Más leídos esta semana

 “Empieza por limpiar la habitación vacía. Quitar el polvo de los muebles todos los días, cambiar las sábanas cada dos días, quitar el polvo de la alfombra cada tres días…”


Julietta no lograba recordar las tareas que se acumulaban sin cesar.


‘No sé si podré memorizarlo todo. Cuando me paguen, primero me compraré un bolígrafo.’


Julietta entró en la habitación señalada por la criada. Cuando Julietta entró en la habitación que creía vacía, una bonita criada de cabello gris y ojos negros le preguntó: “¿Es usted la nueva criada?”


“Sí, trabajo a partir de hoy. Me llamo Julietta.”


“Yo soy Anna. Se supone que estoy a cargo de la parte del este a partir de hoy. Vamos a llevarnos bien.”


Hacía una semana, Anna, que había sido encargada del dormitorio por instrucción del dueño de la mansión, el príncipe Bertino, había quedado hipnotizada por un ambiente más sexy que el habitual y por su aspecto desnudo, pero había pasado por alto la orden que el príncipe le había dado. Había provocado la ira del Príncipe, a quien realmente le disgustaba que sus órdenes no se obedecieran al instante, viéndose obligada a repetir las palabras que había pronunciado una vez, había sido regañada por el mayordomo Albert y degradada a criada de la limpieza.


Anna, que había sido *snob por ser diferente a las criadas ordinarias, estaba muy enfadada por el hecho de haberse convertido en criada de limpieza. Al ver su actitud de descontento, el mayordomo le dijo que abandonara la mansión si no le gustaba ser criada de limpieza.


* El término “snob/esnob” surge de la contracción ‘sine nobilitate’, sin nobleza. Las personas snob son aquellas que no forman parte de la élite y aún así optan por realizar actividades típicas de personas con dinero e influencia. Viven, actúan y respiran élite, pero no pertenecen a ese círculo.


Tras recibir una semana de prueba, estaba muy preocupada por encontrar otro trabajo, pero no podía dejarlo, ya que este trabajo le permitiría ver al Príncipe de vez en cuando. Muchas de las mujeres del Príncipe eran mucho más guapas que ella, así que no dudaba de que algún día tendría una oportunidad.


Según la información obtenida por el seductor Jeff, el sirviente del Príncipe, éste nunca elegía a una mujer en primer lugar, desechaba a cualquier mujer molesta que se creyera especial después de unos meses, y en ese momento se daba una oportunidad a una afortunada entre las mujeres que le rodeaban.


Anna buscaba una oportunidad, pensando que podría tenerlo en sus manos sólo en unos meses. Esos meses podían ser años si ella no molestaba al Príncipe y no hacía nada que él odiara. Pero ella había perdido una buena oportunidad después de un breve error ayer.


Anna lamentaba continuamente su error. Decidió ganarse el favor de la criada principal y del mayordomo trabajando duro por el momento, y convertirse en una criada que pudiera entrar y salir de la habitación del Príncipe de nuevo.


Sin embargo, entró una nueva criada con el peor aspecto, con cara de tonta. En ese momento su mente volvió a tambalearse, porque no quería hacer la limpieza a la que no estaba acostumbrada.


Con ese aspecto, nadie en la mansión querría ocuparse de ella, así que un poco de encanto haría que la nueva criada fuera suya. Pensando eso, Ana sonrió dulcemente a su nueva criada.


Julietta se sintió aliviada ante el primer gesto amistoso que recibió tras llegar a la mansión. Conmovida por la pequeña amabilidad, saludó a Anna con una sincera sonrisa y se inclinó ante ella.


“Sí, tengo que pedirte un favor.”


* * *


Julietta se despertó a la mañana siguiente, después de un día agitado, y reflexionó sobre lo que había sucedido ayer antes de bajar al primer piso a trabajar.


Se había alegrado pensando que ‘una apariencia no lo es todo para la vida’ cuando la bonita criada Anna la había tratado con amabilidad, a diferencia de los demás. Pero había un motivo diferente para su comportamiento y su amabilidad no justificada.


Anna, que solía ser cariñosa con su voz suave, había dicho que era de la familia de un Barón y que era una criada que había servido directamente al Príncipe hasta hace una semana. Dijo que había habido un malentendido y que ahora trabajaba como criada de la limpieza, pero que volvería a ser criada del Príncipe, y que si Julietta se portaba bien con ella, su futuro sería más fácil.


La razón por la que había dicho tal cosa era para transmitir lo que tenía que hacer al final.


Ayer, Julietta tuvo que limpiar las habitaciones vacías y las zonas comunes utilizadas por las criadas y los criados hasta altas horas de la noche, después de la cena, por orden de Anna, que estaba a su lado y apenas movía las manos. Aunque se había sentido desbordada, Julietta, que no quería ganarse un enemigo el primer día y no quería que su futuro fuera así, había hecho lo que le habían dicho.


Pensando que hoy volvería a ocurrir lo mismo, murmuró, añadiendo un vestido mullido encima de su pesada ropa interior: “¿Qué debo hacer si tengo que realizar un movimiento más pesado?”


Pero no se le ocurrió ningún método en particular, así que suspiró y se dirigió a la planta baja.


“Julietta, ¿nunca has conocido al Príncipe?” preguntó Anna, sentada con las piernas cruzadas junto a Julietta, que barría y limpiaba hasta romperse la espalda, tarareando una canción y poniendo una expresión estúpida.


“No, no lo he hecho.”


Para Julietta, decidida a enterrar el incidente pasado en lo más profundo de su mente, el príncipe Bertino era un hombre al que nunca había conocido.


“Supongo que una chica como tú no podría conocer a Su Alteza. Me temo que hoy no podré volver a verlo. He oído que la doncella principal ha dicho que no debe ser visto por otros, ¿verdad?”


Anna acababa de empezar a tratar a Julietta con imprudencia, dejando atrás la amabilidad pretenciosa.


“Correcto.”


“Qué pena. Siento mucho oír eso; uno de los mayores placeres de las criadas que trabajan aquí es poder verlo de cerca.”


“Gracias por su atención. Pero estoy en una situación en la que la limpieza que tengo que terminar hoy es más importante que el pastel de arroz del cuadro, el Príncipe.”


Julietta, que había tallado la palabra ‘paciencia’ en su interior después de lo de ayer y hoy, pensaba: ‘No nos ocupemos de ella, pero mantengamos la calma.’, pero no pudo soportar a Anna, que seguía jugueteando con su lado.


“¿Pastel de arroz del cuadro? ¿Qué tiene eso que ver con Su Alteza?”


Cuando Anna, que no sabía lo que significaba, abrió mucho los ojos y volvió a preguntar, Julieta respondió con una mirada de desprecio: “Si no lo has entendido, no pasa nada. Y si vas a seguir sin trabajar hoy, se lo diré a la jefa de la limpieza. Estoy ocupada haciendo lo que me han asignado, y no me importa hacer el trabajo de dos.”


El repentino cambio de actitud de Julietta, que había estado trabajando como se le acababa de decir, hizo que Anna la mirara boquiabierta. “Oye, ¿acaso ayer no te has enterado de quién era yo? No soy el tipo de persona que limpia. Si más adelante vuelvo a ser la criada del Príncipe, puedo hacer que trabajes a mis órdenes. Entonces podrás ver al Príncipe muy de cerca.”


“No es necesario. No tienes que darme esa oportunidad, así que empieza a limpiar ahora, o iré a decírselo a la doncella principal enseguida.”


Al limpiar los lugares asignados, se suponía que debían hacerlo por parejas. Anna, que había sido degradada a criada de limpieza, y Julietta, que acababa de incorporarse, estaban emparejadas para sustituir las sábanas y limpiar el polvo de los muebles, mientras que Julietta se encargaba de las alfombras y la limpieza del suelo. Sin embargo, cuando Anna le entregó ayer la parte del trabajo de las dos criadas, explotó.


‘¿Qué diferencia hay si añado una persona más como enemigo cuando estoy rodeada de enemigos por todos lados? Ahora no me importa lo que vaya a pasar.’


Julietta le dio la fregona de mano que sostenía a Anna, que tenía la boca abierta por la vergüenza. Volvió a mirar hacia atrás y la amenazó de nuevo, arrastrando la alfombra y no dejándola salir de la habitación.


“Asegúrate de limpiarla hasta que vuelva. Ayer hice tu trabajo, así que quiero que termines de limpiar los pisos que me asignaron hoy.”


Anna tuvo entonces que continuar con el trabajo de limpieza que le disgustaba, ya que no podía ser perezosa después de las amenazas de Julietta. Cuando consiguió terminar su interminable limpieza, se puso furiosa y gruñó: ‘¡Aunque sólo sea una principiante, me amenazas! No puedo quedarme así para siempre.’


Había pensado que podría salir adelante fácilmente con el trabajo de criada, ya que Julietta había entrado como alguien de poca importancia, hasta que volvió como criada del Príncipe. Pero se sentía como si la hubieran golpeado por la espalda, y ahora quería encontrar la manera de echar a la chica fea.



      





¡Abejita, no te olvides de comentar!

Suscríbete a las entradas | Suscríbete a los comentarios

- Copyright © El panal - Date A Live - Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -