La charla fluyó sobre la pantalla como una cascada. Estaba rodeado por toda una multitud de personas que no conocía, todas ellas riéndose de mí. No les importaba nada lo que tenía que decir… sólo seguían soltando un comentario tras otro.
– ¡En un mundo perfecto, ya casi no hay drama!
– Sí, ¿dónde está la emoción? ¡¿La emoción?!
– Los jóvenes de hoy en día. No saben nada de aventuras.
– ¡Por eso decidimos crear la nuestra!
– Algo que solamente nosotros podemos disfrutar.
– ¡Este fue solo el comienzo de nuestra diversión! ¡Jaja!
– He oído que la gente solía tener animales como mascotas hace mucho tiempo. ¡Pensamos en probarlo con una persona!
– Sí, pero meterlos en una jaula no es divertido.
– No queríamos que el gobierno se diera cuenta y arruinara las cosas, tampoco…
– Así que decidimos lanzar un cebo, y luego sentarnos a ver qué podíamos pescar.
– ¡Mi pasatiempo es la observación de la humanidad! Suena sofisticado, ¿No?
– ¡Deja eso! Suenas como un filósofo…
– Esto definitivamente beneficiará a la sociedad humana. No hay duda de eso.
– Apuesto a que todavía piensas que creaste la inteligencia artificial que llamas Alice, ¿No?
– Todo lo que hiciste fue tomar elementos de varios sitios y usarlos como componentes para formar algo más grande.
– Apuesto a que te sentiste como un genio.
– ¡Cada pieza del rompecabezas fue preparada por nosotros! ¡NOSOTROS!
– ¿Qué tienes que decir a eso? Bastante impresionante, ¿No crees? ¿NO CREES?
-Todo fue colocado tan meticulosamente para que lo encontraras.
– Todos esos programas de alta calidad.
– ¡Por supuesto que fuiste capaz de combinarlos para crear una inteligencia artificial! tan avanzada. ¿Quién no lo haría?
– ¡Cualquiera con habilidades de procesamiento de datos como esa podría hacerse un nombre en la red!
– ¡Eventualmente, esa persona se creería el amo de las redes!
– Estabas tan seguro de ti mismo, ¿No? ¡Ni siquiera intentes negarlo!
– Nos sentamos y disfrutamos del espectáculo.
– No podrías decirlo solo mirando las piezas individuales, pero cada parte contenía un poco de código que se activaba cuando las combinabas todas juntas.
-Todo lo que hacías nos era reportado directamente. Por supuesto, la inteligencia artificial, nunca se daría cuenta de lo que estaba pasando. Estaba codificado para que no pudiera hacerlo.
Casi podía oír las risas que salían de la pantalla. Parecía que había caído en su trampa mucho antes de lo que había imaginado. Habían disfrutado de todo mi ascenso a la fama, de mis actividades en la cima y de mi caída final.
– ¿Qué pasó con Alice?, escribí. Inmediatamente apareció una respuesta.
– ¿Por qué no lo averiguas tú mismo? Todavía tienes esa libertad.
Pude imaginar las innumerables sonrisas que ese comentario generó al otro lado de la pantalla. Sólo intentaban sacarme de quicio para que volviera a hacer alguna tontería. No iba a caer en eso otra vez. Todavía me quedaba suficiente sentido común para verlo. A partir de ese momento iba a ser mi propio titiritero.
Cuando accedí al espacio de almacenamiento del programa de Alice, hasta el último archivo de registro había desaparecido. Era como si nunca hubiera habido nada allí para empezar. Su estructura básica aún permanecía, pero su sustancia, lo que los humanos llamaríamos “experiencia”, había desaparecido. Podía activarla, pero no sería la Alice que había conocido.
– ¿Qué quieren ustedes?, tecleé.
– ¿Qué queremos? ¡Ya hemos conseguido lo que queríamos!
– ¡Seguro que lo hemos conseguido! ¡Ya nos reímos a carcajadas!
– ¡Sí, devuélveme el culo! ¡Jaja!
– ¡Jaja! ¡Parece que eso es lo que quiere!
– ¡Yo también!
-Todo lo que queríamos era un espectáculo. Uno que pudiéramos ver en tiempo real.
– No tenemos ninguna intención de hacerles daño.
– Eso sería una tontería.
– Sentarse y ver cómo te pones nervioso también era parte del espectáculo.
– ¡Pero parece que el acto final ha llegado a su fin! ¡Inclínense!
– ¿Ves? Incluso tu ritmo cardíaco está empezando a bajar a niveles normales.
– ¡Mantén la cabeza fría y evita una guerra fría! ¡Ja!
– Observar a alguien que siempre está calmado no es nada divertido. Es hora de que nos vayamos a preparar para la próxima actuación. Sigue adelante y haz lo que quieras a partir de ahora.
– ¡Puedes quedarte con la inteligencia artificial, como pago por tu actuación!
– Utilízala bien y puede que recuperes tu estatus de gran jugador en el mundo de la inversión.
– Si estás dispuesto a volver a confiar en la inteligencia artificial, es decir…
Me quedé mirando la pantalla durante un rato, pero nadie dijo nada más. Sin darme cuenta, me habían empujado al escenario, y ahora el telón de mi actuación había bajado.
Había agotado casi todos mis fondos, pero al menos seguía vivo. Sin embargo, si esta gente revelaba mi fracaso, perdería toda la credibilidad como inversor. Nadie escucha a un fracasado. Era el momento de reconstruir mi reputación desde cero.
Sin embargo, desde su punto de vista, incluso eso nunca fue mío para empezar. Todo había sido preparado y controlado por ellos.
Pero, curiosamente, no me sentí engañado en absoluto. Tampoco tenía deseos de venganza. Disfruté de mi tiempo en ese otro mundo. Al menos eso fue lo que sentí. Claro, esos primeros diez minutos después del apagón, me sentí como si me hubieran cegado, pero eso no duró mucho. Mientras yo mismo no estuviera dañado, siempre podría volver a intentarlo, ¿no?
Mi única opción en ese momento era empezar a hacer lo que pudiera. Aunque mi apartamento estuviera hecho para una sola persona, seguía estando diseñado como un espacio de red avanzado. No era gratis. Si no empezaba a ganar algo de dinero, no podría comprar más kétchup.
Me acerqué y activé el programa de Alice.
Ya no llevaba el traje que me gustaba, sino un vestido blanco de una pieza. Había sido restablecida a su configuración por defecto.
“Encantada de conocerlo, Amo.”, dijo. “¿Debo iniciar el programa C2?”
Había dicho exactamente lo mismo, con ese mismo tono de voz, todos esos meses atrás cuando la activé por primera vez. Ni siquiera había notado que su voz había cambiado. ¿O me lo estaba imaginando?
De repente, una fuerte sensación de pérdida me golpeó como una tormenta. Sólo podía pensar en el desaparecido “Sí, amo.” de Alice. No podía encontrar el interruptor de apagado de las emociones que habían empezado a arremolinarse a mí alrededor tan rápido que no era capaz de darles sentido. Era como si se hubiera abierto un agujero en el fondo de un barril y salieran en espiral. Sin embargo, supongo que el agujero había estado ahí todo el tiempo. Pensé que podría sentir lo mismo que ahora si en vez de eso hubiera sido un miembro de la familia real el que hubiera perdido sus recuerdos.
“Sí.”, respondí finalmente. “Ejecuta el programa C2.”
Me aseguré de enunciar mi orden con voz clara. La inteligencia artificial aún no estaba acostumbrada a mis patrones de habla. Si utilizaba un lenguaje ambiguo, no entendería mi significado.
“Sí, Amo.”, fue su respuesta habitual, pero con una voz que no era del todo correcta. “¿Debo inicializar los datos en el almacenamiento de antemano?”
“¿Qué?”, pregunté, sorprendido. “¿Quedan datos en el almacén?”
“Afirmativo. Han recibido un mensaje.”
“¿Cuándo?”
“Diez segundos antes de la inicialización del programa. Sin embargo, la dirección de origen no está en mi memoria. No puedo confirmar el remitente.”
¿Alguien sabía que yo reaccionaría a Alice y me envió un mensaje por adelantado, o era sólo una coincidencia? Tal vez se trataba de otra trampa tendida por ese grupo para comenzar el segundo asalto.
“¿Puedes acceder al mensaje antes de ejecutar el programa C2?”
“Afirmativo. ¿Lo visualizo en la ventana de mensajes?”
“Sí, hazlo.”
Alice mostró el mensaje en la pantalla.





