La mayoría de las primeras personas que vieron su disfraz expresaron su disgusto, frunciendo el ceño. Pero al Príncipe que estaba frente a ella parecía no importarle la apariencia externa. Sólo comprobó si ella podía hacer el trabajo correctamente sin alterar su expresión.
“Sí, Su Alteza. Hubo una recomendación de la jefa de las criadas, Johanna, y cuando la observé un tiempo durante su educación, es una criada bastante prudente y serena. Creo que estará bien.”
Albert pensó para sus adentros: ‘¿Cuánto puede aprender en una hora?’
Sin embargo, alabó a Julietta, ya que sabía que si decía que no tenía ninguna otra criada preparada, el Príncipe lo regañaría severamente.
Afortunadamente, con un suspiro de Albert, el Príncipe asintió sin decir nada y volvió a bajar la cabeza hacia los papeles.
Julietta respiró aliviada. No creía que él la reconociera, pero no podía evitar sentirse nerviosa.
Pensó que era bueno haber preparado sus gafas. También le gustó el hecho de que la apariencia del Príncipe no fuera clara, ya que todo se veía gris más allá de los lentes opacos, ya que las gafas baratas no estaban procesadas con magia. Julietta se sintió aliviada al pensar que podía lograrlo.
* * *
Al cabo de un rato, el Príncipe llevó a la mujer al dormitorio, y ya era medianoche.
Julietta se adormecía ligeramente a pesar de los vergonzosos ruidos que llegaban del otro lado de las cortinas. Levantarse temprano por la mañana e ir al Teatro Eileen y volver era más agotador que limpiar todo el día. Julietta, que había sido ascendida a criada del Príncipe, estaba cansada y cerró los ojos.
No importaba el ruido en la habitación, no era tan excitante en contraste con su preocupación, ya que había sido educada por todo tipo de medios nocivos cuando había vivido como Jenna.
De hecho, la habitación era demasiado grande para la excitación y las cortinas de la cama en un lado de la gran habitación eran gruesas. Aunque el resplandor de la luna reflejaba las escenas de desnudos que se agitaban en la cama, resultaba aburrido porque era mucho menos duro que el *mosaico de vídeos para adultos.
*Habla de la censura en el xxx asiático, en muchos países del continente Asiático el xxx se censura con cuadros de pixeles en su zona intima.
Estaba pasando el tiempo dormitando así, y de repente recibió una orden del Príncipe.
“Enciende la luz y trae el agua.”
Julietta, a la que le habían repetido hasta que le dolían los oídos: “-Debes dar una respuesta rápida y actuar de inmediato cuando te llame y te ordene el Príncipe.”, respondió por reflejo en medio de la somnolencia.
“Sí, Su Alteza.”
Tomando rápidamente un vaso de agua a través de la amplia habitación, Julietta se lo tendió a través de las cortinas de la cama al Príncipe que esperaba. Pero no hubo respuesta desde el interior de las cortinas. Mientras Julietta pensaba en qué hacer durante un rato, afortunadamente, pudo sentir una mano en el interior que sostenía el vaso.
Mientras esperaba con la mano estirada para tomar el vaso de nuevo, de repente el Príncipe, sin nada puesto, apareció tras abrir las cortinas.
* * *
“Despiértala y déjala salir.”
Killian se sintió brevemente avergonzado por el vaso de agua que asomaba por las cortinas, poco después de dar la orden. Era la primera vez que lo trataban con tanta rudeza.
Mientras miraba el vaso que aparecía en el aire, sintió que la criada se avergonzaba más allá de las cortinas, y que el agua del vaso estaba a punto de desbordarse. Aunque Killian aceptó el vaso de mala gana, sus manos se detuvieron en el aire como si le pidiera que se lo devolviera cuando se lo bebiera todo.
Killian miró fijamente la mano maleducada, vació el vaso y luego se levantó de un salto y salió de la cama. A su repentino movimiento le siguió un extraño sonido de “hiiick” al chocar de frente con la criada que no había dado un paso atrás.
La protagonista del sonido se apresuró a retroceder, asustada como si se hubiera encontrado con un monstruo. Las cejas de Killian se alzaron por el inusual comportamiento de la criada que nunca había visto antes.
‘¿A qué se refería ahora con ese sonido?’
* * *
Con las manos en la cintura de su cuerpo desnudo y de pie con confianza, Julietta quiso golpearse a sí misma por no llevar una toalla.
Sin embargo, aunque tuviera una toalla, se preguntaba si él la aceptaría, ya que estaba de pie con confianza. Julietta, que había imaginado que el hombre con cuerpo de estatua que tenía delante llevaba una toalla blanca alrededor de la zona en la que parecía más confiado, volvió rápidamente en sí al ver al Príncipe, que la miraba fijamente.
Tras sentir el peligro de ser despedida el primer día, pensó por un momento en qué decir.
‘¿Tengo que decir que me ha asustado su desnudez? ¿O es porque era tan grande que me quedé sin palabras?’
Apenas aguantó lo que quería decir, para ser sincera, Julietta dijo con un deliberado jadeo: “Lo siento, Su Alteza. Cuando me sorprenden, me ahogo a causa de mi asma y me sale un sonido extraño. Por favor, perdóneme.”
El rostro del Príncipe no se suavizó, aunque deliberadamente dejó de respirar una vez.
Killian miró a la doncella con los ojos semicerrados, miró los pequeños ojos detrás de unas gruesas gafas, y de repente resopló como si le costara respirar. Estaba mejor que las damas que se quedaban hipnotizadas al verlo, pero no le gustó ver su cabeza girada hacia un lado como si hubiera visto algo que no quería ver.
“¿De verdad? Así es. Bien. ¿Pero por qué miras a otro lado cuando me hablas? Eres muy descarada.”
Ante el reproche de Killian, Julietta giró la cabeza de mala gana.
“Lo siento. He oído que no debo mirar a su rostro cuando hablo con alguien de alto nivel…”
Killian resopló ante la doncella que tenía delante, manteniendo la cabeza erguida como si nunca debiera mirar hacia abajo.
“¿De verdad? Eso está bien. Puedes mirarme directamente a partir de ahora. Te lo permitiré.”
‘He oído que al Príncipe no le gusta que se lo mire.’
Julietta se sintió avergonzada por la orden que le habían dado, diferente a las instrucciones que había recibido.
* * *
Killian, que ya había borrado de su cabeza el hecho de haberse enfadado con una criada porque le había mirado y se había quedado hipnotizada hace unos meses, le dio instrucciones mientras se dirigía al baño.
“Despiértala antes de que yo salga y que se vaya.”
Julietta se quedó quieta, con la cabeza baja hasta que no pudo ver al Príncipe, y entonces abrió las cortinas para despertar a la mujer despatarrada en la cama.
“Señora, Señora, levántese.”
Moira, que se había desmayado por el éxtasis tras el acto de encantamiento del Príncipe, se despertó de su sueño al oír el temblor de una mano.
“Eh, ¿dónde está Su Alteza?”
Julietta, que se apresuró a despertar a Moira, tanteó a su alrededor y la obligó a ponerse una bata.
“Ha entrado en el baño. Tengo que esperar a Su Alteza, así que tienes que ponerte esto.”
Julietta llamó a Jeff esperando frente a la puerta después de que la obligaran a poner una bata sobre el cuerpo inconsciente de Moira. Jeff, que entró en cuanto abrió la puerta, preguntó con urgencia: “¿Cuánto tiempo lleva?”
“Ha pasado un rato, la Señora no pudo levantarse enseguida.”
“Me volverán a regañar. La próxima vez, por favor, date un poco de prisa.”
Jeff, que estaba disgustado por el hecho de que la criada con la que tenía que trabajar era una mujer de aspecto lamentable, dejó rápidamente de lado su expresión cuando vio a la mujer en la cama que estaba a medio vestir. Le pidió que se diera prisa, pero la miró por encima caminando lo más despacio posible desde la puerta principal a lo largo del corto trayecto hasta el baño. Cuando Julietta, disgustada por su mirada furiosa, se puso de pie para cubrir la ropa suelta de Moira, sólo entonces Jeff entró en el baño.
Julietta ayudó a Moira, que seguía medio inconsciente, a levantarse y la entregó a su criada, que esperaba en la puerta. Después de eso, empezó a apresurarse a limpiar la cama.
Se le quitó la breve impresión de que el trabajo era más fácil de lo que pensaba.
