuesto, buscó a su padre.
“Su señoría se niega a descansar.” le informo el Mayordomo.
“¿Está gravemente enferma?”
“Es un resfriado.”
“Sería mejor que se tomara su medicina y descansará pronto.”
El mayordomo parecía nervioso
“Pero es su hija…”
“¿Quieres que vaya a cantarle una nana? No hay tiempo que perder y menos si es algo tan trivial como un resfriado.”
Estaba agobiado por el deber toda su vida, no sabía ni cómo ser amado ni cómo dar amor.
Afortunadamente, sus hijos crecieron de forma ejemplar. A veces, su hijo le lanzaba una mirada rebelde, pero se mantenía en la línea.
Se encontraba en una situación de abandono a sus hijos, pero no carecía de conciencia como para esperar su afecto.
De hecho, su mirada cariñosa era incipiente.
Justo como ahora.
“He enseñado a muchos alumnos, pero nunca he visto a nadie tan inteligente como Su Señoría! Puede que pronto me supere. Jaja~”
Su instructor de magia sonó orgulloso al dar su informé, incluso cuando admitió que su alumno podría superarle algún día.
Ero obvio que no iba por allí solo hablando por hablar.
Era una evidencia que Keira estaba mostrando un rendimiento tan excelente.
Su hija heredó el lado de mago de Ludwig.
Una niña de doce años con las mejillas sonrojadas sonreía modestamente, pero sus ojos púrpuras brillaban como si esperaran algo.
Tal vez, un cumplido o una palmadita en la cabeza.
Aunque no estaba familiarizado con ese tipo de mirada, le hizo sentirse incómodo.
No tenía ni idea de cómo abordar a reaccionar ante ella.
“Bien hecho. El esfuerzo es un gran talento.”
“¡Gracias! Me esforzare más, padre.”
“……..”
Cuando su hija le miraba con esos ojos, siempre había algo que quería decir, siempre algo le quedaba en la punta de su lengua.
Se olvidó de la muerte de su primero esposa. Era un hombre que consideraba la muerte de la madre de Keira como “afortunada” pero ¿por que ella seguía viéndolo como su padre?
Cada vez que tenía el impulso de decirlo, no podía hacerlo.
Con el paso del tiempo, Keira alcanzó su mayoría de edad. A lo largo de su ceremonia de mayoría de edad, parecía extasiada.
‘¿Por qué estaba actuando tan formalmente?’
No solían tener conversaciones personales, pero esa vez no pudo evitar preguntar.
“¿Qué te hace tan feliz? Solo estarás más ocupada cuando seas adulta.”
“Después de la ceremonia de mayoría de edad, puedo ayudar oficialmente a la familia. Estoy realmente feliz de poder ayudarte padre.”
“………”
Cada vez que escuchaba esas palabras, no sabía cómo responder, asi que cerraba la boca.
Siempre cerraba la boca.
¿Cómo puedes desear ciegamente el afecto de alguien que nunca te ha dado una sola muestra de cariño?
¿Así eran los padres y los hijos?
Por razones políticas, había descuidado sobre la muerte de su primera esposa. Nunca imaginó que podría tener una familia normal.
A veces se sentía atormentado por la culpa, así que pensó que sería mejor que su primera hija se volviera tan indiferente y fría como su hermano menor.
Sin embargo, cuando recordó el repentino cambio de su hija, un rincón de su corazón se apretó.
El mismo no podía entender por qué.
Si hubieran tenido un poco más de tiempo, las cosas podrían haber tomado una mejor dirección.
Pero al final, ocurrió “aquel incidente”.
“Encantado de conocerlo, padre.”
Pelo rubio platino y ojos rojos que se parecían a los de él. Características que nadie podría negar.
“Soy Cosette, hija de la antigua Gran Duquesa Rowena y la hija mayor de padre.”
En voz baja, Ludwig le preguntó:
“¿Eres mi hija?”
“Así es…”
“¿Puedes demostrarlo?”
“Si me das la oportunidad, por supuesto.”
Keira, que estaba cerca, tragó saliva.
Parecía que deseaba que echaran a Cosette por decir tonterías, como a una loca.
Por supuesto, Ludwig no creía en esta mujer no identificada.
Pero creía en la prudencia del próximo Conde de Weinberg que la había traído.
Podia ser astuto, pero no era estúpido.
La verdadera hija de la familia Parvis debía tener pruebas irrefutables.
El Conde, que no podía conocer el hecho, no podía haber llevado a cabo tal farsa.
“Muy bien. La que manifieste la capacidad de comunicarse con Beatrice es mi verdadera hija. Te permitiré permanecer en la mansión hasta el día en que se revele la verdad.”
Tenía que tener siempre presente la profecía que decía que sólo nacería un espiritista de la familia. Era para prevenir un desastre que vendría en el futuro.
Para Ludwig, la protección del imperio estaba por encima de todo.
La profecía era absoluta.
El desastre que la diosa predijo debía ser evitado.
Ese hecho era más importante que cualquier otra cosa.
Así fue criado, así vivió.
“Encantada de conocerlo, padre.”
“¡Hyeuk!”
Ludwig se despertó con un sobresalto.
Se limpió la frente empapada de sudor y levantó la parte superior del cuerpo.
Miró lentamente a su alrededor. Incluso en la oscuridad, podía ver la vista de su dormitorio.
“Ese sueño otra vez.”